Editorial

El vaivén chino

Pekín necesita reformas económicas para recuperar un crecimiento sostenido y sostenible

La evolución de la economía china, la segunda en importancia del mundo, es un factor decisivo para pronosticar el crecimiento mundial de los próximos años. La oficina china de estadísticas ha hecho saber que durante 2012 el PIB del país creció el 7,8%, un ritmo de avance significativamente más bajo que el registrado en 2010 y 2011, por debajo de las expectativas de los mercados y, además, insuficiente para cubrir las necesidades de riqueza y empleo. La buena noticia estadística, puesto que la salud de la economía china es condición necesaria para sostener las esperanzas de una recuperación mun...

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La evolución de la economía china, la segunda en importancia del mundo, es un factor decisivo para pronosticar el crecimiento mundial de los próximos años. La oficina china de estadísticas ha hecho saber que durante 2012 el PIB del país creció el 7,8%, un ritmo de avance significativamente más bajo que el registrado en 2010 y 2011, por debajo de las expectativas de los mercados y, además, insuficiente para cubrir las necesidades de riqueza y empleo. La buena noticia estadística, puesto que la salud de la economía china es condición necesaria para sostener las esperanzas de una recuperación mundial a partir de este año o principios de 2014, es que en el último trimestre de 2012 el crecimiento vuelve a repuntar y presumiblemente se mantendrá durante 2013.

Porque en la economía de Pekín, convertida al capitalismo de Estado, se mantienen inercias que suenan extrañas en los criterios occidentales y producen una sensación de vaivén. Suele suceder que cuando se produce un cambio de líderes tiende a atenuarse el crecimiento, con el fin de facilitar a la nueva dirección del país la consecución de buenas estadísticas. Este es el caso, puesto que Xi Jinping y Li Keqiang ocuparán respectivamente la presidencia del país y del Gobierno en marzo. Los nuevos líderes han prometido reformas estructurales de la economía; cambios que se esperan con gran expectación, y que los analistas occidentales suponen centrados en nuevas formas de producción que reduzcan los terribles daños medioambientales que sufre el país. Las reformas son necesarias porque no se pueden sostener crecimientos permanentes superiores al 7% sin sufrir consecuencias en precios y en medio ambiente.

Lo cierto es que el crecimiento chino se basa en un trasvase continuo y masivo de producción desde el campo a las ciudades, existentes o nuevas. Ese trasvase genera aumentos intensivos en la productividad, a través de mano de obra barata y multiplicación constante de la construcción. Este patrón de crecimiento es sumamente arriesgado y requiere parones periódicos en el mercado inmobiliario para frenar el recalentamiento económico y las burbujas en la construcción.

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Por tanto, es de la máxima importancia cuantos movimientos se aprecien en la economía china a partir de marzo. No solo por sus consecuencias en el comercio mundial, sino por el impacto que tengan las reformas en la estructura financiera china.

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