Volotea busca pista para salir a Bolsa
La aerolínea, que en 2022 aún perdía dinero, retoma los planes de cotizar aprovechando la recuperación del sector
Ricardo Eliécer, más conocido como Pablo Neruda, no voló nunca con las compañías aéreas de billetes baratos (low cost). No por nada. No le dio tiempo. El gran despegue del transporte aéreo y el “invento” de volar a precio de taxi comenzó en los años 70, cuando falleció el poeta. Probablemente, a Neruda ni se le pasó por la imaginación que una de sus licencias poéticas —”la mariposa volotea…”— pudiera acabar en los luminosos de la Bolsa. Puede ser. Volotea, ...
Ricardo Eliécer, más conocido como Pablo Neruda, no voló nunca con las compañías aéreas de billetes baratos (low cost). No por nada. No le dio tiempo. El gran despegue del transporte aéreo y el “invento” de volar a precio de taxi comenzó en los años 70, cuando falleció el poeta. Probablemente, a Neruda ni se le pasó por la imaginación que una de sus licencias poéticas —”la mariposa volotea…”— pudiera acabar en los luminosos de la Bolsa. Puede ser. Volotea, una de las aerolíneas de bajo coste que operan en España —compañera de Vueling, Iberojet, Air Europa o Binter— ha retomado el plan de 2017 para vender acciones en un contexto de recuperación del negocio aéreo tras la pandemia. Intenta aprovechar un viento de cola que puede llevar en volandas los resultados de las 173 compañías de billetes baratos que operan en el mundo. Siempre, eso sí, que el coste del combustible no se dispare.
Las empresas acuden a la Bolsa para captar recursos, pagar deudas, financiar su crecimiento o simplemente para que sus accionistas puedan hacer caja. Volotea, la empresa que crearon en 2011 los también fundadores de Vueling, Carlos Muñoz y Lázaro Ros, necesita dinero. Muñoz y Ros controlan la aerolínea (50,05%) a través de Alaeo Partnership —su vehículo de inversiones en Luxemburgo— mientras el segundo accionista es Volar Bidco (29%), con sede en el Reino Unido. Para los socios, la salida a Bolsa es “un paso natural para el que no hay decisión tomada todavía”, según precisan fuentes de la compañía.
Entre los socios se cuentan también fondos como Rijn Capital, Rocinante o Meridia, con paquetes del 5%. Todos ellos saben que Volotea tiene que hacer frente a las obligaciones de una flota arrendada —21 naves Airbus A320 y 20 Airbus A319—, atender los pagos de una deuda que se sitúa en 350 millones y pagar una factura de combustible que en 2022 creció un 177%, hasta los 297 millones. El objetivo: mantener el negocio y acabar con los números rojos que arrastra desde 2019, antes de que el coronavirus congelara el negocio del transporte aéreo en todo el mundo.
Álvaro Blasco, socio director de atl Capital, considera que a Volotea le puede ir bien. “El contexto es de recuperación del turismo y del tráfico aéreo. Pero el entorno en el conjunto del sector y en las grandes compañías es de una gran volatilidad. En contra tiene el coste del combustible, que hará difícil mantener márgenes si no cuenta con contratos a largo plazo”. Volotea conecta ciudades de tamaño medio principalmente en España, Francia, Italia, Grecia y Alemania. En 2017, el año de la agitación independentista en Cataluña, trasladó su sede social de Barcelona a Castrillón (Asturias), aunque mantiene el cuartel general en Barcelona. Entre Asturias y Barcelona aplica el catecismo low cost: ofertar lo básico; reducir al mínimo la estructura de costes; recortar gastos —nunca beneficios— para mantener márgenes y exprimir al máximo las posibilidades de ahorro en la gestión que brinda internet.
Con esas armas, sus competidoras Air Europa —adquirida por Iberia y parte del grupo IAG—; la canaria Binter; Iberojet, del grupo Ávoris-Barceló y Vueling, también de IAG, lograron ya remontar el vuelo del negocio el pasado año. Air Europa dejó en 2022 los números rojos y ganó 14,5 millones; Binter logró beneficios de 15 millones de euros, con una cifra de negocios disparada —un 38%— hasta los 305 millones y Vueling obtuvo 187 millones, frente a pérdidas de 262 millones en 2021. Un buen ejercicio para olvidar el espectacular socavón que provocó la pandemia y que, según Deloitte, propinó un bocado de 23.000 millones al negocio de los cinco mayores grupos aéreos europeos, con un incremento de las deudas a largo plazo de 17.000 millones.
Para Volotea, 2022 todavía no fue el año de la remontada. La compañía perdió 138 millones a pesar de una fuerte mejora de facturación, hasta los 557 millones, un 87% más. Y necesitó respiración asistida en forma de un préstamo-rescate de 200 millones con cargo al Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas. Una carga añadida al préstamo avalado por el ICO —144 millones— que le permitió flotar en 2020, el año crítico de la pandemia. Según la compañía, 2023 será el año de los números negros. Los datos hasta septiembre, con un crecimiento del beneficio bruto del 7% hasta los 100 millones y ventas de 550 millones, apuntan a un buen cierre de año con 10 millones de pasajeros transportados.
El viento favorable al negocio se mantiene. Expertos como Romà Andreu, Profesor de EAE Business School, destaca en sus trabajos —Informe sobre aviación y sostenibilidad— cómo el modelo low cost ha superado al segmento tradicional en los mercados emergentes. Una tendencia que también se da en Europa y que ha llevado a la compañía Ryanair a lo más alto del pódium del sector en el continente. Más de un tercio de los asientos programados que ofrecen las líneas aéreas en todo el mundo —32% según el último informe de la guía oficial de líneas aéreas (OAG) y 36% según la empresa tecnológica Mabrian— son de bajo coste. Los países con más presencia de aerolíneas low cost son Estados Unidos con más de 395 millones de asientos, la India con 147 millones, España con 108 millones, China con 98 millones e Italia con 85 millones de asientos. Viento de cola.
Origen: tres aviones
El encargado de mantener el rumbo del proyecto Volotea es Carlos Muñoz Beraza (Murcia, 1969). Muñoz es hijo de Ana Beraza y de Antonio Muñoz Armero, fundador del holding murciano AMC, dedicado al sector agroalimentario. Muñoz, graduado en Icade y MBA en Harvard, empezó velando armas en la empresa familiar y puso a prueba sus habilidades en la consultora McKinsey. Su compañero de emprendimientos es Lázaro Ros Fernández-Matamoros. Ambos fundaron Vueling en 2004 con dos aviones y cuatro rutas y ambos libraron batallas que acabaron en la fusión Vueling-Clickair (Iberia) y en la salida de la compañía. En 2011, Muñoz y Ros, reverdecieron laureles. Crearon Volotea con tres aparatos y volvieron a la pelea. Hoy, apuntan fuentes de la compañía, Ros ejerce como una especie de consejero-asesor de Muñoz, más centrado en el día a día.
Muñoz y su consejero asesor Ros han decidido tantear si el buen momento del turismo y del transporte aéreo compensa los nubarrones y si merece la pena apelar al mercado de capitales. Hace unos meses, Jens Bischof, el consejero delegado de Eurowings —la compañía de bajo coste de Lufthansa— se atrevió a decir que “volar a precio de taxi ya no es posible”. Y es que la mariposa “volotea y arde —con el sol— a veces”, como escribió el poeta, pero en las cuentas de resultados no caben licencias.
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