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GS Inima, una antigua joya pública que pasa a manos emiratíes

La empresa de gestión del agua fue comprada en agosto por Taqa, energética estatal de Abu Dabi, por 1.200 millones de dólares

El agua es uno de los elementos más valiosos del planeta. Gestionar bien los recursos hídricos es una fuente de riqueza económica y social para cualquier país. Pero el cambio climático, con sus recurrentes sequías e inundaciones, y el esperado incremento del 1% del consumo mundial en los próximos 30 años, según Goldman Sachs, la han convertido en un recurso cada vez más escaso. Algo que ha transformado este preciado bien en un negocio rentable.

A mediados de los años cincuenta del siglo XX, el extinto Instituto Nacional de Industria (INI) apostó por la creación de una empresa especializada en el tratamiento de agua. Con el nombre de Inima construyó la primera planta desaladora por ósmosis inversa del mundo en Cabo Verde en 1968 y dos años después la primera desaladora en España, en Lanzarote.

La actual GS Inima no ha parado de crecer en sus más de 60 años de vida, en los que también ha pasado por varios dueños. Del INI primero y la Sepi después, fue privatizada en 1998 con su venta a la constructora OHL (hoy OHLA). En 2012 fue adquirida por 231 millones de euros por GS Engineering & Construction Corporation, una multinacional cotizada de Corea del Sur, creada tras una escisión del grupo LG. El pasado año, la asiática le colgó el cartel de “se vende” y, tras varias ofertas, la energética emiratí Taqa se ha llevado el gato al agua. La estatal de Abu Dabi —conocida en España por su fallida oferta pública de adquisición (opa) sobre Naturgy—, con negocios en el sector del agua, el petróleo y la electricidad, ha cerrado la adquisición por 1.200 millones de dólares. Inima ha declinado valorar la operación, que se hizo pública en agosto.

La firma se centra en el diseño, construcción, financiación y la operativa a largo plazo de todo tipo de plantas de tratamiento de aguas (residuales, potabilizadoras o desalinizadoras), además del suministro, abastecimiento y gestión comercial en diferentes ciudades. Cuenta con una plantilla de 2.000 empleados, 600 en España, y una cartera por valor de 10.400 millones de euros, “solo con lo contratado, sin añadir expectativas”, concreta Marta Verde, consejera delegada de GS Inima. Su facturación en 2024 creció un 11%, hasta los 388 millones de euros, y su ebitda fue de 106 millones. “Este año ha supuesto un crecimiento significativo, mayor, nos vamos a acercar a los 600 millones en 2025 por los nuevos proyectos”, subraya la directiva. Una subida que Verde aspira a mantener en los próximos años en más de 500 millones.

El negocio concesional, el principal, que supone un 78% de su facturación, es transversal a todas las verticales. Sus contratos a largo plazo (hasta 35 años) implican un bajo riesgo económico, aunque, como cita la directiva, una licitación puede tardar en resolverse entre cuatro y cinco años, y con suerte sale una de cada diez. “Las concesiones dan estabilidad a la compañía y a su cartera de proyectos”, explica. Además, justifica Verde, que este tipo de negocio es una buena manera de entrar en los mercados y de hacerlo con vocación de permanencia. “No somos unos oportunistas. No llegamos, recogemos y nos vamos. Como poco vamos a estar 20 años. Entendemos el negocio del agua como un compromiso con el país”.

Actualmente, GS Inima gestiona 36 concesiones en 13 países y está presente en cuatro de los cinco continentes, salvo en Australia. Su cartera internacional predomina frente a la nacional, por el tamaño de los proyectos. Chile, México, Estados Unidos, Vietnam, Corea, Brasil, Argelia, Omán o Abu Dabi son algunos de sus destinos más relevantes. “Brasil supone alrededor de un 30% de nuestro negocio y estamos entre las cinco empresas más importantes del sector en el país. Oriente Próximo asume un porcentaje similar, sobre todo en el negocio de la desalinización, y nos posicionamos entre las cuatro más relevantes”, confirma Verde.

En Brasil, el grupo cuenta con varios planes de envergadura. Entre ellos, el abastecimiento de agua a grandes poblaciones como Brodowski o la gestión en Vitória (capital del Estado Espírito Santo) de casi la mitad de las aguas residuales para transformarlas en agua limpia y en el que se invertirán 43,2 millones de euros. También en junio de este año y en este mismo Estado, GS Inima se ha adjudicado el proyecto Bloque 1 para el tratamiento y depuración de aguas residuales y su distribución a 35 municipios. Un contrato a 25 años al que se destinarán 870 millones de euros.

En Oriente Próximo destacan, entre otros, la puesta en marcha de la planta desaladora Barka V en el sultanato de Omán, con una capacidad de 100.000 m³/día. También acaban de cerrar la financiación del proyecto Ghubrah III, la mayor planta desalinizadora del país, con una inversión de 370 millones de dólares. En Abu Dabi gestionan el proyecto Shuweihat 4, una de las plantas desalinizadoras más grandes de la zona, en este caso en colaboración con su comprador Taqa.

España y Portugal

España y Portugal (los dos únicos países de Europa en los que opera GS Inima) también están en su cartera de negocio, aunque, de momento, en menor medida. En el país vecino construirán la primera planta desaladora en la zona del Algarve, con una inversión de 100 millones de euros. “Tenemos muchos ojos puestos encima. Es la primera de gran capacidad del país y cubrirá aproximadamente el 20% del consumo urbano de agua en esta zona”, indica.

Mientras, en España, que recoge un 20% del peso del negocio, GS Inima participa, entre otros proyectos, en la modernización y digitalización del sistema de depuración de aguas residuales de Numancia de la Sagra (Toledo), la digitalización del ciclo integral del agua en Soria, en la planta de bioreciclaje en Cádiz, en la operación y mantenimiento de las desaladoras de Alicante y Valdelentisco (Murcia) o en la extensión de concesiones del ciclo integral del agua en los municipios cántabros de Noja y Marina de Cudeyo.

Una larga lista de destinos y proyectos que no impiden a la empresa otear otros horizontes. “Queremos intentarlo de nuevo en Arabia Saudí, donde no ganamos la licitación a la que nos presentamos hace tiempo. Queremos explorar Europa, sobre todo Italia en el sector de la desalación o potenciar Chile. Buscamos expandirnos poco a poco, no llegamos a 17 países a la vez”, subraya.

Pero no solo de agua vive GS Inima. Hace casi una década, la compañía decidió entrar en el sector de la energía fotovoltaica por el alto consumo de las desalinizadoras. “Era una necesidad básica y una tendencia del mercado. El nexo agua y energía es ineludible si queremos cumplir con los compromisos ESG”. De momento tienen 16 plantas pero no van a convertirse en una fotovoltaica. “Esta línea es un complemento para ser más competitivos. Solo suma un 3% de la facturación”, concluye.

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