Cartas al director

Soldados de Salamanca

Muchos conocen el episodio “nacional” vivido en Salamanca en 1936: Unamuno, rector, se enfrenta en el claustro de la Universidad a Millán-Astray por los exabruptos de este ensalzando la muerte y sus intenciones de aniquilación de la cultura. Dicen que Unamuno salió, vivo, de la mano de Carmen Polo.

Aunque Bayona, muy crítico con las sombras de la política cultural del ministro Wert, no ha tenido que salir de la recepción de su Premio Nacional de Cinematografía de la mano de nadie, David Trueba, en este periódico, arroja un brillante capote al compañero Bayona.

Ahora bien, un mini...

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Muchos conocen el episodio “nacional” vivido en Salamanca en 1936: Unamuno, rector, se enfrenta en el claustro de la Universidad a Millán-Astray por los exabruptos de este ensalzando la muerte y sus intenciones de aniquilación de la cultura. Dicen que Unamuno salió, vivo, de la mano de Carmen Polo.

Aunque Bayona, muy crítico con las sombras de la política cultural del ministro Wert, no ha tenido que salir de la recepción de su Premio Nacional de Cinematografía de la mano de nadie, David Trueba, en este periódico, arroja un brillante capote al compañero Bayona.

Ahora bien, un ministro puede ser una bendición o un mal sueño. En ningún caso creo que podamos conformarnos con calificarlo de “anécdota histórica”, como Trueba señala. Considerando la cadena de representaciones públicas que apareja el cargo de forma legítima, estar a la cabeza institucional de un sector, en especial Cultura, entraña una dificultad y un reto, por vaciado de competencias, que todos los que trabajamos en la industria cultural deberíamos conocer, promocionar, y controlar y fiscalizar. Y es verdad que hoy estamos viviendo una auténtica pesadilla en el sector de la cultura.

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De acuerdo en que hay una generación perdida, no del todo, que se encuentra derrotada y halla pobre consuelo en el descrédito institucional. Pero en este momento, en el que Francia está trabajando en el relanzamiento de la excepción cultural, promocionado por François Hollande e informado por una voz imprescindible como la de Pierre Lescure, expresidente de Canal+; y en el que ingleses de diversas tendencias siguen patrocinando la idea de una “Gran Bretaña creativa”, que ponga en línea sus activos culturales con la innovación, nuestro país debería trabajar por apoderarse de nuevo de las instituciones y demandar una participación comprometida e informada.

Si hay que tomar posición, prefiero participar, sin descartar a Unamuno en su rebelión, que aceptar la derrota que nos recuerda a aquellos soldados de Salamanca.— Javier Bonilla. Director de Gabinete (2009-2010). Ministerio de Cultura.

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