Mezclar asignaturas, la medida que llegó por la pandemia y va a quedarse en la escuela
Más de 50.000 alumnos de secundaria de cinco autonomías estudian con un modelo que facilita un aprendizaje más interdisciplinar y aplicado. La nueva ley educativa permitirá organizar así los tres primeros años de la ESO
Vista desde fuera, es la típica aula austera de la educación pública con sus pupitres verdes, luces de neón, rejas en las ventanas, una pizarra de las de toda la vida y un proyector, adaptada a las medidas anticovid: distancia entre las mesas, mascarillas y corriente cruzada. Lo que pasa dentro se sale, sin embargo, de lo común.
Los 15 alumnos de 1º B del Instituto Pare Vitòria de Alcoi no están en clase de Castellano ni de Valenciano, sino de “Ámbito Lingüístico”, en el que ambas lenguas se van intercalando mien...
Vista desde fuera, es la típica aula austera de la educación pública con sus pupitres verdes, luces de neón, rejas en las ventanas, una pizarra de las de toda la vida y un proyector, adaptada a las medidas anticovid: distancia entre las mesas, mascarillas y corriente cruzada. Lo que pasa dentro se sale, sin embargo, de lo común.
Los 15 alumnos de 1º B del Instituto Pare Vitòria de Alcoi no están en clase de Castellano ni de Valenciano, sino de “Ámbito Lingüístico”, en el que ambas lenguas se van intercalando mientras la profesora Yasmina Youfi les pide que lean y comenten poemas de Idea Vilariño, Gloria Fuertes y Alfonsina Storni y textos sobre Isabel Clara-Simó, y que busquen en sus tabletas definiciones en el Diccionario de la Real Academia Española. Los estudiantes tampoco tienen clases separadas de Matemáticas y Tecnología, sino un ámbito en el que ambas asignaturas se mezclan. Lo mismo sucede con Historia y Valores Éticos.
La fórmula pedagógica consistente en fusionar en una misma clase dos o tres materias hace que los alumnos relacionen conocimientos de disciplinas distintas y que su aprendizaje sea más aplicado y menos abstracto, lo que en la jerga educativa se llama trabajo por competencias. Hasta ahora se usaba básicamente en grupos de diversificación curricular, es decir, de alumnos que van mal y a los que se les adaptan los contenidos. Pero este curso se ha extendido a más de 50.000 estudiantes de clases ordinarias de centros públicos en cinco comunidades autónomas: Comunidad Valenciana (la que más lo practica), Galicia, Aragón, Baleares y Cantabria.
El sistema se ha visto impulsado como medida extraordinaria en primero de la ESO para mitigar la pérdida de aprendizaje causada por la pandemia. Pero la nueva ley educativa lo contempla de forma general, independientemente de la covid, y a partir de septiembre podrá usarse para organizar los tres primeros años de secundaria.
Un vínculo distinto
En agosto, Youfi y sus dos colegas de Ámbito Lingüístico en Alcoi eran escépticas. Después de seis meses de clase, sin embargo, han cambiado de opinión. “La estructura del castellano y el valenciano es muy semejante. Al darlas juntas evitamos repetir ciertas cosas o usar terminología distinta, algo que suele pasar cuando se estudian por separado, lo que confunde al alumnado. Y a la vez hacemos énfasis en las interferencias lingüísticas, explicando lo que es diferente en una y otra lengua”, afirma la profesora Rosa Delhom. “Al tener menos profesores”, prosigue su compañera, Gemma Pérez, “los niños se han adaptado mucho mejor en el paso de primaria a secundaria. Y como pasamos siete horas a la semana con ellos, se ha creado un vínculo que otros años no había”.
Marc, de 12 años, que acaba de terminar la clase con Youfi, está de acuerdo: “El cambio de la escuela al instituto no ha sido tan grande como esperaba y creo que ha sido por esto de los ámbitos. En primaria lo teníamos todo con la misma tutora, menos Música, Educación Física e Inglés. Y aquí, al tener varias asignaturas con las mismas profesoras, se nota menos”, comenta.
