La economía española modera su crecimiento hasta el 0,6% en el tercer trimestre lastrada por el sector exterior
La actividad perdió algo de dinamismo durante el verano, hasta situarse en el 2,8% interanual, pero continúa resistiendo en un entorno internacional complejo
La mejora de la economía española sigue su curso, aunque modera su ritmo. El PIB creció un 0,6% entre julio y septiembre, según el dato adelantado publicado este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El avance de la actividad desacelera en dos décimas, desde el 0,8% anterior, pero encadena nueve trimestres seguidos con alzas superiores al 0,6%. Resiste así a un entorno internacional complejo, de tensiones comerciales —en agosto se firmó el pacto impuesto por Donald Trump que eleva los aranceles a los productos europeos enviados a EE UU—, inestabilidad política en socios clave como Francia, y en general, atonía europea. El crecimiento interanual, frente al mismo periodo de 2024, se sitúa en el 2,8%. En el segundo trimestre había sido del 3,1%.
“El dato coincide con nuestra previsión para el tercer trimestre, y confirma la desaceleración que percibimos a partir de los indicadores de coyuntura”, afirma Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas, al que le llama la atención un hecho: el consumo, tanto privado como público, acelera, mientras la demanda externa se comporta peor de lo esperado. Es decir, las variables que iban bien, van aún mejor, y las que iban mal, se han deteriorado.
La demanda interna, con el tirón de la inversión y el consumo, es el factor que sostiene el crecimiento. La primera mejoró un 1,7% respecto al trimestre anterior, mientras que el consumo lo hizo un 1,2%. Esto se debe a que el gasto en consumo final de los hogares se incrementó también en un 1,2%, en un momento en que la población española crece a un ritmo cercano al medio millón de personas anuales, y el gasto de las Administraciones Públicas lo hizo un 1,1%. “Es el reflejo de la solidez del mercado laboral y del aumento del poder adquisitivo”, estima el Ministerio de Economía.
En el tercer trimestre, la Encuesta de Población Activa (EPA) marcó un nuevo récord de trabajadores, al borde de los 22,4 millones, si bien el paro repuntó ligeramente hasta el 10,4%, aplazando a más adelante la ansiada ruptura de la barrera simbólica del 10%.
La demanda externa, en cambio, fue el gran lastre. Restó seis décimas al cómputo del PIB por la caída de las exportaciones de bienes y servicios (-0,6% frente al trimestre anterior), un signo de que, a diferencia de lo que ocurrió en la pospandemia, el sector exterior ha dejado de ser la gallina de los huevos de oro. En el último informe de comercio exterior, publicado por el Gobierno en agosto, el balance de los ocho primeros meses era de estancamiento, con solo un 0,3% de incremento de los envíos fuera de España.
Las importaciones, por su parte, crecieron en el tercer trimestre un 1,1%, según el INE, un fenómeno que puede atribuirse en parte al desvío de productos asiáticos —muy competitivos en precio— hacia Europa por las mayores barreras que encuentran para entrar en EE UU por los aranceles. La UE lleva meses expresando su temor a que una avalancha de bienes de bajo coste procedente de China, Vietnam y otros países de la región inunde el mercado comunitario, y el Banco Central Europeo incluso contempla esa posibilidad como un riesgo a la baja para la inflación.
¿Es la ralentización del PIB español un síntoma de agotamiento del ciclo expansivo? Para Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, las cifras son todavía sólidas. “Más que agotamiento, era relativamente previsible que nos moviéramos a tasas algo más moderadas viniendo de crecimientos por encima del 3%. La clave es si nos mantenemos en un ritmo sostenible, de en torno al 2,5%, que sigue siendo un crecimiento robusto. Me llama la atención que gran parte de la desaceleración proviene de un crecimiento de las importaciones, a la vez que la inversión está repuntando, lo que no es necesariamente mala señal”, concluye.
En plena crisis de acceso a la vivienda, la construcción creció un 0,8%, 1,6 puntos menos que en el trimestre anterior, pero el efecto estacional del verano puede haberle perjudicado, y si se mira respecto al tercer trimestre de 2024 crece un 6,1%. De la misma intensidad (0,8%) fue la escalada de los servicios.
El economista Javier Santacruz cree que una cierta ralentización entra dentro de la evolución lógica de la economía española, y no se puede hablar de frenazo. “España está en la fase de desaceleración del ciclo. Las tasas van a continuar siendo positivas en los próximos trimestres, pero el ritmo irá disminuyendo poco a poco. El gran factor diferencial de España es que ha aguantado creciendo por encima del resto en estos últimos tiempos”.
Esa singularidad ha sido destacada por medios como el Financial Times, y llegó a las actas de la última reunión del Banco Central Europeo, la de septiembre, donde se advertía de que “el excepcional desempeño” de un único país, España, estaba detrás de buena parte de la resistencia de la economía europea, lo cual podía distorsionar el cuadro general. Sin embargo, los problemas de acceso a la vivienda, la elevada inflación acumulada en los últimos años, y la contención salarial han provocado una brecha a pie de calle entre las cifras macro y la percepción de los hogares sobre la situación de la economía.
A falta de conocer qué ocurre en el tramo final del año, el dato del tercer trimestre certifica que 2025 será, en los grandes números, un ejercicio de bonanza. BBVA Research y el Consejo de Economistas apuestan por un avance del PIB del 3%, el Fondo Monetario Internacional, Funcas y CaixaBank Research lo sitúan en el 2,9%, mientras que el Gobierno prevé un 2,7%, pero actualizará esa cifra en los próximos días, probablemente al alza.