Países Bajos se planta ante las heces de sus vacas
El Gobierno calcula que deberá recortar en un 30% su ganadería para 2030 con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes
El Gobierno neerlandés de centro derecha se propone reducir en un 50% las emisiones de nitrógeno para 2030. Para lograrlo, calcula que será necesario invertir 30.000 millones de euros en el recorte de un 30% de la cabaña ganadera. Aunque el plan incluye rebajar también este tipo de contaminación en el tráfico aéreo y marítimo, se centra en la compra, traslado y transformación sostenible de las e...
El Gobierno neerlandés de centro derecha se propone reducir en un 50% las emisiones de nitrógeno para 2030. Para lograrlo, calcula que será necesario invertir 30.000 millones de euros en el recorte de un 30% de la cabaña ganadera. Aunque el plan incluye rebajar también este tipo de contaminación en el tráfico aéreo y marítimo, se centra en la compra, traslado y transformación sostenible de las explotaciones ganaderas. Si bien los dueños de las granjas serán compensados por la venta voluntaria de sus negocios, no se descarta la expropiación cuando estén ubicados cerca de una reserva natural. Se busca el equilibrio entre la naturaleza y las actividades agrícolas, allanando el camino hacia una economía circular. Un modelo de producción que ofrezca a su vez perspectivas de futuro a un sector donde un 59% de los granjeros mayores de 55 años carecía de sucesor en 2020, según las estadísticas nacionales.
La reducción del 30% alcanza a todos los animales criados para el consumo y es una estimación efectuada por la Oficina de Planificación Ambiental (PBL, en sus siglas neerlandesas) a instancias del Gobierno. En 2021, había en Países Bajos cerca de 18,2 millones de animales de granja, entre ellos, 12 millones de cerdos y casi 4 millones de vacas —lecheras y para carne— según la Oficina Central de Estadística (CBS). Se crían además 100 millones de gallinas. En la última década, sin embargo, ha disminuido la cifra de explotaciones de porcino: en 2011 sumaban 6.500; el año pasado eran 3.400. Lo mismo ha ocurrido con las granjas de vacas: en 2016 había cerca de 19.900; hace un año eran 15.261. Por otra parte, las fincas pequeñas han ido desapareciendo mientras aumentaba el número de cabezas de ganado en otras de mayor tamaño. Así, en el año 2000, un 78% de los propietarios tenía menos de 70 ejemplares cada uno. En 2020, algo más de un millar de granjeros criaba más de 200 por separado.
El estiércol producido por todo el ganado, en particular vacuno y porcino, contiene nitrógeno y fósforo, que son valiosos para el suelo pero pueden acumularse en exceso y contaminar a su vez el agua por el aporte excesivo de nutrientes. Las emisiones de nitrógeno son demasiado altas en Países Bajos desde hace décadas, y el campo genera cerca del 65% de las que afectan a las reservas naturales protegidas. Al menos 14 hábitats, incluidos en 52 de estas reservas repartidas por todo el territorio nacional, se encuentran en una situación límite, y deben ser regenerados antes de 2025, según Greenpeace.
Con la abolición de las cuotas lácteas por parte de la UE a finales de 2015, el aumento de vacas lecheras criadas en el país disparó la producción de fosfato agrícola. A la vista del efecto que ello tenía en la naturaleza, el Ejecutivo aplica desde 2018 un sistema de créditos para poder producir fósforo procedente del estiércol. Denominado “derecho del fosfato”, obliga al ganadero a comprar los derechos de emisión a otros colegas que hayan reducido sus rebaños o bien cierren el establo. Por cada transacción, se deposita un 10% de estos derechos en una especie de banco de fosfatos para promover la ganadería extensiva capaz de absorber la producción de sus fertilizantes naturales.
