Menos parados, más protegidos: tres de cada cuatro desempleados cobran prestación por la mejora del mercado laboral
España registra el menor paro desde 2008, mientras la tasa de cobertura alcanza sus niveles más altos desde la Gran Recesión: un 74%. Los expertos aluden al ciclo económico positivo y a la reforma de la protección asistencial
En España hay 2,59 millones de personas en paro, según los últimos datos del Ministerio de Trabajo. Son muchas si se compara con los países vecinos (la tasa de paro española dobla la media europea), pero a la vez es el nivel más bajo en un...
En España hay 2,59 millones de personas en paro, según los últimos datos del Ministerio de Trabajo. Son muchas si se compara con los países vecinos (la tasa de paro española dobla la media europea), pero a la vez es el nivel más bajo en un mes de febrero desde 2008. Una de esas personas desempleadas es Carolina Martín: “Cobro el subsidio, unos 500 euros. No es gran cosa, ayuda a que no te mueras de hambre, pero con lo caros que están los alquileres aquí...”, explica al salir de una oficina de empleo en Alcalá de Henares (Madrid). A sus 27 años está en el grupo de desempleados que recibe una prestación. Son el 74,1% de los parados con experiencia laboral (los susceptibles de recibir una ayuda), el nivel más alto en enero desde 2011, lo que los expertos relacionan con dos fenómenos: el buen momento del mercado laboral y las reformas del sistema asistencial en los últimos años, que han ampliado la población protegida.
“Esto es consecuencia de un mercado laboral muy potente”, reflexiona el vicesecretario general de Política Sindical de UGT, Fernando Luján. Subraya que la proporción de parados que recibe prestación, la conocida como tasa de cobertura, suele mejorar históricamente de la mano de los ciclos positivos. Es decir, cuanto mejor va la economía (el PIB español creció en 2024 un 3,2% y se crearon medio millón de empleos), menos personas caen en paro de largo duración, que es el que más habitualmente se traduce en un periodo de desempleo sin prestación. “Si la tasa de ocupación crece, la de cobertura del desempleo también lo hace”, insiste Luján.
Es una reflexión parecida a la que hizo recientemente el secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey: “La tasa de cobertura está en su nivel más alto de los últimos 14 años. La bajada de la estacionalidad, la mejora de la temporalidad y de la ocupación, hacen que haya el menor número de parados en los últimos 17 años. Se están beneficiando sectores que eran herméticos a la contratación estable”. Y apuntó a otra razón que, a su juicio, ayuda impulsar la tasa de cobertura: “Al eliminar los recortes que el PP infligió en la protección por desempleo, protegemos a más personas. Hemos incorporado nuevos colectivos, como las empleados de hogar y artistas. No solo hay más grupos susceptibles de ser protegidos: se ha incrementado la intensidad de la protección”.
El primer cambio del Gobierno de coalición en la protección asistencial se dio en 2019, cuando el Ejecutivo recuperó la ayuda específica para mayores de 52 años, que el PP había desplazado de forma general a los 55. Es la única protección asistencial que no se agota, que Ejecutivo y sindicatos justifican por el “edadismo” de muchas empresas. “Son 480 euros al mes. No dan para mucho, pero estaría mucho peor si no lo tuviera”, reflexiona Jorge Alonso, desempleado de 57 años. Ha trabajado la mayor parte de su vida en la hostelería, pero ahora no encuentra un bar o restaurante que le dé un puesto.
“El cambio del PP disminuyó el número de personas que cobran el subsidio. Con la modificación de 2019 conseguimos incluir a gente que se había quedado fuera”, indica Carlos Bravo, secretario de Protección Social y Políticas Públicas de CC OO. Cree que la tasa de cobertura también ha mejorado en los últimos años por la incorporación de las empleadas de hogar a la protección y, finalmente, por la reforma más reciente del nivel asistencial, la del año pasado, que eleva las cuantías y suma más colectivos, como los menores de 45 años sin cargas familiares que agoten la prestación contributiva (dura seis meses) o todos los eventuales agrarios (y no solo los de Andalucía y Extremadura, como era habitual), entre otros.
“Junto al efecto composición, por el cual al tener más personas trabajando y menos en paro, ya mejora la tasa de cobertura, también tenemos el hecho de que la protección por desempleo llega a más colectivos”, insiste Bravo, recordando los cambios en los requisitos que amplían la protección: “Todas esas mejoras son las que están explicando esta evolución y todavía tiene que mejorar más”.
Pese a la caída en el número de parados, el gasto en prestaciones viene creciendo en los últimos meses. En enero (último dato disponible) alcanzó los 2.215 millones de euros, frente a los 2.077 de un año antes. Según el Ministerio de Trabajo, el incremento se debe a varios motivos: el aumento de los salarios que sirven como base para las prestaciones contributivas; el fin de la reforma del PP que rebajaba al 50% la base reguladora a partir del sexto mes; la mencionada ampliación de colectivos; y, por último, el establecimiento del complemento de apoyo al empleo, que permite compatibilizar prestación y actividad laboral.
¿Cuánto puede aumentar la protección?
