Un escudo para espantar buitres del mercado
Los expertos creen que la normativa antiopa del Gobierno solo logrará retrasar el baile de operaciones que se antoja inevitable por la crisis
El Ibex 35, principal indicador de la Bolsa española, acumula una caída del 32,5% en lo que va de año. Se trata de un desplome que se acerca ya al registrado en el fatídico 2008, cuando el selectivo se dejó el 36,5%. En pocas semanas se han llegado a esfumar por efecto del crash 200.000 millones de euros, curiosamente la misma cifra que está dispuesta a movilizar el Gobierno para ...
El Ibex 35, principal indicador de la Bolsa española, acumula una caída del 32,5% en lo que va de año. Se trata de un desplome que se acerca ya al registrado en el fatídico 2008, cuando el selectivo se dejó el 36,5%. En pocas semanas se han llegado a esfumar por efecto del crash 200.000 millones de euros, curiosamente la misma cifra que está dispuesta a movilizar el Gobierno para impulsar la economía del golpe del coronavirus y amortiguar sus efectos en las personas y empresas.
El castigo en la Bolsa por culpa de la pandemia está siendo tan duro que ha merecido una respuesta del Gobierno en sus medidas presentadas el martes. El Ejecutivo ha suspendido el régimen de liberalización de inversiones extranjeras directas en España, con el fin de impedir que empresas de fuera de la Unión Europea puedan entrar en el capital de compañías españolas.
Según el real decreto aprobado, los inversores de fuera de la UE no podrán alcanzar ni superar el 10% de capital en compañías de infraestructuras (energía, transporte, agua, sanidad, comunicaciones, almacenamientos de datos, aeroespacial, defensa, electoral, financiera e instalaciones sensibles), tecnologías críticas, suministros de insumos y medios de comunicación.
Pese a estas limitaciones, que se mantendrán el tiempo que dure la crisis sanitaria, en el mercado se dan todos los elementos necesarios para que lleguen las famosas opas o las compras de grandes paquetes accionariales cuando la situación vuelva a la normalidad: precios por los suelos, mucho dinero con financiación muy barata y un poderoso sector de firmas de capital riesgo cuyo negocio consiste en comprar y vender empresas.
Existen estrategias y compradores muy distintos. Las propias compañías pueden decidir abandonar la Bolsa aprovechando sus caídas, como se ha rumoreado con Siemens-Gamesa, donde el gigante alemán Siemens es dueño ya del 67% del capital; otras pueden hacer lo propio para volver a salir al mercado a precios más elevados en unos años; también estos niveles favorecen la fusión entre compañías, con los bancos como ejemplo más claro o, simplemente, la oportunidad de compra de empresas del mismo sector con el objetivo de crecer.
Un apoyo para cualquier estrategia de este tipo es el capital riesgo que, como explica Andrés Aragoneses, analista de Singular Bank, “deciden hacerse con el control de una compañía en la que suelen permanecer entre 5 y 10 años hasta que desinvierten. Una vez que deshacen su posición, invierten parte del capital conseguido, por lo que se encuentran constantemente buscando nuevas oportunidades. Actualmente cuentan con importantes sumas de capital para invertir, por lo que podrían aprovechar los precios para posicionarse”.
Ignacio Cantos, socio director de atl Capital, explica que el capital riesgo se ha popularizado hasta ser un producto de la banca privada. Hay, pues, mucho dinero para estas operaciones. “Han quedado muchos valores a tiro de opa y en cuanto pare el maremágnum vamos a ver operaciones que se han estado estudiando. Podemos tener un verano caliente en este tipo de compraventas”, prevé.
En medio del pánico de las caídas, el presidente de una firma asesora en operaciones corporativas, que prefiere no desvelar su identidad, indica que el mercado de las compraventas esta en shock porque “no sabemos las consecuencias últimas de esta enfermedad. Ahora estamos cerrando dos operaciones con el temor de que en el último momento alguien se eche atrás: o lo ven muy claro o lo aplazan”. A este experto también le preocupa el mercado de financiación: “Podemos ver problemas de liquidez en el corto plazo. Hay que salir a buscar dinero para realizar operaciones y el momento actual es complicado”.
