Así se han ahorrado este curso los padres de 2,2 millones de niños el dineral de los libros de texto
Los bancos de manuales escolares viven un momento de auge y ya cubren a casi la mitad de los alumnos de etapas obligatorias. Diez comunidades autónomas aplican el sistema de gratuidad en grados distintos
La cuesta de septiembre no está siendo igual de onerosa para todas las familias con hijos en edad escolar. El crecimiento de los bancos de libros de texto ha mitigado para muchas el impacto de la vuelta al colegio en un contexto de inflación elevada. El sistema, que utilizarán este curso más de 2,2 millones de alumnos, casi la mitad de los que están matriculados en enseñanzas obligatorias (4,8 millones), consiste en que los estud...
La cuesta de septiembre no está siendo igual de onerosa para todas las familias con hijos en edad escolar. El crecimiento de los bancos de libros de texto ha mitigado para muchas el impacto de la vuelta al colegio en un contexto de inflación elevada. El sistema, que utilizarán este curso más de 2,2 millones de alumnos, casi la mitad de los que están matriculados en enseñanzas obligatorias (4,8 millones), consiste en que los estudiantes toman prestados los libros en septiembre y los devuelven en junio con el deber de mantenerlos en buen estado si no quieren verse penalizados o incluso expulsados del servicio. La fórmula funciona con matices en una decena de comunidades autónomas, y tiene en Andalucía, la Comunidad Valenciana y Navarra los ejemplos más completos en términos de cobertura y gratuidad.
Los datos oficiales no reflejan, de momento, que la fuerte subida de la inflación haya alcanzado a los libros de texto (en agosto el incremento del precio respecto a un año antes fue del 1,5%, frente a un aumento general del 10,5%). Pero los manuales escolares no han sido nunca artículos baratos. Y María Capellán, presidenta de Ceapa, la mayor confederación de familias de la escuela pública, sabe cuánto cuesta estar fuera del paraguas de un banco de libros. “Esta mañana he ido a la librería de mi barrio a encargar el lote completo de mi hija, que está en la ESO, y me han dicho que me saldrá por unos 300 o 320 euros”, comenta desde Valladolid, donde vive. Ana Perales, madre de dos alumnos de 12 y 8 años que estudian en Sevilla, comparte que ella no ha tenido que comprar ningún libro. “A todas las familias de aquí nos viene genial, porque de otra forma nos vendría un desembolso muy fuerte en septiembre. Y para las que tienen un nivel económico ajustado, es una cuestión vital. También da mucha tranquilidad saber que algo tan básico para la educación de los chavales está garantizado. Porque yo ahora tengo trabajo, soy funcionaria interina, pero nunca sabes lo que puede pasar el año que viene”.
Los bancos de libros de Andalucía, Comunidad Valenciana y Navarra ofrecen prácticamente todos los libros gratis a todo el alumnado de los centros públicos y concertados. Madrid, Extremadura, Galicia, La Rioja, Aragón, Murcia, y Castilla y León tienen sistemas más recientes, que todavía tienen una cobertura menor para el conjunto de los centros financiados con fondos públicos (incluyendo la red pública y la concertada), o no cubren la totalidad de los libros, o para entrar al servicio exigen que la familia entregue un lote completo.
Las comunidades autónomas sin bancos de libros cuentan con otra clase de programas para subvencionar su compra, que normalmente están dirigidos a los alumnos de hogares con bajo nivel socioeconómico. Los gobiernos del País Vasco y Baleares entregan fondos a los centros en concepto de “material curricular”, y hay colegios e institutos de ambos territorios que optan por organizar sus propios bancos de libros. Y en Cataluña los han montado en muchos casos las asociaciones de familias, bajo el nombre de “socialización de libros”, sin apoyo institucional, explica Lidón Gasull, directora de Affac, la federación de asociación de familias de Cataluña.
