Medidas de choque para convivir con la pandemia
La extensión del virus provoca que muchas compañías tengan que improvisar medidas higiénicas y laborales para seguir funcionando
Mientras el Gobierno adopta medidas cada vez más estrictas para frenar el avance de la Covid-19, las empresas hacen malabares para enfrentar la emergencia y diseñar planes que protejan a su personal y negocio de un mal que ya golpea con fuerza la economía. El teletrabajo, recomendado por Ejecutivo y expertos sanitarios, ya ha sido elegido por muchas firmas como el mejor antídoto para evitar el parón de la actividad laboral. Pero el universo empresarial es...
Mientras el Gobierno adopta medidas cada vez más estrictas para frenar el avance de la Covid-19, las empresas hacen malabares para enfrentar la emergencia y diseñar planes que protejan a su personal y negocio de un mal que ya golpea con fuerza la economía. El teletrabajo, recomendado por Ejecutivo y expertos sanitarios, ya ha sido elegido por muchas firmas como el mejor antídoto para evitar el parón de la actividad laboral. Pero el universo empresarial es variado, así como su resiliencia. A la vez que muchos pequeños comerciantes ya atienden con guantes en sus locales, hay empresas que han tenido que modificar sus dinámicas de trabajo, evitando que los turnos de sus empleados coincidan y hasta tomando la temperatura a quienes entran y salen de las fábricas.
“Todo funciona con normalidad, pero bajo una situación que es excepcional”, resume Manuel Reinerio, responsable de Comunicación de Central Lechera Asturiana. La empresa ya cuenta con un plan de actuación desde finales de febrero. Además de prohibir viajes, reforzar la limpieza diaria y cerrar las zonas comunes, ha desdoblado en equipos al personal administrativo: un día se quedan en casa con sus ordenadores y al siguiente acuden a las oficinas. Para los empleados de las fábricas, que no tienen la posibilidad de trabajar desde casa, se ha establecido un acceso escalonado a los vestuarios y un control de temperatura rutinario. “Son medidas importantes para no tener ningún caso de contagio, pero si ocurriera ya tenemos un protocolo de actuación”.
Así como la industria alimentaria no puede teletrabajar, tampoco puede hacerlo el campo, aunque las principales organizaciones agrarias aseguren que de momento la situación discurre con normalidad, incluso en las regiones más golpeadas por el virus. No acusan ni falta de mano de obra ni reorganización de tareas, a diferencia de lo ocurrido en Italia. Lo que sí lamentan es el cierre de varios mercadillos donde se realizaba venta directa al consumidor, destacan desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA).
Adelanto de pedidos
El almeriense Andrés Góngora, responsable de frutas y hortalizas de la asociación agraria COAG, explica que el sector sigue las medidas recomendadas por el Ministerio de Sanidad. “Hasta ahora no hay alertas”, asegura, pero añade que se está produciendo un adelanto de pedidos por parte de los supermercados ante el pánico de los consumidores al desabastecimiento. Algo que las cadenas niegan rotundamente.
Aurelio del Pino, presidente de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES), que cuenta entre sus asociados firmas como Alcampo, Carrefour y Lidl, asegura que la crisis desatada por el coronavirus no está poniendo en riesgo las existencias, aunque sí confirma que el ritmo y las dinámicas de trabajo han tenido que adaptarse a la nueva situación. Según la consultora Kantar, el gasto en gran consumo se disparó un 154% después de que el Gobierno anunciara las primeras medidas extraordinarias el pasado martes. “En algunas tiendas hubo incrementos de ventas del 400%. Esos golpes tan gordos no se podían prever, pero la alarma es injustificada”, asegura Del Pino. Añade que los asociados están trabajando más intensamente con sus proveedores para reforzar la logística y agilizar y ampliar las reposiciones.
Lo que sí ha experimentado un cuello de botella son los pedidos online ante su repentino aumento. Carrefour asegura que las solicitudes se han multiplicado por cuatro, al punto que la cadena francesa ha decidido priorizar aquellos colectivos que tienen más problemas para hacer la compra físicamente, como mayores, personas con movilidad reducida, discapacitados y personas en cuarentena. “Se están reforzando medios para dar más volumen de servicio y restablecer los términos de calidad”, asegura Del Pino, quien tiene palabras de agradecimiento para los trabajadores que se han visto obligados a cambiar y reforzar sus turnos ante la crisis sanitaria.
La alerta no ha trastocado solo el funcionamiento de los supermercados. La planta de Volkswagen en Navarra comunicó el viernes un paquete de medidas para reducir los riesgos de contagio, priorizando la conciliación familiar y el teletrabajo cuando sea posible. “Intentaremos mantener la producción, pero si hace falta rebajaremos la velocidad”, explican fuentes de la empresa, que no descartan tomar medidas más contundentes. Nissan, Renault y Seat ya han anunciado el cierre de plantas ante el frenazo del mercado y la escasez de suministros.
Mientras tanto, los sectores del transporte y del turismo son de los que más sufren las restricciones a la libre circulación de personas. Más que un cambio en las dinámicas de trabajo o planes de contingencia contundentes, los ajustes de plantilla y el cierre de establecimientos se perfilan como opciones cada vez más claras para aerolíneas y cadenas hoteleras. Uber ha previsto por su parte una compensación económica de 14 días para los conductores que caigan enfermos o tengan que permanecer en cuarentena, a la vez que su filial Ubereats ha habilitado la posibilidad de recibir entregas de comida a domicilio “sin contacto”, con una campaña publicitaria que no ha sido exenta de polémica.
Para las pymes es doble la dificultad para mantenerse a flote ante a un escenario que cada vez más asume los rasgos de una economía de guerra. Solo el 14% de las pequeñas y medianas empresas tiene una estrategia de digitalización, según la UE, y muchas de ellas ni siquiera cuentan con ordenadores portátiles o equipos informáticos internos que puedan organizar sistemas de teletrabajo. Sin contar con aquellas que, aunque tuvieran estas facilidades, no pueden trabajar de puertas para adentro.
Comité de crisis
Es el caso de Eléctrica del Oeste, una empresa familiar de distribución de 75 trabajadores, más 40 indirectos, que opera en Cáceres y 72 pueblos de la provincia. Javier Pitarch, consejero delegado, explica que la empresa ha creado un comité de crisis para responder a la emergencia: de momento, ha establecido que los equipos de operarios, que trabajan por zona, no coincidan entre ellos. “Es el personal que interviene la red y se ocupa de las incidencias; estamos pidiendo que no tengan comunicación entre ellos”, detalla. “El servicio hay que seguir dándolo”.
Máximo Lario, por el contrario, ha tenido que suspender todas sus actividades. Fundador y consejero delegado de Intromúsica, promotora de conciertos, agencia de artistas y sello discográfico, Lario y el puñado de empleados fijos de la compañía se han atrincherado a teletrabajar en sus respectivos domicilios tratando de entender cómo contener gastos ante la paralización del sector. En tan solo 24 horas, han tenido que reubicar 32 fechas. “Estamos intentando posponer los conciertos, pero básicamente no tengo ingresos”, lamenta Lario. Aun así, se muestra optimista. “Como sea, vamos a aguantar”.
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