Ismael Clemente (Merlin Properties): “El vino es mi pasión. Me gustaría ser sumiller cuando me jubile”
Clemente, que reconoce que no ha podido conciliar la vida laboral con la familiar, se escapa al campo cada fin de semana que su agenda se lo permite
Aunque se maneja como pez en el agua en las reuniones con los principales jefes del Ibex 35, su verdadera esencia está muy lejos de los despachos. A Ismael Clemente (Valencia del Mombuey, 52 años), consejero delegado de Merlin Properties, le emociona el campo, al que se traslada cada fin de semana dejando atrás Madrid, una ciudad que adora, pero cuyo estilo de vida no echará de menos cuando abandone su puesto. Practica la caza a rececho, del vino habla con pasión y ha empezado a correr para l...
Aunque se maneja como pez en el agua en las reuniones con los principales jefes del Ibex 35, su verdadera esencia está muy lejos de los despachos. A Ismael Clemente (Valencia del Mombuey, 52 años), consejero delegado de Merlin Properties, le emociona el campo, al que se traslada cada fin de semana dejando atrás Madrid, una ciudad que adora, pero cuyo estilo de vida no echará de menos cuando abandone su puesto. Practica la caza a rececho, del vino habla con pasión y ha empezado a correr para liberar tensiones. Su plan a futuro y el de su mujer, con la que tiene seis hijos, es jubilarse e irse a vivir cerca del hotel rural, con restaurante, bodega, plantación de aromáticas y granja cinegética, que han montado en Extremadura
Hijo de maestros y de origen humilde, quiere que sus hijos aprendan el valor del esfuerzo. Cree firmemente en una frase del economista italiano y premio Nobel Franco Modigliani: “La herencia es un error de cálculo”.
Pregunta. La prensa le ha bautizado como el rey del ladrillo. ¿Qué siente cuando ve ese título en los medios de comunicación?
Respuesta. Siento muchísimo pudor, porque básicamente yo no me veo como rey de nada. Para empezar, no soy un empresario. La empresa no es mía, yo simplemente la gestiono en nombre y por cuenta de terceros. Sé perfectamente cuál es mi sitio.
P. ¿Cuáles son las virtudes o cualidades personales que cree que más le han ayudado en su vida?
R. Aprendo rápido y tengo capacidad de lectura psicológica de las personas, entiendo rápidamente lo que les preocupa y les interesa. Además, intento hacer todo con relativa naturalidad y no impostar, no intento ser lo que no soy ni hablar de cosas de las que no sé.
Son cosas muy básicas que aprendí de pequeño, como no hacer el mal a nadie gratuitamente, prestar atención a todo el mundo e intentar ser justo en las decisiones que tomo. Eso provoca cosas curiosas como que se generen relaciones de amistad más allá de la relación laboral o profesional. Por ejemplo, la gente de la empresa salimos los fines de semana juntos y también de veraneo. Comprendemos que no es normal y que te asemeja más al concepto de secta que al de empresa, pero es la realidad.
P. ¿Ha hecho algún curso para disponer de esas habilidades y aprender liderazgo?
R. No he hecho cursos, pero me encantaría si tuviera más tiempo.
P. ¿Cómo desconecta una vez que sale de la empresa?
R. La verdad es que no desconecto casi nunca, por no decir nunca. Sé que es extraño, pero yo pienso en la empresa 24 horas los siete días de la semana. Mucha gente lo ve como negativo, a mí no me preocupa, soy profesional cuando tengo que serlo y disfrutón cuando tengo que serlo. Por mis orígenes tampoco he tenido la posibilidad de viajar mucho, ni de conocer mundo, ni de culturizarme, así que aprovecho las oportunidades que me ofrece mi trabajo y tengo muy interiorizado que mi profesión y mi ocio van bastante de la mano. Y no me supone esfuerzo porque, aunque tenga naturalmente ataques de pereza, los combato con una cierta autodisciplina.
P. ¿Hace algún tipo de deporte para liberar adrenalina?
R. Antes, cenaba a las 12 de la noche con una copita de vino en la cocina y eso provocaba que comiese más de la cuenta justo antes de acostarme. Desde unos problemillas que tuve en diciembre de 2021 me he puesto a hacer deporte porque de alguna forma tenía que soltar la tensión y el estrés. Y yo, que nunca he corrido, me he puesto a correr y hago algunos ejercicios de gimnasia, como cuando estaba en el cole.
P. ¿Por la noche?
R. Sí, por la noche
P. Tiene seis hijos. ¿Cómo ha logrado conciliar?
R. Si la conciliación significa dedicar tiempo a la familia, he dedicado poco. No he hecho deberes con ellos nunca ni he estado para regañarles cuando hacían algo chungo casi nunca. Eso sí, muchas veces me quedaba la bronca en frío, que es la bronca más difícil. La conciliación no ha sido fácil porque mi mujer, que es quien se merece un monumento, trabaja lo mismo que yo o más. A cambio, mis hijos han visto el nivel de esfuerzo de sus padres y eso quizás les haya hecho reflexionar sobre que la vida no es una broma. Son todos bastante máquinas, como personas y académicamente, por suerte.
