Cartas al director

Ardiente emoción

Leyendo a fondo el maravilloso recorrido por las librerías del mundo de El País Semanal del pasado 8 de diciembre, pienso en mi favorita, y me veo andando entusiasmada por la calle de Caballeros de Jerez de la Frontera, deseando entrar otra vez en un pequeño rinconcito repleto de libros. Allí ojeé cientos de páginas de mis admirados escritores, allí fue Saramago, Muñoz Molina, Kundera reduplicado, la poesía de Kavafis, Virginia Woolf lacerante y lacerada, el joven Raskolnikov atormentado... Allí supe que no existe la soledad si a mano tienes un libro que leer, si en ellos ves y te ves...

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Leyendo a fondo el maravilloso recorrido por las librerías del mundo de El País Semanal del pasado 8 de diciembre, pienso en mi favorita, y me veo andando entusiasmada por la calle de Caballeros de Jerez de la Frontera, deseando entrar otra vez en un pequeño rinconcito repleto de libros. Allí ojeé cientos de páginas de mis admirados escritores, allí fue Saramago, Muñoz Molina, Kundera reduplicado, la poesía de Kavafis, Virginia Woolf lacerante y lacerada, el joven Raskolnikov atormentado... Allí supe que no existe la soledad si a mano tienes un libro que leer, si en ellos ves y te ves, encuentras y te encuentras, si en ellos el silencio cae y te abre caminos que andar… Allí supe por vez primera y para siempre que es verdad, como dice Borges, que el paraíso debe ser cualquier tipo de biblioteca, ¿o era librería?

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