Bravo cree que España volverá a alcanzar una tasa de cobertura que ronde el 80%, un nivel que se registró en 2010. Entonces cientos de miles de personas se acababan de ir al paro, en los primeros años de la Gran Recesión. La tasa fue cayendo año a año, según se agotaban las prestaciones y crecía el número de desempleados, hasta marcar un ínfimo 55,7% en 2016. Entonces ya llevaba varios años en vigor la reforma del PP que restringía las prestaciones.
Desde entonces la variable viene creciendo, de la mano de la mejora de la economía, con la excepción de 2021 y 2022, en la resaca de la pandemia. Esta lógica aplica a la desagregación por sexo: la tasa de cobertura es de un 82% en los hombres, frente al 69,4% entre las mujeres. Ellas, que también sufren más jornadas parciales involuntarias y cobran menos, registran una mayor tasa de paro (11,83%, frente al 9,53% de los hombres).
Por edades, hay muchos más sénior que reciben una prestación que jóvenes: este dato tiene todo el sentido, dado que los primeros han tenido más tiempo para generar el derecho y están protegidos por el único subsidio de duración indefinida, el de mayores de 52 años. Además, España notifica la menor cifra de paro registrado juvenil desde que hay datos consolidados (aunque la tasa es la tercera más alta de la Unión Europea).
“Salvo que haya un cambio de ciclo, lo normal es que el efecto composición siga empujando favorablemente. Ahora estamos en torno a medio millón sin cobertura, una de las cifras más bajas de los últimos años”, añade Bravo. Una de esas personas en paro y sin prestación es Cerasela Iustina Giuglea. “Estuve trabajando varios años como empleada de hogar, pero no estaba de alta, no cotizaba. Así que todo ese tiempo no me ha contado ni para paro ni para nada”, lamenta esta trabajadora rumana, de 36 años. Sí ha estado en alta en una fábrica y en otro periodo como empleada de hogar, pero ahora está sin prestación, como su marido. “Al principio tenía paro, luego le fueron reduciendo la cantidad y ahora nada. Tiene la espalda destrozada de estar varios años cargando muebles, pero no le han dado la incapacidad”, agrega, enfadada por las escasas respuestas que le ofrecen los servicios públicos de empleo.
Problemas en las oficinas públicas
Esta es una de las principales críticas que los sindicatos siguen echando en cara al Gobierno: la escasa capacidad del SEPE para encontrar empleo a los parados, pese a la elevadísima tasa española. Según los últimos datos del INE, de 2023, el servicio público de empleo encontró trabajo al 1,9% de los asalariados contratados, frente al 4,3% de las empresas de trabajo temporal. “Me está resultando imposible encontrar empleo, hay cero oportunidades para las mujeres de mi edad”, lamenta Nuria Talavera, de 47 años. Dejó el mercado laboral para cuidar de sus hijos y le está resultando imposible reengancharse, sin respuestas en las oficinas públicas. “Te ven a cierta edad y no te llaman. Como mucho te avisan de alguna empresa para trabajar una tarde y diciéndotelo esa misma mañana. No te ofrecen ni una semana”.
“Sin duda”, continúa el representante de UGT, “hay mucho que mejorar en políticas activas de empleo”. Luján señala la parte de responsabilidad que corresponde a las comunidades autónomas en este problema: “Las autonomías no han puesto en marcha suficientes políticas activas. Pasa un poco como con la sanidad, que es una transferencia económica a las comunidades sin un retorno de obligaciones claro. Por eso tenemos las listas de espera que tenemos y políticas activas inexistentes. Las comunidades se lo tienen que tomar más en serio. Hay que incrementar los controles de corresponsabilidad de las políticas públicas”. Los trabajadores del SEPE vienen protestando por la escasez de personal.
Bravo, de CC OO, agrega un matiz a tener en cuenta al estudiar la tasa de cobertura: el despliegue del ingreso mínimo vital (IMV) protege a muchas personas desempleadas que, sin embargo, no cuentan en el cálculo de la tasa. Es decir, reciben el IMV, pero forman parte del 26% que no percibe una prestación de desempleo. “El IMV está dando cobertura a una parte de las personas que están en desempleo y tienen esa situación de necesidad”. Este sindicalista apuesta por una mejora estadística, que permita conocer con detalle cuántas personas en paro cobran el IMV, para afinar en el diseño de las políticas públicas.
También con una mirada estadística, Bravo subraya otro dato reseñable: “Las personas, por lo general, no agotan su prestación contributiva. La mayoría de la gente se reincorpora al trabajo en cuanto puede. Si todo estuviera enquistado, no estaría mejorando la tasa de cobertura”. Los parados que agotan la prestación contributiva, si cumplen los requisitos, reciben el subsidio. La mayoría de las prestaciones (un 51%), a cierre de 2024, son del primer tipo, las que derivan de lo aportado en cuotas a la Seguridad Social.
Uno de esos desempleados que aspira a salir pronto de la cola del paro es David Ciudad. A sus 48 años, lleva la mayor parte de su vida trabajando como transportista. “Siempre he tenido periodos muy cortos de desempleo. Creo que volveré a trabajar pronto, pero en otro país. Estoy pensando en Alemania o Suiza. Aquí hay mucha demanda, pero las condiciones laborales no son buenas”, finaliza.