Cartas al director

Tragedia ferroviaria en Santiago

En relación al luctuoso descarrilamiento del miércoles a tres kilómetros de la estación de Santiago de Compostela, la cadena, al igual que en el accidente del metro de Valencia, siempre se rompe por el eslabón más débil, que es el maquinista.

Y, sin perjuicio de la presunta negligencia del conductor, cabe preguntarse por qué motivo Fomento, Adif y Renfe permiten que las medidas de seguridad de que dispone un tren AVE que circula por las mismas vías no funcionen para una formación Alvia.

Sería el momento de revisar los puntos negros que hay en todo el sistema ferroviario y adoptar...

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En relación al luctuoso descarrilamiento del miércoles a tres kilómetros de la estación de Santiago de Compostela, la cadena, al igual que en el accidente del metro de Valencia, siempre se rompe por el eslabón más débil, que es el maquinista.

Y, sin perjuicio de la presunta negligencia del conductor, cabe preguntarse por qué motivo Fomento, Adif y Renfe permiten que las medidas de seguridad de que dispone un tren AVE que circula por las mismas vías no funcionen para una formación Alvia.

Sería el momento de revisar los puntos negros que hay en todo el sistema ferroviario y adoptar las medidas necesarias para evitar que siniestros como este se repitan.— Juan Carlos Salzberg. Barcelona.

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Ante la terrible tragedia ocurrida en la localidad de Santiago de Compostela, los familiares y amigos de víctimas de la tragedia ferroviaria de Once —ocurrida en Buenos Aires, Argentina, el 22 de febrero de 2012 y que dejara como saldo 52 muertos y 800 lesionados— hacemos llegar nuestras condolencias y el abrazo desde la distancia a los familiares de los fallecidos y heridos.

Sabemos que en estos momentos no hay palabras que alcancen para explicar tanta tristeza, pero queremos que sepan que, a miles de kilómetros de distancia, este grupo, que conoce el dolor que están sintiendo como propio, se hermana con todo el pueblo español.

A partir de hoy queda mantener vivos en los corazones a quienes han perdido la vida y rogar por la pronta recuperación de quienes permanecen hospitalizados, pero redoblando los esfuerzos para que no se repita una tragedia como esta, y para que el brazo de la justicia lleve a los responsables frente a los tribunales para que respondan por lo sucedido.

El luto de toda España es también nuestro. Reciban nuestro saludo fraterno.— Paolo Menghini y el grupo de Familiares y Amigos de la Tragedia de Once, Argentina.

A sabiendas de que en los momentos punzantes de crisis económica y social suelen ocurrir demostraciones de egocentrismo irracional, aun así me ha parecido natural como el río corriendo hacia la mar el movimiento de solidaridad de los españoles luego de haberse consumado la tragedia del tren en tierras de Galicia. Yo no soy español. Soy luso-angoleño. Pero sí le debo mucho a España desde los muy lejanos días de 1955/1958 cuando vivía en Madrid. España, en mi espíritu, es sinónimo de solidaridad. No dejéis nunca de serlo. Es un valor vuestro no negociable, un valor que hoy, como nunca, se hace bandera emblemática. La crisis nos está machacando a todos y amenaza con obnubilar lo mejor de nuestra capacidad humana de pensar y de hacerlo bien. Pero el terrible accidente del pasado miércoles ha podido demostrar que, en medio de la crisis, Galicia pudo presentar de la España global un ejemplo extraordinario de eficacia organizativa y pundonor profesional. Ha sido una lección para Europa y para el mundo: orden, rapidez, sincronización, espontaneidad, comprensión, dinamismo, competencia, generosidad. ¡Formidable! Muchas gracias, Galicia. Muchas gracias, España.— Luis Alberto Ferreira. Santo Amaro de Oeiras, Portugal.

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