Salir de un ERE con salsas picantes: el plan de vida que ha creado un exdirectivo de Abengoa
Julio Estalella, ingeniero y exdirector corporativo del grupo andaluz, vende más de 10.000 botellas de condimento picante con Salsas Quietud y factura 100.000 euros
Salsas Quietud nació de un ERE. No es algo que puedan decir muchas empresas. La historia de esta sociedad sevillana comienza cuando el ingeniero y ex director corporativo de Abengoa, Julio Estalella, se queda sin empleo y decide buscar, a sus 53 años, una alternativa laboral. “Después de quedar en paro, en noviembre o diciembre de 2019 me apareció un anuncio en internet de cómo hacer salsa picante casera, compré unos pimientos en el Corte Inglés y me puse a fermentarlos en casa”. ...
Salsas Quietud nació de un ERE. No es algo que puedan decir muchas empresas. La historia de esta sociedad sevillana comienza cuando el ingeniero y ex director corporativo de Abengoa, Julio Estalella, se queda sin empleo y decide buscar, a sus 53 años, una alternativa laboral. “Después de quedar en paro, en noviembre o diciembre de 2019 me apareció un anuncio en internet de cómo hacer salsa picante casera, compré unos pimientos en el Corte Inglés y me puse a fermentarlos en casa”. La compañía, constituida en 2020 cuenta con trece socios a los que Estalella afirma haber conquistado por el estómago. Tras una cata en su casa de Sevilla con varios amigos, surgió una sociedad conformada por seis socios. Actualmente —tras dos ampliaciones— ya son trece y la empresa ha facturado 100.000 euros durante el año pasado. Para este ejercicio prevén alcanzar los 140.000. Uno de sus retos es potenciar las exportaciones, sobre todo a Alemania, que es su principal cliente exterior.
La aventura de este empresario comenzó desde cero. “Las recetas son mías, pero yo no tengo ni idea de cocina”, apunta. Lo primero fue experimentar hasta crear un buen producto. Lo segundo, ponerse a estudiar el mercado. La creciente popularidad de comidas con base picante como la mexicana, la china o la hindú y la buena acogida que tienen los productos artesanales y elaborados con productos naturales son, según Estalella, dos buenas noticias para su nicho de mercado. “En 2022 hemos vendido unas 10.000 botellas de salsa picante, aunque para obtener rentabilidad y poder crecer deberíamos llegar a las 25.000″, afirma. El precio de las botellas oscila entre los siete y los ocho euros, pero además de eso, la empresa también produce extractos sólidos picantes de distintos sabores.
Su empresa se topó nada más nacer con la pandemia y eso les obligó a renegociar los plazos: “Aprovechamos esos meses para buscar etiquetas, el formato de los botes, los dosificadores, diseños gráficos…”. Fue al terminar el confinamiento, cuando el negocio se puso en marcha: “Vendimos 400 botellas en las primeras 48 horas”. Eso les animó a buscar una fábrica para poder producir un mayor volumen. Comenzaron con lotes de entre 1.000 y 2.000 botellas y actualmente llegan hasta las 8.000. Para Estalella esta es una buena cifra: “Producimos lotes muy controlados porque para nosotros lo principal es tener un producto gourmet”.
“Quietud” no tiene ni el nombre ni el diseño que suelen utiliza las botellas de salsa picante. Ni calaveras, ni demonios, ni guindillas. “Nosotros hacemos un producto que tiene picor, pero también sabor y olor”. Estalella aboga por sabores tranquilos y por un proceso de fabricación que preserve las cualidades del vino de Jerez que le sirve como base. “Nuestro cliente objetivo no son las grandes superficies sino los consumidores que aprecien un producto de calidad”, sentencia. Su modelo de venta es por internet y también trabaja con restaurantes y comercios de toda España. Cuenta que “lo más difícil es colocar el producto” porque muchas veces los distribuidores grandes se llevan un margen difícil de compensar para un negocio que está empezando.
Matices, aroma, fermentación, notas. Cuesta ver al ingeniero y no al chef de salsas cuándo Julio Estalella explica, con cariño, el proceso de cocinado de cada condimento. Pero para él la creación de salsas y su largo recorrido como directivo en la multinacional de infraestructuras Abengoa, sí que tienen cosas en común: “Un ingeniero divide problemas grandes en problemas pequeños, y eso es lo que se hace al empezar un proyecto de cero. Además, muchos de los conocimientos de gestión solo hay que adaptarlos a un nuevo contexto”, concluye.