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El Banco de España se suma al optimismo económico y eleva en cuatro décimas el crecimiento para 2026

El PIB se elevará un 2,9% este año y un 2,2% el próximo. En total, la entidad revisa al alza nueve décimas el avance de la economía hasta 2027, pero vaticina una progresiva desaceleración de la actividad

Es la última entidad en hacerlo público, con el año prácticamente en tiempo de descuento, pero la mejora de las previsiones del Banco de España estaba cantada después de la oleada de optimismo desplegado por parte de todo tipo de organismos, nacionales e internacionales, en sus predicciones sobre la marcha de la economía española. Los números también se mueven en torno al consenso: el supervisor calcula que el PIB subirá un 2,9% este 2025, la misma cifra que maneja el Gobierno, y tres décimas más que en su anterior augurio de septiembre.

No se queda ahí la cosa. El efecto arrastre de esa mayor aceleración se traslada, en forma de inercia positiva, a los ejercicios venideros, y le empuja a aumentar al 2,2% el crecimiento de 2026 (cuatro décimas más de lo proyectado tres meses atrás), y al 1,9% en 2027 (dos décimas adicionales). Ese año, si se cumple el escenario central descrito por la institución que preside José Luis Escrivá, España bajaría por fin de manera sostenida de la barrera del 10% de parados, algo que no sucede desde 2008.

En su informe, de 61 páginas, el Banco de España argumenta que la revisión obedece a varios factores. Por un lado, los buenos datos de crecimiento del segundo trimestre (siete décimas), y del tercero (seis décimas), otorgan mayor visibilidad sobre cómo va a cerrar el año, eliminando algunas incertidumbres que planeaban sobre la actividad, especialmente las comerciales. Y la corrección al alza del crecimiento de 2024 por parte del Instituto Nacional de Estadística, que lo elevó en tres décimas el pasado 19 de septiembre, cambia el punto de partida automáticamente, situándolo en un nivel superior.

Por otro, percibe fortaleza en el comportamiento de la demanda interna, de la mano de un consumo privado “que ha superado las expectativas”, sobre todo el de bienes duraderos (muebles, automóviles, electrodomésticos o maquinaria, entre otros), y concede una valoración más favorable al sector exterior, “sustentada en el significativo dinamismo de las exportaciones de servicios no turísticos”. Es decir, de sectores como las finanzas, la construcción, el comercio, las telecomunicaciones, la informática y los transportes.

A falta de conocer la estadística de PIB del cuarto trimestre, nada hace indicar que la velocidad de crucero esté aflojando. “Los indicadores coyunturales más recientes sugieren que la economía española mantendrá un ritmo de crecimiento robusto, con una tasa estimada de entre el 0,6% y el 0,7%”, afirma el documento. Ello implicaría un avance de la actividad que duplicaría el de los socios del euro.

El consumo privado será el componente que más aporte al crecimiento de la economía española en estos poco más de dos años que abarca el ejercicio de proyección del Banco de España, gracias a la llegada de inmigrantes y a la renta disponible de los hogares, que se apoya en la creación de empleo y en los aumentos salariales.

Su progresiva ralentización, sin embargo, será también la de la economía española, que todavía se moverá en baremos superiores a los de su entorno. “De cara a los próximos años, el escenario central contempla una desaceleración gradual de los ritmos de avance del PIB hacia tasas más próximas al crecimiento potencial de la economía española, estimado en el entorno del 2%”, sostiene el Banco de España. La tasa de ahorro, que se mueve en niveles inusualmente altos, también se reduciría en los próximos años, pero se mantendría por encima de su promedio histórico.

La inversión será, junto al consumo privado, la otra pata que sostendrá el crecimiento, merced al uso de los fondos europeos —que terminan en 2026—, unos tipos de interés que permiten a hogares y empresas financiarse a unas tasas relativamente bajas, y al dinamismo de la construcción.

Ello contrasta con la evolución del consumo público, que se mantendrá constante. Y con la contribución neta negativa de la demanda exterior en 2025 y 2026, que no pasará a ser ligeramente positiva hasta 2027. “Se contempla una gradual desaceleración de las llegadas de turistas internacionales y de las exportaciones de servicios no turísticos [...]. La expectativa es que estas partidas normalicen sus tasas de variación tras el auge registrado desde la pandemia”, advierte el texto.