P. ¿Qué hace los fines de semana?
R. Si cae en Madrid una bomba en fin de semana, a mí no me pilla. Aunque sean las once de la noche del viernes voy al campo conduciendo. ¿A qué campo? Por toda España, desde Pirineos hasta Galicia pasando por la sierra de la Culebra en Zamora, la sierra del Segura y Alcaraz en Albacete, Soria, Toledo, y, por supuesto, Extremadura. Me encanta el campo, es que soy de campo, soy de pueblo. Monto los planes siempre alrededor de la naturaleza, me gusta muchísimo la caza a rececho. Estar en contacto con el medio rural es lo que realmente me llena. Comprendo que en la actual sociedad española no se puede concebir desde una mentalidad urbana que un cazador sea naturalista, pero yo lo soy.
P. ¿Recuerda algún libro que haya marcado su vida?
R. Los que leía de pequeño por indicación de mi padre, que eran sobre todo literatura española, desde La familia de Pascual Duarte a El Quijote, pasando por Los Santos Inocentes o Diario de un cazador. No tenía tanto acceso a literatura extranjera en mi pueblo, pero alguna cosilla que caía en mis manos me gustaba. Hoy en día leo libros de contenido económico. ¿Qué llevo en la mochila ahora? Un libro del profesor Rafael Pampillón, Cuando los votantes pierden la paciencia, sobre casos de política económica fallida.
P. ¿Cuáles son sus mayores aficiones?
R. Además de la caza a rececho, me encanta navegar a vela y he aprendido de forma tardía a esquiar. También, jugar al tenis. Me gustan los planes relacionados con el mundo del vino, es mi pasión. Me gustaría ser sumiller cuando me jubile. No he hecho cursos ni me he capacitado, pero tengo muy buena memoria para las etiquetas y para las características de los vinos y he ido probando todo lo que he podido a lo largo de mi vida. Mi mujer montó un hotel rural en Extremadura y la carta de vinos del restaurante la he diseñado yo. Estamos creando allí una bodega muy interesante, con muchas referencias internacionales para intentar darle una personalidad única al sitio, que está en mitad de la naturaleza. También, tenemos una granja cinegética y criamos animales para repoblación de otras fincas. Mi plan, cuando deje Merlín y me jubile, es segregar un trocito de aquello y construirnos una casita que tenga un tamaño y unos costes de mantenimiento manejables.
P. ¿Qué cosas le emocionan?
R. Muchísimas cosas. Me emociona un buen vino, la música (no soy un melómano de clásica ni un amante de la ópera ni nada por el estilo), me emociona el contacto con personas, la naturaleza…
P. ¿Qué serie ha visto últimamente en una plataforma de pago?
R. No he visto una serie en mi vida, la última que vi y la única fue una de la Segunda Guerra Mundial que se llamaba Hermanos de sangre pero en DVD.
P. ¿Qué música escucha?
R. Grupos que en su momento eran transgresores y hoy en día son unos moñas en comparación con las barbaridades que se dicen en una canción de reguetón. Me gusta Burning, Sabina, Leiva, Fito & Fitipaldis, Loquillo, Los Secretos, Antonio Vega… También me encanta el flamenco.
Poder entender la letra y poder cantarla para mí es muy importante, pero me gusta obviamente la música internacional, desde los Rolling hasta Lou Reed, Bob Dylan, AC/DC, Leonard Cohen o mis favoritos, Dire Straits.
P. ¿Le gustaría meterse en política?
R. Nunca y además hablo con mis hijos para que ni se les pase por la cabeza.
P. ¿Nunca le han tentado?
R. Nunca, porque me conocen y saben que es por mi bien: no duraría ni dos días.
P. ¿Cree que el dinero da la felicidad?
R. No, pero ayuda a conseguirla y diría que solamente hasta un límite. El dinero tiene que permitirte afrontar cosas que suceden en tu vida que normalmente son fatalidades o imprevistos, como enfermedades o quedarte sin curro. Tienes que haber ganado lo suficiente para que ese tipo de cosas no te produzcan frustración ni infelicidad. Recuerdo perfectamente a mis padres cuando mi hermana y yo estudiábamos en Madrid y ellos llegaban justos a fin de mes… y eso un poco de sufrimiento les causaba.
Ahora bien, si consideras que tienes un derecho divino a ir a los sitios en un avión privado y a hacer payasadas en tu vida entonces no, porque el dinero se convierte en una fuente de infelicidad. Y, por supuesto, a los hijos la menor herencia posible porque les facilita la vida, pero no les ayuda a ser mejores. Como decía Franco Modigliani “la herencia es un error de cálculo”.
P. ¿Qué enseñanza se lleva de sus padres?
R. La generosidad con la que ellos se comportaron siempre y el amor por la gente. Por las tardes enseñaban alfabetización gratis para quien quisiera. Aprendí desde pequeño a respetar y a querer a toda la gente y eso ha permitido que hoy en día tenga amigos por toda España.
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