El acento

7.000 millones y subiendo

El ataque de Fernández Díaz al matrimonio homosexual abre otro frente a un Gobierno cargado de problemas

SOLEDAD CALÉS

La preocupación del ministro del Interior por la “pervivencia de la especie” sorprende a los conocedores de que la humanidad rebasó los 7.000 millones de personas hace año y medio, y que continúa creciendo al ritmo de unos 80 millones anuales. Así que intranquilizarse por el futuro de la especie es una de las últimas inquietudes que embargan a los dirigentes del planeta, más bien angustiados por impedir el cumplimiento de las teorías maltusianas. Jorge Fernández Díaz es una excepción; es libre de pensar lo que quiera, pero no se entiende bien qué efectos reproductivos tendría el bloqueo del ma...

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La preocupación del ministro del Interior por la “pervivencia de la especie” sorprende a los conocedores de que la humanidad rebasó los 7.000 millones de personas hace año y medio, y que continúa creciendo al ritmo de unos 80 millones anuales. Así que intranquilizarse por el futuro de la especie es una de las últimas inquietudes que embargan a los dirigentes del planeta, más bien angustiados por impedir el cumplimiento de las teorías maltusianas. Jorge Fernández Díaz es una excepción; es libre de pensar lo que quiera, pero no se entiende bien qué efectos reproductivos tendría el bloqueo del matrimonio entre homosexuales. Parece improbable que tengan más hijos a base de aguarles la boda.

Más allá del argumento empleado, Fernández Díaz, a quien en su día disgustó el aval del Constitucional a la ley sobre el matrimonio homosexual —impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero—, continúa atacándola. No debe echarse en saco roto, porque quien lo dice es el ministro del que dependen las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado, es decir, el encargado de defender las libertades.

Si lo que se infiere de ese discurso es otra escaramuza para retirar la protección jurídica al matrimonio entre homosexuales, el Ejecutivo debería aclararlo con prontitud. De ser así, tendría problemas en su propio partido, donde ya han surgido voces contrarias. Como la de Iñaki Oyarzábal, miembro de la dirección del PP, la de Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, a favor del matrimonio homosexual, o la del diputado Agustín Conde, quien ha recordado al ministro que el celibato tampoco garantiza la continuidad de la especie. Puesto a mostrar lo arraigado de sus convicciones, el ministro se ha referido también a la reforma para que la religión alcance el rango de asignatura fundamental.

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De modo que un político moderado del PP en otros asuntos no ceja en el activismo de supeditar la vida pública a la confesión religiosa. No faltan problemas de todo tipo al Gobierno. ¿Mariano Rajoy necesitaba añadir otro a los muchos que ya le ocupan y le preocupan?

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