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Netflix y Paramount inician una guerra de película: así se fraguó la operación por ser el nuevo rey de Hollywood

El pulso de las dos compañías por hacerse con el control de Warner abre una nueva etapa en la industria del entretenimiento con consecuencias aún por determinar para trabajadores y espectadores

“Después de más de 30 años ya tenemos una historia propia. Es cuestión de aprovechar las oportunidades para convertirnos en la mayor empresa de entretenimiento del mundo”, aseguraba hace un mes Ted Sarandos, consejero delegado de Netflix, en una charla informal con EL PAÍS durante la inauguración del ...

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“Después de más de 30 años ya tenemos una historia propia. Es cuestión de aprovechar las oportunidades para convertirnos en la mayor empresa de entretenimiento del mundo”, aseguraba hace un mes Ted Sarandos, consejero delegado de Netflix, en una charla informal con EL PAÍS durante la inauguración del primer centro temático de la plataforma de streaming en el mundo. Sus palabras han resultado proféticas.

Es un frío martes de principios noviembre, Sarandos, de 61 años, ha acudido a la fiesta de estreno del nuevo negocio de Netflix situado en un pequeño pueblo a las afueras de Filadelfia llamado King of Prussia, que acoge un gigantesco centro comercial del mismo nombre. Allí el grupo audiovisual ha abierto su nuevo negocio: un centro de entretenimiento temático con restaurante, tienda, salas de juegos, escape room y otras diversiones inspiradas en los personajes de sus series más populares como El Juego del Calamar, Las guerreras K-pop, Onepiece o Miércoles, una apuesta que el grupo quiere ir expandiendo poco a poco por todo el mundo. Sarandos viste un traje azul hecho a medida y deportivas de un blanco inmaculado que le hacen parecer más joven. Echa balones fuera cuando se le pregunta sobre una supuesta oferta por Warner Bros Discovery por la que también compiten Paramount Skydance y Comcast. En aquel momento, la propuesta de Netflix es apenas un rumor sin confirmar, pero el directivo no lo desmiente.

Una semana después, Sarandos visita el Despacho Oval para reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante más de una hora. Quiere anticiparle su intención de hacerse con los icónicos estudios cinematográficos de Warner Bros y su negocio de streaming, en el que figura HBO y todo el catálogo de series y películas que le brindaría a Netflix títulos como Juego de Tronos o la franquicia de superhéroes DC, con Batman, Superman y La Liga de la Justicia entre otros. Además, HBO le permitiría sumar otros 130 millones de suscriciones a los 300 millones que ya tiene su plataforma. Netflix calcula que con el nuevo catálogo podría construir sagas y productos que den beneficios durante la próxima década. Sarandos defiende que si la operación sale adelante no resultará un monopolio porque explica que Youtube, Disney o la Fox están por delante en audiencia. Su interlocutor le insinúa que no se va a inmiscuir en la operación porque, como hombre de negocios que es, cree que Warner Bros se debe vender al mejor postor. Así que Sarandos sale satisfecho de la reunión con el mandatario republicano, con el que mantiene cierta amistad.

Sarandos, hijo de un electricista y un ama de casa, sabe del negocio: es un cinéfilo empedernido. De joven trabajó en el videoclub de un centro comercial de Phoenix, su ciudad natal, recomendando películas a los clientes. Es a grandes rasgos algo parecido a lo que hace la plataforma con su algoritmo. Hoy es el máximo ejecutivo de Netflix junto con Greg Peters, con quien comparte la dirección del grupo.

Fundada en 1997 como una empresa de alquiler de DVD por correo postal, Netflix no tardó en lanzarse al streaming en 2007 cuando se propuso conquistar los hogares ofreciendo películas y series online bajo demanda. Seis años después cambió el destino de la compañía al emitir su primera producción propia, House of Cards, que se convirtió en un éxito inmediato. Hoy Netflix lidera el negocio del streaming, cuenta con 300 millones de suscriptores, casi tantos como el resto de competidores, emite eventos en vivo, gestiona publicidad, está licenciando productos de sus series más populares y tiene una agresiva estrategia para ampliar sus negocios.