Además de por el ahorro, la madre sevillana Ana Perales defiende el modelo del banco de libros por una cuestión de sostenibilidad y por los valores que cree que ayuda a transmitir a sus hijos. “Antes, aunque algunos padres daban los libros usados o los revendían, la mayoría se acumulaban en casa y en el mejor de los casos acababan en el contenedor de reciclaje de papel. Esto es más respetuoso con el planeta, que ya estamos viendo cómo está. Y los niños aprenden que es mejor reutilizar que gastar más papel y talar más árboles”, dice. La jefa de estudios del colegio público Llebeig, en Dénia (Alicante), Ana López, menciona otras dos ventajas. “Como los libros los tenemos aquí, desde el primer día tienen todos los libros. Y eso ayuda a no tener que estar pendiente de cuando los compra cada uno. Y como el alumnado y las familias se comprometen a devolverlos en buen estado al final de curso, fomentamos que aprendan a cuidarlos y a ser responsables con el material”.
En el modelo más extendido, los bancos de libros abarcan desde tercero de primaria hasta el final de la ESO. En primero y en segundo de primaria los libros suelen estar hechos para que los niños escriban en ellos, de modo que no son reutilizables y solo parte de las comunidades con bancos de libros financia su compra para las familias. En muchos casos, las consejerías mantienen los bancos de los centros, entregándoles cada año una cantidad para financiar y reponer las existencias (normalmente, cada cuatro años, aunque con la entrada en vigor de la nueva ley educativa, que empieza a aplicarse este curso en los niveles impares, muchos centros están adelantando la renovación). Y como el dinero que entrega la consejería no siempre alcanza para todos los libros, los padres tienen con frecuencia que comprar algún libro. En el colegio de Ana López en Dénia, por ejemplo, solo el de inglés.
El sistema cuenta con mucho apoyo de las familias, como demuestra su crecimiento. En los territorios donde se han implantado, los centros públicos suelen estar obligados a ofrecer el servicio, mientras que para los padres es opcional sumarse o no (casi todos lo hacen). En los colegios concertados, en cambio, son los dueños los que deciden si se adhieren al programa, y su penetración es inferior.
Dos comunidades del PP desmantelaron sus bancos
A pesar de su éxito, la experiencia muestra que no son irreversibles —el modelo es eficiente, pero eso no significa que no tenga un coste para las arcas públicas: la Generalitat valenciana ha invertido, por ejemplo, 294 millones de euros en ocho cursos―. En Galicia, después de la victoria que llevó a Alberto Núñez Feijóo a la presidencia de la Xunta, en 2009, el sistema de banco de libros fue retirado y sustituido por otro dirigido a las familias con rentas bajas, aunque con el paso de los años, los colegios han ido aumentando sus existencias y hoy la gran mayoría de las familias de la escuela pública pueden acceder a él, afirma Rogelio Carballo, presidente de la confederación de Ampas gallega Confapa.
El sistema también fue desmantelado por el PP en Aragón tras su victoria en las elecciones autonómicas de 2011. “Lo que hicieron entonces muchas Ampas y las direcciones de algunos centros fue aprovechar los libros que ya había para montar sus propios bancos. Las familias tuvieron que empezar a poner dinero para reponer los libros, porque se quedaban viejos o se acababan rompiendo”, recuerda Miguel Ángel Sanz, presidente de la federación de asociaciones de familias de Aragón, Fapar. En 2015, cuando los socialistas volvieron al gobierno autonómico, el programa fue retomado, aunque todavía no ha llegado a ser tan completo como llegó a ser, añade Sanz. Para empezar a participar en el banco, las familias tienen que pagar 20 euros en primaria y 25 en secundaria. Y los libros de primero y segundo de primaria no han vuelto a ser gratuitos como antes de 2011.
El retroceso más reciente se ha producido este año en Murcia, donde el Ejecutivo regional, del PP, ha paralizado la extensión de su banco de libros a tercero de la ESO, como establecía su calendario de implantación. “Ha sido injusto”, afirma Isabel Saturno, presidenta de la asociación de directores de institutos públicos de Murcia, “porque las familias ya contaban con que recibirían los libros y para algunas ese gasto es un problema”.
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