Recesión económica
Otra de las razones económicas de los procesos de fusión y de compra nace de la propia crisis. La recesión económica es ya un pronóstico habitual para este 2020 tras la paralización impuesta por el coronavirus. A fin de cuentas, la desaparición de las cajas de ahorros por la crisis de 2008 y las compras posteriores responden a esta lógica. “Las empresas más grandes de cada industria, que tienen mayor margen de maniobra para afrontar esta crisis, pueden poner el foco en las más pequeñas, que son susceptibles de ser adquiridas a precios mucho más baratos. No es una situación nueva; de hecho, es frecuente que, ante la caída de la rentabilidad del negocio, finalmente solo sobrevivan las de mayor tamaño”, explica el experto de Singular Bank.
Ignacio Cantos considera que son atractivos todos los exmonopolios públicos y destaca a Repsol, cuya red de gasolineras tiene un valor superior a la capitalización actual. “Solo contando con las gasolineras debería cotizar a ocho euros [está a 6,16 euros]”. Pero tanto la petrolera como Telefónica son compañías cuya venta debería contar con el plácet del Gobierno, y tras el decreto de medidas urgentes están vedadas para accionistas fuera de la UE.
Otra versión de las opas vendría de compañías donde una familia es mayoritaria, como es el caso de Meliá Hotels donde los Escarrer son propietarios del 52% del capital. La hotelera ha sufrido la crisis del coronavirus con especial virulencia. Los 1.800 millones que capitalizaba a final de 2019 son ahora 665 millones. Una buena ocasión, según los expertos consultados, para volver a tener el 100% del capital y decidir qué hacer en el futuro.
El analista de atl Capital apunta a Acerinox o Sacyr como valores también muy atractivos para la adquisición de un tercero. La acerera comenzó el año con un valor de 2.700 millones y ahora se podría comprar por 1.600 millones. En el caso de la constructora Sacyr, su valor ha caído desde los 1.500 millones con los que comenzó el año hasta los 680 millones actuales. Las aerolíneas son también de las más castigadas y muy atractivas para comprar pero, de momento, habrá que esperar.
Andrés Aragoneses apunta que “las aerolíneas más pequeñas son muy susceptibles de ser adquiridas por una de mayor tamaño, rescatadas por el Gobierno [como Alitalia] o se pueden ver abogadas a la quiebra”. Y no tiene dudas de que los bancos pasarán por un proceso de concentración tanto a escala nacional como europea. “Sabadell y Bankia, que ahora mismo valen poco más de 2.500 millones de euros, podrían ser candidatas a una opa. Unicaja y Liberbank también podrían ser atractivas para bancos de mayor tamaño”. Por último, ve operaciones mundiales en las petroleras, ya que muchas no pueden sobrevivir con el petróleo a 30 dólares el barril. Y en materias primas, apunta a Ence y Acerinox como las más atractivas para una oferta cuando se levante el veto.
El análisis, papel mojado
La lógica de la valoración de la Bolsa hace aguas. Una empresa vale dependiendo de su capacidad de ganar dinero, y ahora ese dato es una incógnita en muchísimas compañías. Por término medio, los analistas apuntan a caídas del beneficio del 50%, pero aún es pronto para pronósticos certeros. Juan José Fernández-Figares, jefe de análisis de Link Securities, explica que “es complicado valorar las compañías en estos momentos, ya que el escenario macro a corto y medio plazo es incierto y las estimaciones de resultados que manejamos los analistas en estos momentos son, en su mayor parte, papel mojado. Creo que el capital riesgo va a esperar, al menos en la Bolsa española, antes de lanzar el anzuelo”.