Carina Cabezas (Sodexo): “Invité a los astronautas de la NASA a mi comunión y contestaron”

La consejera delegada de la empresa de servicios de origen francés se define como una persona optimista, histriónica y perseverante a la que le gusta soltar frescas de vez en cuando

Carina Cabezas, presidenta de Sodexo, en una imagen cedida por la empresa.

Carina Cabezas (Barcelona, 1967) se define como una persona optimista, histriónica y perseverante, a la que le encanta la gente y, en su afán de disrupción, a veces le gusta soltar alguna fresca y quedarse tan tranquila: “Es divertido ver la reacción de los demás”, dice. La consejera delegada en España de la firma de servicios de origen francés Sodexo asegura que le debe a su padre gran parte de la confianza que tiene en sí misma. Es su gran referente. “Él me dijo ‘tú llegarás adonde quieras ...

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Carina Cabezas (Barcelona, 1967) se define como una persona optimista, histriónica y perseverante, a la que le encanta la gente y, en su afán de disrupción, a veces le gusta soltar alguna fresca y quedarse tan tranquila: “Es divertido ver la reacción de los demás”, dice. La consejera delegada en España de la firma de servicios de origen francés Sodexo asegura que le debe a su padre gran parte de la confianza que tiene en sí misma. Es su gran referente. “Él me dijo ‘tú llegarás adonde quieras llegar y serás lo que quieras ser’. Iba contracorriente en aquella época, que para una mujer era complicada. Mi padre fue mi gran impulsor y esa frase me ha marcado toda mi vida. Es la que necesitamos oír las mujeres de hoy en día”.

Pregunta. De pequeña quería ser astronauta, ¿qué pasó?

Respuesta. Era muy chiquitina cuando Neil Armstrong pisó la Luna y tengo esa imagen junto a mi madre: un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad. Y recuerdo que desde ese momento decidí que quería ser astronauta, quería ir a la Luna. Y luego, como se me daban bien las ciencias, y había una relación entre mi ambición de todo aquello que era el universo, con la física y las matemáticas, que es lo que estudié. Pero la cruda realidad es que en España no había presupuesto para invertir en ese tipo de investigación, a pesar de que teníamos el Instituto Astrofísico de Canarias, donde tuve la gran oportunidad de poder terminar la carrera. Y entonces te convertías en un profesor de universidad, la Física no tenía tantas salidas en aquel momento. Así que cogí mis maletas y decidí que esa no iba a ser mi vida. Pero he sido y sigo siendo una gran aficionada. Me encanta la ciencia y todo lo relacionado con el cosmos. Es una de mis grandes pasiones. Aunque mi vida es una vida normal. Me he casado, he tenido tres hijos... Eso de otra manera hubiera sido más complicado.

P. He leído que escribió a la Nasa, ¿para qué?

R. Pues escribí a los astronautas de la NASA para invitarles a mi comunión. Tenía ocho años y, como estaba loca por el espacio, iba siguiendo el Apolo 11, el 12, el 13, todos los Apolo, y no se me ocurrió otra cosa que invitarles a mi comunión. Qué tonta, ¿no? Escribí una carta y llegó. Y me encontré con un sobre amarillo de respuesta en el buzón diciéndome que, por supuesto, los astronautas no podían acudir a mi fiesta, pero me mandaron unas magníficas fotografías que se hicieron desde la Luna, firmadas por todos ellos y avaladas por la NASA, y las tengo colgadas en mi casa porque me hizo una ilusión enorme. Fue el regalo más importante de mi vida.

P. ¿Cuáles son sus principales aficiones?

R. Soy un poco rarita. Lo que más me gusta es encontrar fallos de raccord. Me gusta ver películas 18 veces y buscarles errores de montaje. Luego me meto en algunos foros de internet, donde hay locos como yo, y los comentamos. Puede parecer aburrido, pero no lo es. El tipo de películas que me gustan son de ciencia ficción y muchas de ellas se hacen por ordenador, con lo que los errores de montaje son muy frecuentes. Incluso en Interstellar, con su calidad y presupuesto, he encontrado fallos. Soy muy cinéfila.