También hay derechos de emisión de nitrógeno en el mercado, “pero el Ejecutivo debió haber frenado mucho antes este problema; incluido el relativo al tráfico y la industria. Por eso afrontamos la crisis actual. No se ha preocupado durante años de evitar el deterioro ambiental derivado de su mala gestión del sistema agrícola industrial”, dice Hilde Anna de Vries, experta de Greenpeace. En conversación telefónica, subraya que los granjeros son necesarios y los que quieran vender “deben recibir un precio justo por deshacerse de su negocio”. Por su parte, los que opten por la vía sostenible para conservarlo “necesitan tiempo para hacer la transición y el apoyo de toda la cadena del campo, desde los bancos a los supermercados, para poder generar ingresos adecuados”, asevera.
Potencia cárnica
Países Bajos es el mayor exportador de carne para el consumo de la UE, y lo hizo en 2020 por valor de 8.800 millones de euros. Vende asimismo fuera el 70% de su producción láctea y de huevos, que reportaron 9.000 millones de euros en 2020. El sector lácteo debe en parte su tamaño a la compañía FrieslandCampina, que, con unos 24.000 empleados, opera en 38 países y tiene unos 11.000 productores lácteos asociados. Las cifras están sobre la mesa de Christianne van der Wal, nueva ministra para la Naturaleza y el Nitrógeno, adscrita al Ministerio de Agricultura, quien mostró recientemente en el Congreso los límites del diálogo con los granjeros. Según ella, “las expropiaciones no entran en la ecuación y haré lo posible por evitarlas, aunque no siempre lo lograremos en todas partes”. Se refería a las fincas emplazadas demasiado cerca de las reservas naturales, destinadas a preservar la biodiversidad, y donde se precipita el nitrógeno. “Fijaremos un plazo firme para las zonas sometidas a demasiada presión y que no pueden esperar”, añadió. Van der Wal concluyó diciendo que quiere aplicar los planes de compensación para los granjeros entre 2022 y 2023, “porque cuanto antes lo hagamos, más atractivo será desde el punto de vista económico”.
Trienke Elshof tiene una granja lechera familiar y pide diálogo y claridad al Gobierno. Al teléfono, explica que la reducción de la cabaña ganadera no es el enfoque adecuado: “Al final puede que haya menos animales, pero lo esencial es rebajar el nitrógeno”. Preside también una de las secciones regionales de la Organización Agrícola y de Horticultura (LTO) y defiende un plan de tres puntos elaborado para reducir este tipo de contaminación. “Consiste en mejorar la dieta de los animales, diluir el estiércol para suavizar su impacto en la tierra y aumentar las horas en las que el ganado pace al aire libre. También se pueden rebajar las emisiones de nitrógeno dentro de los establos, algo que ya se hace con los cerdos y las aves”. No le gusta el modelo de Flandes, en Bélgica, que planea el cierre obligatorio de las 60 granjas más contaminantes para 2025, como muy tarde. “Forzar la venta no nos parece adecuado y nosotros preferimos evitar sorpresas. Por eso mantenemos un contacto directo con el Gobierno, que espera presentar este abril sus planes para las provincias”, asegura.
La descomposición del nitrógeno da lugar a amoniaco, un gas tóxico que se acumula en la ganadería debido a una dieta rica en proteínas. Jan Dijkstra, experto de la Universidad de Wageningen en nutrición del ganado bovino, explica que el nitrógeno está en la proteína ingerida por los animales e investiga la forma de reducirla porque los dueños suelen darle demasiada a las vacas. “En las granjas lecheras se puede rebajar entre un 10% y un 15%, y eso equivale a la misma cifra de emisiones de nitrógeno. La dieta de las vacas consiste en forraje y pienso concentrado, y los propietarios tienen que saber cuánta proteína hay en ambos para equilibrarla. Es preciso optimizar los aminoácidos esenciales para lograr una buena alimentación con menos proteínas, porque la que no entra con el alimento no acabará en las heces y la orina; en el estiércol”, señala. Dijkstra sostiene que las organizaciones de ganaderos son muy activas, y la mejor forma de lograr una dieta adecuada “es tener buenos ejemplos en el seno del sector”, para estimular el cambio.