Tras visitar La Casa Blanca, Sarandos vio el camino despejado y ordenó lanzar el último ataque por el imperio fundado en 1923 por los hermanos Warner. El jueves 4 de diciembre, mientras Sarandos acudía al estreno de un documental sobre el aniversario de la revista The New Yorker, se conoció el veredicto de Warner Bros. Discovery (WBD): el consejo aprobaba la venta de sus estudios a Netflix por 83.000 millones de dólares, con el compromiso de absorber más de 10.000 millones de deuda. En el acuerdo se excluye expresamente el negocio de televisión por cable, en el que se agrupan las cadenas CNN, TNT, TBS y Discovery Channel entre otras. De concretarse, la operación superaría la adquisición de 21st Century Fox por parte de Disney en 2019 por unos 72.000 millones de dólares y supondría el fin, tal y como los conocemos, de los legendarios majors de Hollywood que nacieron a principios del siglo pasado.

“La transacción no solo redefine el mapa competitivo del streaming, sino que coloca a Netflix en una posición inédita al integrar el vasto catálogo de Warner Bros., que alberga algunas de las franquicias más lucrativas del mundo. Representan activos estratégicos que permiten diversificar audiencias, impulsar productos derivados y expandir la presencia global en mercados donde la competencia se ha intensificado”, explica Antonio Di Giacomo, Analista Senior de Mercado de XS.com.

El equipo de Netflix lleva varias semanas preparando la operación en secreto y cuando se enteran de la decisión de Warner descorchan el champán. “Se que a algunos les sorprende que hagamos esta adquisición, y entiendo perfectamente por qué”, aseguró Sarandos durante una conferencia a analistas al día siguiente para explicar la operación. “A lo largo de los años se nos ha conocido por ser constructores, no compradores”.

El sabor de la victoria solo les duró unos días. El lunes siguiente, Paramount Skydance presentó una opa hostil para hacerse con todo el grupo Warner Bros Discovery por 108.400 millones de dólares, con deuda incluída, en uno de las mayores operaciones empresariales de la historia del celuloide. Paramount quiere frustrar el acuerdo de Netflix y presiona con los reguladores de competencia.

El movimiento, calificado como audaz y agresivo por los analistas, ha desatado una de las mayores batallas que se recuerdan en la industria del entretenimiento. Una guerra con todos los ingredientes para convertirse en un culebrón, dinero, egos desmedidos, sagas familiares millonarias, implicaciones políticas, la Casa Blanca de por medio, traiciones y sobre todo, un final abierto, que amenaza con transformar la centenaria industria del cine y de las producciones audiovisuales.

En el sector no se ve con buenos ojos ninguna de las dos operaciones. Guionistas, productores y salas de cine consideran que reducirá la competencia, supondrá miles de despidos y perjudicará a un sector dañado por el auge del streaming, que ha convertido la producción en un proceso propio de una fábrica. Aunque se producen más contenidos que nunca, se pagan peores sueldos, el trabajo es más inestable y los productos suelen ser de peor calidad para satisfacer el consumo frenético de las descargas, un negocio que está destrozando a las tradicionales cadenas por cable.

Sarandos ha querido despejar algunas dudas. Se ha comprometido a mantener los estrenos en sala tal y como venía haciendo Warner, pero en el sector recuerdan que el ejecutivo siempre cuestionó los cines. Por su parte, Paramount prometió mantener empleos, pero asegura que logrará ahorros de cerca de 5.000 millones si logra sacar adelante la opa hostil. Mientras, ya está despidiendo a trabajadores.

Inicio de las hostilidades

En realidad, la pelea empresarial comenzó un par de meses antes de la visita de Sarandos a King of Prussia con un anhelo: David Ellison, el nuevo dueño de Paramount Skydance, está obsesionado con crear un imperio cinematográfico.