P. ¿Cuánto tiempo le dedica a los errores de raccord?

R. Le dedico la hora de la siesta de los sábados y no siempre porque mi marido quiere ver otro tipo de géneros.

P. ¿Qué otros hobbies tiene?

R. Me encanta el deporte, practico esquí en invierno todos los fines de semana y bicicleta en verano junto a mi marido, lo que nos permite pasar más tiempo juntos. Hemos hecho el Camino de Santiago cuatro veces en bicicleta y pensamos hacerlo una quinta. También me encantan los animales, soy una amante de los perros. Estoy siguiendo mucho algunas páginas web donde hay perritos ancianos que pasan sus últimos años en protectoras de animales y mi intención es adoptarlos. Ahora los apadrino, voy a visitarles, pero mi intención es tener en casa, además de a mis dos perros, dos o tres más abuelitos, a los que dar todo el cariño en sus últimos días. Sé que me va a llenar muchísimo. Y tengo otra afición: con un grupo de personas en ratos libres vamos a casas de abuelitos que viven solos a pintárselas. Porque a los 80 años son capaces de hacer su vida, pero no de pintar, ni tienen dinero para poner en orden su casa. Lo hacemos el sábado o el domingo. Y están muy agradecidos.

P. Tuvo cáncer y quiso contarlo. ¿Qué cree que ha aportado su ejemplo?

R. Cuando me detectaron el cáncer de mama, lo primero que hice fue reunir a las mujeres de mi equipo para contarles que me iban a operar y me di cuenta de que ninguna de ellas se hacía revisiones anuales. Me enfadé mucho. Y comprobé que estábamos muy mal en prevención y el cáncer de mama se cura si lo coges a tiempo. No lo cogeremos a tiempo las mujeres si no nos hacemos la revisión. La gran aportación es la prevención, no tener miedo a hacer la revisión. Tenemos que enseñar a las mujeres a hacerse una revisión al año. Ese ha sido siempre mi mensaje. El problema no es detectarlo, es detectarlo a tiempo. Una de cada ocho mujeres tendremos cáncer de mama. Es una lotería que nos puede tocar a todas, pero nos puede tocar a tiempo.

P. ¿Sabe desconectar?

R. A medida que me hago mayor [No tan mayor... tengo disforia de edad] me cuesta más. Hasta ahora mi fin de semana ha sido con la familia, he necesitado desconectar para estar al 100% en esos momentos con ellos. A veces no puedes desconectar porque han quedado temas pendientes del viernes, algo que no hay que hacer nunca. Ahora que mis hijos son mayores, que no requieren todo el esfuerzo, me cuesta más desconectar. Tengo más tiempo para mí, que es muy bueno porque no me lo he podido dedicar estos años, pero mi cabeza está más libre y puede ser malo en algún momento.

P. ¿Qué hace cuando tiene ese tiempo libre para usted?

R. Hago de todo. Hago jardinería. Veo películas, puedo enchufarme tres o cuatro horas. Voy a las protectoras de animales. Tengo más tiempo para ponerme cremas. Para descansar. Y para pensar. Creo que habría que dedicar media hora de tu vida al día solo a pensar, en lo que sea, y eso sí lo hago después de cenar.

P. ¿Se cuida?

R. Desde que tuve el cáncer me cuido. Hago deporte de verdad y como bien. Aunque soy golosa y a veces me como un donut. La clave es comer poco. Es la manera de vivir muchos años con calidad de vida.

P. ¿Tiene estrés?

R. No me da tiempo a tener estrés. Estoy fenomenal y, como dedico parte de mi vida a hacer deporte, que va muy bien para la cabeza, y tengo un equipazo, pues soy feliz.

P. ¿Es caprichosa?

R. Yo diría que no, pero si preguntara a mi marido o a mis hijos dirían que sí. Y si fuera a mi madre diría que la más caprichosa del universo, con lo cual vamos a quedarnos con que sí que suelo ser caprichosa. Aunque más que caprichosa, soy una persona que cuando quiere las cosas las quiere para ya, soy correprisas. No soy paciente y eso tiene una dosis de capricho.

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