Cruzar a Portugal en busca de aceite más barato: “Se lo llevan a granel”

La escalada de precios impulsa las compras de españoles en el país vecino, donde pueden ahorrarse hasta un 27%

La gerundense Consuelo Berdaguer aprovecha sus vacaciones en Zamora para comprar aceite en Miranda do Douro (Portugal).Emilio Fraile

En el pasillo del aceite de oliva del hipermercado Continente de Valença do Minho, el paso más transitado de toda la frontera entre España y Portugal, prácticamente solo se escucha hablar castellano y gallego. “El 90% de nuestra clientela española viene por el aceite”, explica Fabio Silva, encargado del establecimiento. La escalada récord del precio de este producto, ...

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En el pasillo del aceite de oliva del hipermercado Continente de Valença do Minho, el paso más transitado de toda la frontera entre España y Portugal, prácticamente solo se escucha hablar castellano y gallego. “El 90% de nuestra clientela española viene por el aceite”, explica Fabio Silva, encargado del establecimiento. La escalada récord del precio de este producto, del 52% en los doce últimos meses tras dos años de cosechas reducidas a mínimos históricos por la sequía, ha impulsado las compras de españoles en el país vecino con el objetivo de ahorrar dinero. “¡Se llevan mucha cantidad, en el último mes parece que se lo beben!”, afirma Paulo Baiula, encargado de un supermercado Pingo Doce en Miranda do Douro, en la frontera lusa con los Arribes del Duero (Zamora).

Vivir cerca de una frontera tiene ciertas ventajas. Algunos franceses bajan a la Península a por gasolina y tabaco porque son más baratos. También hay portugueses que cruzan a España a repostar porque el combustible tiene impuestos más bajos. Y desde hace unos meses se ha detectado que los españoles están comprando más aceite en Portugal después de que el precio haya subido un 72% acumulado los últimos dos años. Los precios están tan altos en España —según un estudio de la asociación de consumidores Facua, el precio del litro oscila entre los 7,79 y los 13,10 euros— que se han registrado más robos en las almazaras, y se está extendiendo el uso de candados y alarmas antirrobo en los supermercados.

El IVA no lo es todo

En este contexto llama la atención la diferencia de precio entre países y la polémica que esta ha generado. Algunos usuarios han mostrado en redes sociales fotos de botellas de una marca española diciendo que son más baratas en Alemania o Irlanda, por ejemplo. Según un estudio reciente de la OCU, el precio medio del aceite virgen extra de marca blanca en España es un 27% más caro que en Portugal: 8,72 euros el litro frente a 6,86 euros, según un estudio de la organización, que sostiene que el IVA (5% en España; 0% en Portugal) no explica toda la brecha. Según el mismo análisis, el aceite en España es un 6% más caro que en Italia y un 16% más caro que en Francia, con un IVA similar (4% y 5,5%, respectivamente).

En el caso concreto de la vecina Portugal, ¿por qué el aceite está más barato? Para responder a esa pregunta primero hay que buscar las razones del incremento de precios en España. Tanto la OCU como Facua apuntan a que en la subida de precios hay un componente de especulación y sospechan que algunos comercios aprovechan para incrementar el margen, y que eso se pone de manifiesto, entre otras cosas, por las diferencias entre países. Asociaciones de agricultores como UPA o Asaja también creen que puede haber un componente especulativo en la producción y venta de aceite en España, pero ponen el acento en la caída del volumen cosechado como motivo principal, que ha reducido la oferta.

Desde el Gobierno, la vicepresidenta segunda en funciones, Nadia Calviño, aseguró hace unos días que no ha detectado que en el ámbito de la distribución se esté especulando. “No nos consta y, si así fuese, habría que tomar medidas”, dijo. También explicó que la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia (CNMC) está vigilando la evolución del precio de venta del aceite por si hubiera irregularidades. A su juicio, el encarecimiento se explica por años consecutivos de malas cosechas y sequía, mientras que las diferencias de precios entre establecimientos y países viene dada por la gestión de las existencias —es decir, cuánto y a qué precio se compró el producto— y su origen.

