Vuelve Cataluña

La Generalitat lanza un plan de relanzamiento para recuperar el tiempo perdido frente a otros territorios en términos de competitividad

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, habla con empresarios . Enric FontcubertaEnric Fontcuberta (EFE)

Vuelve Cataluña. El plan inversor aprobado por el Govern de Salvador Illa, por 18.500 millones de euros, marca un hito. Culmina un triple retorno de Cataluña. A la política económica, tras un decenio, circunscrita a la cultura de la queja. A la primacía de la economía productiva sobre el pulso en financiación pública. Y a su histórica apuesta por competir por el liderazgo interno español, como palanca para mejorar su estándar europeo.

“Catalunya lidera” no es un presupuesto, aunque esté cuantificado. Ni un programa presupuestario plurianual como el Marco Financiero de la UE (siete años), si bien se pretende desplegar en una legislatura. Ni un catálogo de obras cerradas al detalle, aunque incluye 200 operaciones concretas.

Es más bien eso, un plan de actuación, un programa de inversiones que hereda del plan Next Generation de la UE la vocación de recuperación de un shock; en aquel caso, la parálisis súbita pero breve (pandemia); en este, el retroceso más distribuido en el calendario (el procés). Y a su vez, de relanzamiento (como el propio NGEU) desde que se constata el tiempo perdido frente a otros territorios en términos de competitividad.

Las prioridades son selectivas: infraestructuras pendientes, adecuación del aparato productivo a la hora actual, conocimiento e innovación para alcanzar a los más adelantados; o sea, las tres áreas que abarcan el 89% de la financiación prevista. El resto, algunos gastos sociales y de reforma administrativa. Apenas incluye un catálogo de propuestas legislativas —”ya hemos regulado en abundancia”, explica la consellera de Economía, Alícia Romero— pero sí un amplio uso de las facultades administrativas y de coordinación práctica de la comunidad autónoma.

Como la creación de un operador, Lidera, nueva empresa para monitorizar y en su caso, realizar las inversiones públicas con mayor agilidad. O la de un clúster financiero, alineando el ecosistema público y el privado existentes. O la de un fondo de capital-riesgo público que facilite el despegue de start-ups, hasta aumentarlas en un 50%, hasta 3.000, así como aumentar el tamaño de empresas consolidadas. La medida, quizá más novedosa, crear Innofab, que diseñará y prefabricará semiconductores convirtiendo innovaciones científicas (fotónica) en proyectos industriales.

Ese es el tono del plan: estimular la economía productiva, mediante el apoyo público y la colaboración público-privada, amén de recuperar el retraso en infraestructuras. Sobre todo las que colapsan la supervivencia de zonas o sectores, y fueron palancas de la primera industrialización: agua, dotando con 2.000 millones la generación de nuevos recursos hídricos de forma que satisfagan el 70% de la demanda; energía renovable, para recuperar el retraso (12.000 nuevos megavatios, para acercarse al 23% europeo sobre el consumo final, partiendo del actual 10,1%); comunicaciones: aeropuerto suficiente, digitalización en todos los municipios…

El propósito es aplicar a todo ello una financiación ortodoxa, cubriendo más de dos tercios de los 18.500 millones previstos mediante el presupuesto ordinario de la Generalitat (incluso prorrogado) y el resto con créditos del Institut Català de Finances. ¿Ambicioso? Alcanzable.

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