David, de 42 años, es hijo de Larry Ellison, fundador del gigante tecnológico Oracle, y el segundo hombre más rico del mundo. El joven Ellison había probado en el mundo de la interpretación, pero pronto se dió cuenta de que no valía para estar delante de las cámaras. Así que montó un pequeña productora, Skydance, que enseguida tuvo éxito con películas como Top Gun: Maverick, Guerra Mundial Z o la saga de Misión Imposible. Pero David es ambicioso como su padre: Tras unas duras negociaciones, en septiembre logró cerrar la compra de Paramount por 8.000 millones de dólares en una operación en la que el pez chico se come al grande. Aprovechó los recursos familiares para hacerse con la productora nacida en Hollywood en 1914, en el paquete también figuraba los canales de televisión por cable CBS, MTV, Nickelodeon o Comedy Central.

Su hermana, Megan Ellison también recurrió el dinero de su progenitor para probar fortuna en la industria del cine: fundó la productora Annapurna y con más ambiciones artísticas que su hermano, produjo películas galardonadas por la academia como Her o La noche más oscura. Pero Megan no tiene el olfato para los negocios de David.

Los dos hermanos crecieron con su madre, la tercera de las cuatro esposas de Larry Ellison, en una granja de caballos en Woodside, cerca de la Bahía de San Francisco, donde su padre tenía una suntuosa propiedad inspirada en un palacio japonés del siglo XVI. Su madre fue una figura esencial, que les inculcó el amor por el séptimo arte. Todos los domingos los llevaba al cine para disfrutar de los estrenos de la semana. En su casa tenían una colección de más de 2.000 cintas de VHS. Durante los veranos viajaban con su padre por todo el mundo a bordo de un superyate bautizado como Ronin, de casi 60 metros de eslora y diseñado por Norman Foster.

Los Ellison no ocultan su estrecha amistad con Trump. Larry Ellison es uno de los grandes donantes del partido republicano. El presidente ha respaldado en público las operaciones del dueño de Oracle y su hijo. David también compró en octubre Free Press, un medio digital conservador dirigido por Bari Weiss, una antigua periodista de la sección de Opinión de The New York Times, que se ha convertido en azote de los medios tradicionales y en una voz con mucho predicamento entre los republicanos y el mundo MAGA (Make America Great Again), partidarios de Trump. Ellison ha colocado a Weiss al frente de CBS confirmando el giro conservador de los medios tradicionales gracias a los aliados del presidente.

Trump, además, ha escogido a su amigo Larry Ellison para participar en el grupo de empresarios estadounidenses que se quedará con la filial de TikTok tras un acuerdo con Pekín.

Tras la compra de Paramount, la familia se ha convertido en una de las sagas más poderosas del mundo con un conglomerado de canales de televisión, medios de comunicación, radios, plataformas de entretenimiento y estudios de cine, bajo el paraguas de una marca histórica en la industria audiovisual de Hollywood.

Pese a todo, David Ellison quiere la guinda del pastel. Tras hacerse con Paramount, que cuenta con unos 80 millones de suscriptores, necesitaba al grupo Warner (WBD) para convertirse en el líder mundial del entretenimiento. Precisa el catálogo de películas y series de Warner Bros Discovery para sumar los 130 millones de abonados de HBO y disputarle a Netflix la hegemonía del negocio del streaming. Los estudios del gigante de Hollywood le permitirán digitalizar los procesos, utilizar la inteligencia artificial para reducir costes, y multiplicar las producciones. Además, controlaría la CNN y reduciría la oposición mediática a Trump.

Quizá por eso en Paramount presumen de que tendrá menos problemas regulatorios. Y es posible que sea verdad a tenor de las palabras de Trump el pasado domingo cuando aseguró que participará en la revisión del proceso de fusión entre Netflix y Warner. “El acuerdo podría ser un problema” por el tamaño del gigante resultante, dijo. “Tienen una cuota de mercado muy grande”, insistió el republicano. “Y cuando tengan a Warner Bros, esa cuota aumentará muchísimo. Así que participaré en esa decisión”, avisó el mandatario estadounidense.

