El acento

Un insólito despido

Adolf Todó, presidente de Catalunya Banc, se queda en la calle sin su millonaria indemnización y su pensión dorada

SOLEDAD CALÉS

Catalunya Banc es una de esas entidades financieras que ha resultado especialmente cara al erario público español. En términos relativos, su rescate ha sido el más elevado —12.050 millones de euros—. Ahora es una entidad pública que sigue perdiendo dinero y para la cual el Banco de España está buscando comprador. La triste historia de Catalunya Banc no sería muy distinta de la del resto de las quiebras financieras si no fuera por el reciente despido fulminante, insólito y sin indemnización del que ha sido su presidente desde 2008: Adolf Todó.

Este hombre tan desconocido para el gran púb...

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Catalunya Banc es una de esas entidades financieras que ha resultado especialmente cara al erario público español. En términos relativos, su rescate ha sido el más elevado —12.050 millones de euros—. Ahora es una entidad pública que sigue perdiendo dinero y para la cual el Banco de España está buscando comprador. La triste historia de Catalunya Banc no sería muy distinta de la del resto de las quiebras financieras si no fuera por el reciente despido fulminante, insólito y sin indemnización del que ha sido su presidente desde 2008: Adolf Todó.

Este hombre tan desconocido para el gran público era parte de la élite económica de este país. Ganaba 825.000 euros al año y tenía derecho a una indemnización de más de cuatro millones de euros y una pensión vitalicia del 80% de su último sueldo. De haber respetado su contrato, a Catalunya Banc le habría costado su despido unos 20 millones, pues también su esposa, de 39 años, tenía derecho al 50% de la pensión. Puede que Todó no supiera velar por la salud financiera del banco, pero sí por la de su familia.

Su gozo, sin embargo, ha quedado en un pozo; de momento, pues se da por hecho que recurrirá. El Ministerio de Economía le mantuvo en el puesto a pesar de la nacionalización. Le rebajó el sueldo a 300.000 euros, pero respetó el resto del contrato. Ahora, tras negarse Todó a seguir las directrices del nuevo dueño —el Gobierno—, este ha decidido aplicarle un despido “procedente” que le va a ahorrar mucho dinero a una entidad tan castigada y que supone un alivio moral para todos aquellos que están escandalizados con las indemnizaciones que tantos directivos financieros se adjudicaron a pesar de llevar a sus firmas a la quiebra.

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Hay que aplaudir al ministro Luis de Guindos por esta decisión, aunque se le podría pedir un poco más. ¿Por qué no exigir responsabilidades, por ejemplo, a los que ficharon a Todó con un contrato tan generoso? Sindicalistas y políticos del PSC, CiU e ICV estaban en el Consejo de Administración que contrató al directivo. Puede que no lo haga, pero hay otros dispuestos a hacerlo. La Fiscalía de Barcelona lo está investigando.

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