Cómo superar el abandono escolar en América Latina
Superar la baja matriculación de los jóvenes en centros de formación profesional es clave
En marzo del 2020, la covid 19 obligó a la humanidad a realizar drásticas modificaciones en su modus vivendi y a las autoridades a tomar decisiones preventivas, masivas y radicales. Particularmente la suspensión de clases presenciales en —prácticamente— toda América Latina, puso al descubierto con total crudeza las desigualdades de acceso a la educación.
Al insuficiente acceso a las tecnologías, a la conectividad, y a recursos educativos en los hogares, se suma la incertidumbre de enfrentar un eventual incremento de la tasa de abandono escolar al comienzo del nuevo ciclo lectivo,...
En marzo del 2020, la covid 19 obligó a la humanidad a realizar drásticas modificaciones en su modus vivendi y a las autoridades a tomar decisiones preventivas, masivas y radicales. Particularmente la suspensión de clases presenciales en —prácticamente— toda América Latina, puso al descubierto con total crudeza las desigualdades de acceso a la educación.
Al insuficiente acceso a las tecnologías, a la conectividad, y a recursos educativos en los hogares, se suma la incertidumbre de enfrentar un eventual incremento de la tasa de abandono escolar al comienzo del nuevo ciclo lectivo, que podría hacer retroceder en niveles históricos los esfuerzos sostenidos de los países durante los últimos 30 años para incrementar las tasas de cobertura, especialmente en la educación secundaria.
Hasta la aparición de la pandemia, en América Latina la tasa de titulados en secundaria era, en promedio, de un 60%, es decir, de cada 100 niños que ingresaban a primer grado, 40 no se graduarían de la secundaria. Hoy, según Unesco, en algunos países, por cada 100 estudiantes correspondientes al 30% de la población de menores ingresos solamente 15 finalizarán sus estudios secundarios; 23 de cada 100 se graduarán si pertenecen al 30% de ingresos medios; mientras que más de 50 lo harán satisfactoriamente si pertenecen al 40% de ingresos más altos.
Respecto a la educación superior, si bien la cifra de estudiantes en la región ha crecido a más de 30 millones, según cifras del Observatorio de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la OEI, Iberoamérica posee un margen de crecimiento potencial en el acceso a la universidad mientras mantiene modestas tasas de titulación universitaria.
Según la OIT, 23 millones no trabajaban, no buscaban trabajo y no estudiaban. Es decir, muchos jóvenes no finalizan sus estudios secundarios, solo una minoría accede a la Universidad, y menos aún se titulan satisfactoriamente.
Esta realidad nos invita a repensar algunas estrategias de vinculación del sistema educativo formal y no formal con el mundo del trabajo. La formación técnico-profesional en sus diversos formatos podría constituirse en una oportunidad para continuar los estudios, acceder rápidamente al mercado de trabajo o, incluso, finalizar los estudios secundarios en programas combinados.
En el marco del esfuerzo regional que realiza la OEI, en Argentina se viene impulsando la Mesa de Educación y Trabajo de la que participan empresas, sindicatos, gobierno y universidades, iniciativa que ha identificado aspectos que inciden en la baja matriculación de los jóvenes en centros de formación profesional o de educación técnica superior, como la falta de articulación entre niveles y modalidades educativas, lo cual obstaculiza las trayectorias estudiantiles y reduce sus márgenes de elección.
Un sistema más integrado permitiría que los jóvenes opten por la formación profesional al término de la secundaria y que luego, esos estudios sean reconocidos por las universidades como créditos para continuar estudiando. También que la educación secundaria les provea formación técnica en algunas áreas del conocimiento o que, si abandonaron la escolaridad, puedan finalizarla mientras realizan estudios de formación profesional.
Un registro único de competencias profesionales permitiría a los empleadores acceder a la información de la evolución formativa de sus trabajadores pudiendo reconocer en el salario y jerarquía las competencias adquiridas y debidamente certificadas, como ya lo hacen el Sistema Nacional de Cualificaciones de España o la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina.
Este tipo de iniciativas contribuyen a una formación profesional y técnica más atractiva para los jóvenes. Asimismo, una oferta educativa más integrada entre niveles de enseñanza, con contenidos articulados, sistemas de créditos y flexibilidad de tránsito entre modalidades y niveles otorgará a los jóvenes más oportunidades para finalizar sus estudios y más herramientas para acceder al mundo del trabajo creando mejores condiciones de inclusión y movilidad social en la región.
Luis Scasso es director de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en Argentina.
Puedes seguir EL PAÍS EDUCACIÓN en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.