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Jerome Powell y el tonto de la ducha

En la recta final de su mandato, el presidente de la Fed está demostrando amplitud de miras desatendiendo las constantes amenazas de Donald Trump

Decía Milton Friedman en los años 70 del siglo XX, en pleno apogeo de la Escuela de Chicago, que cuando un tonto se ducha suele ajustar la temperatura con precipitación y brusquedad, incrementando de forma desproporcionada la posibilidad de quemarse o congelarse. Con esta metáfora pretendía alertar de los peligros de una política monetaria demasiado agresiva o reactiva, y de cómo un banco central, que intenta ajustar la economía demasiado rápido, puede terminar causando más daño que beneficio. La idea planteada por el premio Nobel es que las decisiones en las políticas diseñadas para cambiar el curso de la economía deben implementarse lenta y ordenadamente en lugar de actuar con precipitación.

El actual presidente de la Reserva Federal, que de tonto tiene bien poco, es muy consciente de esta problemática. En la recta final de su mandato está demostrando amplitud de miras desatendiendo las constantes amenazas de Donald Trump para que rebaje los tipos de interés drásticamente.

Jerome Powell prefiere ser comedido y lleva tiempo planificando un paulatino proceso de retirada de estímulos, adaptándolo a la desaceleración del mercado laboral y a una inflación del 3%. Comenzó recortando tipos en septiembre de 2024 y, tras una pausa en los primeros nueve meses del año, ya sitúa la banda baja de la Reserva Federal en el 3,75%. Además, a partir de diciembre, finalizará el Quantitative Tightening o ajuste Cuantitativo y la Fed dejará de reducir su balance, una medida de restricción monetaria, que se ha venido implementando durante tres años y que ha devuelto el balance a niveles prepandémicos en términos de PIB. Esta decisión se adopta ahora debido a la fuerte caída de las reservas bancarias depositadas en la Fed, que se encuentran en mínimos de cinco años —situándose en tres billones de dólares— y a las tensiones de las últimas semanas en el mercado de liquidez.

El SOFR —referencia entre entidades financieras para los préstamos a un día garantizados por letras del Tesoro—, ha llegado a cotizar por encima del IORB —tipo de interés sobre las reservas bancarias en la Fed— cuando lo lógico y normal es que sea al contrario. En la práctica, mensualmente, dejarán de retirarse 40.000 millones de dólares del sistema financiero. Todo ello mediante un nuevo esquema por el que irá compensando con bonos del Tesoro los 35.000 millones de vencimientos en MBS —bonos hipotecarios—, adoptando por primera vez, desde finales de 2017, una política de balance neutral.

La combinación de esta medida, junto a la reactivación de las rebajas de tipos que la Fed implementó en septiembre, son buenas noticias para los activos de riesgo. Si bien es cierto que las recortes en las tasas de interés son infrecuentes en los ciclos económicos que se estiran —desde 1980 solo ha ocurrido en 1985 y en 1998—, el retorno promedio histórico en los 12 meses siguientes suele ser del 25%. En definitiva y volviendo a Friedman, mejor agua tibia que demasiado caliente, e ir despacio y seguro para no quemarse.

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