La opa hostil presentada este pasado lunes por Paramount consiste en una oferta de 30 dólares por acción íntegramente en efectivo por todo el perímetro de WBD. Es muy parecida a la última proposición que Ellison había presentado al consejo de Warner tan solo cuatro días antes. El montante total asciende a unos 108.400 millones, incluyendo deuda, superior a la de Netflix, de unos 83.000 millones, también con deuda.

La propuesta de Paramount está financiada por unos 11.800 millones aportados por los recursos familiares de los Ellison y otros 24.000 millones aportados por fondos soberanos de Arabia Saudí, Abu Dabi y Qatar. El fondo Apollo, Redbird Capital Partners y Affinity Partners, el vehículo de inversión de Jared Kushner, el yerno de Trump, también participan. El presidente mantiene unas excelentes relaciones con los reinos de Oriente Próximo. Le regalaron un avión y hacen negocios juntos.

El acuerdo firmado por Netflix prevé un abono de 27,75 dólares por acción a pagar en efectivo y en acciones pero la oferta es solo por la filial de Warner que agrupa los históricos estudios cinematográficos, el catálogo de series y películas, con clásicos como Casablanca, Cantando bajo la lluvia, El Padrino o La chaqueta metálica, y el canal de streaming HBO, con una gran reputación en el sector con producciones de calidad como Los Soprano, Friends, o The Wire.

Netflix deja fuera del contrato con Warner el negocio de televisión por cable con la cadena de noticias CNN, TNT y Discovery, valoradas por los analistas entre dos y cuatro dólares por acción. Las dos propuestas son difíciles de comparar porque se dirigen a diferentes perímetros del negocio. En realidad, la valoración que se haga por esas cadenas de televisión por cable será lo que diferencie las dos ofertas.

El acuerdo firmado ya por Netflix incluye una cláusula de penalización de 2.800 millones, que tendría que pagar WBD si decide romper el contrato. Por su parte, la empresa dirigida por Ted Sarandos debería abonar 5.800 millones si fracasa el acuerdo por su culpa o no logra las autorizaciones de competencia en un plazo de año y medio.

Sarandos aseguró el pasado lunes a sus accionistas que no le sorprendía la reacción de Paramount y que está bastante seguro de que el acuerdo con Warner Bros. El histórico estudio tiene hasta el lunes 22 de diciembre para pronunciarse sobre la oferta de Paramount. Netflix se guarda la posibilidad de igualar la oferta de los Ellison.

La ofensiva de la negociación

La cláusula de compensación es una de las condiciones que inclinó la balanza para que el tercer personaje de este culebrón, David Zaslav, consejero delegado de Warner Brothers Discovery, aceptase la oferta de Netflix sobre la de Paramount Skydance. Para entender la batalla entre las dos empresas hay que comprender primero a Zaslav y dónde llevó a un icono como la Warner.

Nacido en el seno de una familia judía de Brooklin hace 65 años, Zaslav tuvo una fulgurante carrera como ejecutivo en la cadena NBC, donde participó en el lanzamiento de todos los canales de cable del grupo. Pronto empezó a codearse con los grandes de la industria al convertir Discovery en una de las compañías mejor posicionadas en el negocio de la televisión por cable, con emisiones como Eurosport o canales de viaje y naturaleza. Pero su gran jugada se produjo en 2021, cuando convenció a los accionistas para fusionarse con Warner Bros para crear un coloso del sector y convertirse en uno de los ejecutivos mejor pagados con un salario de casi 52 millones de dólares. La operación no resultó demasiado bien, las acciones se desplomaron, los operadores sufrieron constantes recortes de costes y los espectadores apenas han podido disfrutar de algún buen estreno, más allá de Barbie, con producciones de peor calidad enfocadas al streaming.

Por eso, desde hace un par de años busca una salida. Lleva muchos meses conversando con David Ellison, que había mostrado interés antes de convertirse en un magnate de la industria, pero sin concretar nada hasta el pasado septiembre, cuando se precipitaron los acontecimientos una vez que Skydance pudo cerrar la compra de Paramount.

