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Economía inclusiva o desigualdades

Lo que caracteriza la época actual es la pluralidad de desigualdades

Al finalizar el primer cuarto del siglo XXI, una característica de las sociedades en todo el mundo es la existencia de desigualdades de todo orden. No se trata solo de la desigualdad económica, cada vez más analizada. Lo que caracteriza la época actual es la pluralidad de desigualdades: capital-trabajo, capital-naturaleza, capital–género. Es decir, desigualdades de renta, riqueza, de género, climáticas y que son,...

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Al finalizar el primer cuarto del siglo XXI, una característica de las sociedades en todo el mundo es la existencia de desigualdades de todo orden. No se trata solo de la desigualdad económica, cada vez más analizada. Lo que caracteriza la época actual es la pluralidad de desigualdades: capital-trabajo, capital-naturaleza, capital–género. Es decir, desigualdades de renta, riqueza, de género, climáticas y que son, al final, expresión de la diferente distribución del poder económico y político en las sociedades. Una profusión de desigualdades que la economía convencional se ha mostrado incapaz de afrontar.

Una amplia reflexión sobre las formas de hacer frente a desigualdades tan diversas es el contenido de la obra Economía inclusiva (FUHEM, Catarata, Universidad de Alcalá) coordinada por Oscar Caballero, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid, en la que participan 30 especialistas, pertenecientes al Grupo de Economía Inclusiva. El libro apuesta por la necesidad de incorporar otros enfoques para abordar los desafíos sociales. “Nuestra convicción”, explican, “es que para dar cuenta de los conflictos y desigualdades que recorren el sistema económico actual parece razonable integrar aquellos enfoques económicos que tradicionalmente se han venido ocupando, precisamente, de estudiar dichos problemas, conflictos y desigualdades”. Se refieren a la economía feminista, la economía ecológica, la economía institucional, las economías poskeynesiana y marxista, que han asumido el estudio de los conflictos sociales que han esquivado los autores convencionales.

El propósito de construir una economía inclusiva desde un pluralismo integrador presenta no obstante, dificultades objetivas que no se ocultan. Se refieren al papel del crecimiento económico, la dimensión ecológica de los modelos, la relevancia de los límites para el funcionamiento del sistema económico o cómo interpretar el creciente rol jugado por la tecnología.

Se trata de un planteamiento nada dogmático que refleja como las deficiencias de la economía convencional para abordar los nuevos desafíos han sido también compartidas por determinados enfoques heterodoxos. Así se recuerda que el informe referencial Los límites del crecimiento (liderado por Donella Meadows, 1972), que advertía de los riesgos para la sostenibilidad planetaria si se mantenía el crecimiento, fue objeto de críticas tanto los desde la economía convencional, como por autores marxistas. O silenciado por la economía poskeynesiana, preocupada por el pleno empleo, o la economía feminista que iba por otros derroteros. Un distanciamiento que se ha corregido en los últimos años.

Desde la economía inclusiva se explica mejor las raíces de la desigualdad. Jorge Guardiola, catedrático de la Universidad de Granada, sostiene que “existe un amplio consenso en que la desigualdad tiene su causa fundamental en cuestiones políticas”. Recuerda como la movilización política y sindical ha convertido a Suecia en uno de los países más igualitarios del mundo, después de una alta desigualdad histórica. Hay una reflexión final: “¿qué hubiera pasado si en las décadas de 1960 y 1970, autores como Georgescu-Roegen, Sraffa, Robinson, Pasinetti o Galbraith hubieran triunfado en su desafío a las ideas convencionales?”. Aunque tarde siempre es mejor rectificar.

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