Las exportaciones de bienes, por su parte, experimentarían un crecimiento débil en 2025 y se recuperarían después, lastradas por los malos datos del automóvil y el gas en sus envíos a los socios del euro, compensada solo parcialmente por la mejora del ámbito farmacéutico.

Inflación rumbo al objetivo

En cuanto a la inflación, el diagnóstico es simple: habrá algo más de la prevista a corto plazo, y menos en el largo, aunque sin dramatismos: se mantendrá muy cerca del objetivo del 2% marcado por el BCE. Entrando en números, el Banco de España revisa al alza la de 2025, ahora fijada en el 2,7% (dos décimas más), lo cual no sorprende, porque solo queda un dato por conocer, el de diciembre. Y eleva además la de 2026, hasta el 2,1%, cuatro décimas superior a la anterior, pero ya rozando los niveles deseados. Para 2027, en cambio, resta cinco décimas a su anterior predicción, colocándola en el 1,9%, debido a los menores precios de la energía previstos por el retraso de la entrada en vigor del nuevo sistema de derechos de emisión de la Unión Europea.

El diferencial de precios con la zona euro, en la actualidad superior a un punto, en parte por el mayor impacto en España de la inflación de servicios, irá por tanto estrechándose.

Como sucede con todo ejercicio de anticipación, existe un margen de error. ¿Qué puede salir mal y torcer las cosas? El Banco de España cita una evolución menos favorable de la demanda exterior, particularmente de las exportaciones de servicios no turísticos, y la incertidumbre ligada al crecimiento de los salarios pactados en convenio, que podría materializarse en un escenario alternativo de menos competitividad, más inflación y menos crecimiento.

Eso se acentúa tras la subida de sueldo a los funcionarios aprobada por el Gobierno. “Los nuevos acuerdos que se negocien en 2026 y 2027 podrían contemplar incrementos salariales para estos dos años algo superiores a los recogidos en los convenios ya firmados, máxime en un contexto en el que los aumentos recientemente pactados en las retribuciones del sector público —especialmente significativos en 2027— pueden ejercer un cierto efecto arrastre sobre los salarios privados”. El aumento salarial a los funcionarios tendrá también efectos en el déficit, que en 2027 pasará del 2,1% al 2,5% por el mayor gasto público asociado a ese compromiso.

A su vez, no descarta que se produzcan fenómenos mixtos, positivos para el crecimiento, pero potencialmente negativos para los precios, si la construcción de casas repunta para responder a la actual escasez. “Una respuesta más intensa de la oferta de vivienda ante el dinamismo de la demanda implicaría un mayor crecimiento del PIB y de la inflación”, concluye.

No es la única referencia a la vivienda. El banco no ve señales claras de que se esté construyendo mucho más en los visados concedidos. “La desaceleración reciente del indicador de ejecución de obra sugiere una moderación de la inversión en vivienda en el cuarto trimestre”, explica. Al mismo tiempo, recuerda que “el número de afiliados en el sector de la construcción apuntaría a un mantenimiento del dinamismo”, y percibe un alza del consumo de cemento.

Sobre los precios, que aumentaron respecto al mismo periodo del año pasado un 12,8% en el tercer trimestre, señala que crecen a registros elevados “en un contexto de rigidez de la oferta frente a la fortaleza de la demanda”.

Riesgo en las Bolsas

Respecto a las fuentes de incertidumbre externas, derivadas de la cambiante geopolítica global, los riesgos han perdido algo de fuerza. “Los últimos acuerdos comerciales han reducido la probabilidad de los escenarios más adversos de intensificación de la guerra comercial”, estima la entidad. En el duelo entre superpotencias, llama la atención cómo mientras China mantiene una inflación muy contenida, bastante por debajo del 1%, EE UU rondará el 3%, y la zona euro el 2%. “Es una ganancia sustancial de competitividad de China respecto al resto del mundo”, ha apuntado David López Salido, director general de Economía del Banco de España. durante la presentación del documento. “Hay una cierta evidencia de redirección de exportaciones chinas que antes iban a EE UU hacia España”, añadió.

Contenida la amenaza de una guerra arancelaria a gran escala, sus focos se dirigen ahora al sobrecalentamiento de las Bolsas por la inteligencia artificial, sin emplear la palabra burbuja. “Los episodios recientes de volatilidad financiera —asociados a las empresas tecnológicas— evidencian el riesgo de una corrección abrupta de la valoración de los activos con riesgo“, alerta el informe.

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