Unos meses antes Zaslav había decido escindir Warner Bros. Discovery en dos filiales, en una estarían los activos más rentables que incluye los históricos estudios de Hollywood, el catálogo cinematográfico y la plataforma de streaming con HBO y sus series. En la otra se agrupará el negocio de televisión por cable con CNN, Discovery y el resto de cadenas, un sector en declive por el auge por el auge de las plataformas que ofrecen contenido online.

Los documentos registrados por Paramount ante el supervisor bursátil de Estados Unidos (SEC) permiten hacer una reconstrucción pormenorizada de las negociaciones, que empezaron a principios de septiembre con una oferta de 19 dólares por acción y tras intensas conversaciones finalizaron el pasado jueves 5 de diciembre con varias llamadas y mensajes de texto desesperados con la oferta de 30 dólares. Para entonces los ejecutivos de Warner ya habían tomado una decisión y ni siquiera descolgaron los móviles ni respondieron a los insistentes mensajes de Whatsapp que enviaban desde Paramount.

Los analistas achacan a la soberbia de los Ellison el fracaso de la operación. La primera propuesta de 19 dólares era muy baja y en público alardeaban de que su proximidad con Trump les evitaría problemas regulatorios. Pero Zaslav no se conformaba. El 21 de octubre decidió invitar a otras empresas a presentar otras ofertas. Aparecieron Netflix y Comcast, propietaria de NBC Universal y Peacock. Las negociaciones a tres bandas se precipitaron.

Zaslav siempre receló de las intenciones de Ellison. No aceptó ninguna de las seis propuestas formales que le presentaron desde septiembre. Durante ese periodo celebraron cenas y comidas privadas para tratar de acercar posturas, algunas con la familia, en la casa de Zaslav en Woodland Drive, una de las propiedades icónicas de Hollywood.

Y aunque se habían hecho algunos progresos no fueron suficientes. El consejo de Warner Bros había mostrado su preocupación por la estructura de la financiación y el origen de los inversores no estadounidenses, puesto que Arabia Saudí, Qatar, Abud Dabi y la china Tencent, figuraban entre los principales financiadores. Temían que pudiera provocar un escrutinio por parte del comité de inversión extranjera de Estados Unidos, que revisa los riesgos para la seguridad nacional de la inversión extranjera. Ellison prometió prescindir de Tencent, pero el resto de inversores de Oriente Próximo se mantuvieron.

Paramount aseguró que ni los fondos soberanos, ni el vehículo inversor del yerno de Trump reclamarán puestos ejecutivos y renuncian al derecho de gobernanza, puesto que solo consideraban la inversión desde el punto de visto financiero.

Tras conocer que Warner se decantaba por Netflix, David Ellison se sintió engañado y traicionado. El jueves por la noche estaba desesperado al enterarse de que su empresa se quedaba en fuera de juego. Sus abogados enviaron una carta cuestionando la imparcialidad del proceso. Según la documentación presentada ante la SEC, “el consejo de Warner (WBD) decidió ese crucial 4 de diciembre no hacer ningún esfuerzo por hablar con Paramount o sus representantes sobre nada”. Paramount incluso trasladó a los ejecutivos de Warner que estaban dispuestos a mejorar la oferta, pero al otro lado solo encontraron silencio. No hubo respuesta.

“La prioridad principal de la junta, más que la valoración, era elegir un postor que pudiera firmar inmediatamente, resistir el escrutinio del regulador y cerrar en los término requeridos”, según una fuente del consejo de WBD a Financial Times.

Las diferentes biografías publicadas dibujan a Larry Ellison como un personaje despiadado y sin escrúpulos. Apodado el samurai de silicon valley, por su carácter competitivo, cuando su hijo tenía apenas 13 años se compró un avión de combate, réplica de la Segunda Guerra Mundial, para aprender a volar juntos. Dicen que los Ellison nunca se dan por vencidos y la batalla no ha hecho más que empezar. Como dijo David Ellison el lunes durante una entrevista en el canal de noticias CNBC: “Estamos aquí para terminar lo que empezamos”.

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