Editorial

Contra la evasión fiscal

La UE lanza un mensaje y un paquete de cinco normas para que todos paguen impuestos

La evasión de impuestos, las fugas de capitales, los paraísos y búnkeres fiscales y las jurisdicciones agresivas a la hora de minimizar estas cargas: en suma, todas las actividades y legislaciones destinadas a evitar el pago de impuestos, ya sea a las bravas o mediante sofisticados mecanismos de ingeniería financiero-fiscal, sufrieron ayer un contratiempo.

El Consejo Europeo lanzó una señal política contra esas prácticas. Más aún, impulsó un paquete de cinco medidas, para las que fijó calendario preciso. Tiempo habrá de señalar las limitaciones que la dinámica común imponga a dichos acu...

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La evasión de impuestos, las fugas de capitales, los paraísos y búnkeres fiscales y las jurisdicciones agresivas a la hora de minimizar estas cargas: en suma, todas las actividades y legislaciones destinadas a evitar el pago de impuestos, ya sea a las bravas o mediante sofisticados mecanismos de ingeniería financiero-fiscal, sufrieron ayer un contratiempo.

El Consejo Europeo lanzó una señal política contra esas prácticas. Más aún, impulsó un paquete de cinco medidas, para las que fijó calendario preciso. Tiempo habrá de señalar las limitaciones que la dinámica común imponga a dichos acuerdos, sus posibles retrasos y los obstáculos imprevistos a su desarrollo. Porque seguro que habrá de todo ello en la cosecha final. Es hábito inveterado de la UE señalar horizontes ambiciosos y alcanzar desarrollos siempre por debajo de ellos, amén de tardíos. Sobre todo en una materia, la fiscalidad, que convencionalmente requiere de la unanimidad de los 27, aunque el Tratado de Lisboa ofrezca alternativas indirectas para lograr decisiones también en este ámbito.

Aunque sea en condicional, la credibilidad inicial con que pueden acogerse los acuerdos de ayer viene avalada por otros factores, ajenos a la propia cumbre. Uno, el escándalo social provocado por la afloración de casos de fraude o evasión protagonizados por ministros, artistas, banqueros y otras celebridades.

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Dos, la creciente presión de una opinión pública harta de que los esfuerzos en la lucha contra el déficit público se traduzcan en recortes sociales y aumentos fiscales para una mayoría, mientras un billón de euros anuales —que posee una minoría— escapa anualmente en la UE a los inspectores de Hacienda: como sintetizó el presidente del Consejo Europeo, Hermann Van Rompuy, “la crisis marca la diferencia”.

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Y tres, los pactos fiscales alcanzados por EE UU con los cinco grandes socios (Francia, Alemania, Reino Unido, España e Italia) a los que acaban de añadirse otros cuatro, aumentan la presión.

El acuerdo más vistoso alcanzado ayer tiene que ver con la enmienda de la directiva sobre la fiscalidad del ahorro. Austria y Luxemburgo asumieron el régimen general de información automática mutua entre los 27 Estados, y la transparencia será sobre todas las fuentes relevantes de capital (según otra directiva que se presentará en junio). Eso supone el final de todo residuo de secreto bancario interior en la UE, lo que se producirá dentro de este año, tras las pertinentes negociaciones con paraísos fiscales próximos para que adopten la misma norma; aunque cada uno interpretó a su modo si esa negociación condiciona la decisión final de los 27 o solo la acompañará.

Otras medidas —acerca del fraude en el IVA, las transferencias de beneficios entre compañías matrices y sus filiales y el lavado de dinero— completan el paquete. Si se aplica con presteza, muchas cosas cambiarán en Europa. A mejor.

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