Instrumentos matemáticos
Las Matemáticas, continúa Emilia Soriano, que imparte un Ámbito Científico-Técnico en el Instituto Font de Sant Lluís de Valencia, se utilizan normalmente en su clase “como herramienta”, aunque es necesario dedicar ciertas sesiones a explicar contenidos clave. Estos días sus alumnos están calculando las medidas del huerto que están construyendo, y después trabajarán los decimales y las fracciones para elaborar un presupuesto con todo lo que deben comprar para montarlo.
Los estudiantes de Lucía Puchalt, que da Matemáticas combinadas con Biología, están midiendo cómo crecen las raíces de semillas que plantaron en recipientes transparentes, elaboran gráficos de su desarrollo, comparan la evolución en condiciones de exposición a la luz y a oscuras, hacen estadísticas con las medias diarias... “Están teniendo una formación de Matemáticas básica, que corresponde a su nivel, pero aplicada. No es que yo les cuente una gráfica y ya está”, dice.
Más trabajo y cooperación
El aprendizaje por ámbitos exige, coincide la decena de docentes consultados para este reportaje, más trabajo que el sistema tradicional, una elevada cooperación entre los departamentos implicados y recursos. “Aunque contamos con más profesores que otros años, no tenemos suficientes horas de coordinación para poder sacarle todo el rendimiento”, afirma Ramón Veiga, director del IES Felix Muriel de Rianxo, en A Coruña, que cree, con todo, que el aprendizaje por ámbitos ha llegado a su centro “para quedarse”. “El profesor de Física tiene que dar Biología, el de Lengua y Literatura tiene que dar un poco de Historia...”, dice Mercedes García, directora general de Innovación Educativa de Cantabria. “Obliga a replantear la práctica docente, y es complejo, porque tenemos el aprendizaje muy parcelado, pero a la larga la hace más rica”, continúa.
La fórmula no equivale al trabajo por proyectos, aunque puede combinarse con él, y también con la codocencia (dos docentes a la vez en el aula). La autonomía donde más fuerza ha adquirido es, con diferencia, la Comunidad Valenciana, en la que todos los grupos de primero de ESO de los 671 centros públicos y concertados tienen que agrupar seis materias en dos o tres ámbitos, y que el año que viene extenderá el sistema a segundo. “Al principio, la opinión de los directores estaba muy dividida. Digamos que un tercio estaba a favor, un tercio en contra y otro tercio no se decidía”, señala Antoni Picornell, presidente de la asociación valenciana de directores, “pero ahora la opinión general es que está siendo positivo o muy positivo”.
Combinaciones de disciplinas no previstas
Su consejería planteó los ámbitos como unas combinaciones de asignaturas fijas. Pero al final las dejó en manos de los centros, algo que según los directores les ha permitido organizarse mejor y apoyarse en las afinidades entre personas de distintos departamentos. Además de los ámbitos previsibles, como el científico-técnico y el lingüístico, han surgido otros, como fusionar Música con Lengua y Literatura que, según los profesores, están funcionando.
Sin negar las ventajas, algunos profesores, como es el caso de Lucía Puchalt, señalan que los ámbitos suponen una cierta vuelta a la escuela, a la época en que los cursos equivalentes a primero y segundo de la ESO se estudiaban en el colegio como séptimo y octavo de EGB. Y se preguntan si no tendría más sentido que se encargaran de ellos los maestros, que tienen una formación general, en vez de los profesores especialistas.
En Cataluña, donde los centros tienen un amplio grado de autonomía, la interdisciplinariedad en la red pública se concreta sobre todo en el trabajo por proyectos. Francina Martí, presidenta de la asociación de docentes catalana Rosa Sensat, es partidaria de reducir la excesiva parcelación de las disciplinas, sin que ello, advierte, vaya “en detrimento de los conocimientos”. “Lo importante”, afirma, “es que su adquisición esté en un contexto y tenga un sentido, que no sean, por decirlo así, conocimientos sueltos”.
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