Diferentes patrones de consumo

La rotación de existencias que menciona Calviño es clave, según el sector de distribución y los exportadores. Así, en un país con mucho consumo de aceite (en España y Grecia se consume de media entre 11 y 12 litros por habitante al año), las reservas se agotan pronto y reflejan más rápidamente las oscilaciones de precios. En cambio, en Portugal se consume menos aceite de oliva (siete litros por habitante de media): es posible que el producto a la venta fuera importado meses atrás a un precio menor que el actual y llevara varios meses en el almacén por el menor consumo. Eso explicaría, según El Corte Inglés, que una garrafa de cinco litros que vendía tanto en España como el Portugal costara 14 euros menos en este segundo país. Una diferencia de precio que Facua criticó hace unos días.

En los dos supermercados de Valença de Minho y Miranda do Douro, el aceite portugués domina los lineales. En el segundo municipio, la media por litro de aceite está entre 6,5 y 8 euros, según la calidad del producto. Los estantes, semivacíos de las botellas más baratas, testifican el trasiego de forasteros ávidos de ahorrar. La gerundense Consuelo Berdaguer, de 58 años, veraneante en el pueblo zamorano de su marido, se sorprende por la diferencia de precio y coloca cinco botellas en su carrito: “¡A 6,5 está divino!”. Al lado, chocolate y lavavajillas, otros dos artículos muy competitivos en las grandes superficies del país vecino.

El encargado del establecimiento, Paulo Baiula, bromea con la “muita, muita gente” española que acude a por aceite: “¡Se lo llevan a granel, en el último mes parece que se lo beben!”. Un cliente local silba, asombrado, al contarle cuánto cuesta el litro en España. El único que se resiste a la ganga portuguesa se llama Fructuoso Ballesteros, de 78 años, de vacaciones en estos lares y receloso de la competencia. “¡Para aceite virgen extra el de España, esté al precio que esté! Si puedo comprar tres, tres, y si no, pues uno”, comenta entre estanterías. Él viaja a menudo a Úbeda (Jaén), paraíso olivarero, para abastecerse para resistir durante meses, aunque ni siquiera en origen, sin intermediarios mediante, logra ahorrar como antes.

En el caso de Portugal, la mayoría es aceite autóctono. En otros países se importa aceite no solo de España, sino de destinos más baratos en el Mediterráneo como Túnez, Marruecos, Turquía o Siria, con costes más bajos. De hecho, las exportaciones españolas perdieron mercados en el exterior el año pasado por la rivalidad en precio de esos países. Como norma general en toda la economía, además, la fijación de precios depende mucho de otros elementos, como el coste de la vida en el país —el salario medio en Portugal es de 21.600 euros, mientras el español asciende a 28.360 euros—, los costes energéticos y de mantenimiento, la fiscalidad que afrontan las empresas, los alquileres de los locales o el coste de la plantilla, entre otros elementos que complican comparar precios entre países. Y también influye la ley de la oferta y la demanda: a mayor demanda, más puede subir un precio.

200 euros de ahorro total

No solo se acercan los españoles a Portugal a comprar aceite. La viguesa Mari Carmen V. A. ha aprovechado que ha venido a comer con la familia a Valença también para comprar vino, que es lo que a diario escucha comentar a sus compañeras de trabajo en el hospital. José Luis y María, de Santiago, e Isabel y Juan, de Barcelona, también se han acercado coincidiendo con su paso por el sur de Pontevedra durante las vacaciones.

Mauro Inácio Leal, portugués afincado en Salamanca desde hace más de dos décadas, está pasando unos días en Galicia con su esposa y sus dos niñas, y aquí la familia repite el ceremonial de todos los meses: cruzar la frontera para llenar la despensa. Mauro busca en su teléfono móvil y enseña una foto: “Dos garrafas de tres litros de aceite de oliva, tres botes de leche en polvo para bebés y dos paquetes de pañales. Solo en estas tres cosas me ahorro 130 euros comprándolas aquí, así que sin duda me compensa hacer la distancia en coche que separa Salamanca de Guarda, en Portugal”.

El IVA no se aplica a infinidad de productos que los españoles cargan en sus carros y aunque también hay artículos más caros que en España, los precios de bienes básicos como la leche o el queso se parecen a los de España antes de la guerra de Ucrania. Mauro Inácio Leal asegura que “por 300 euros” en su Portugal natal hace “la misma compra, que en España no bajaría de 500″.

Producción diezmada

J. NAVARRO

La carestía ha llegado incluso allí donde jamás ha faltado este fruto del olivo. Fermoselle (Zamora, 1.100 habitantes), corona de los Arribes, cuenta con un microclima casi mediterráneo ideal para producir aceituna de calidad. Así ha sido históricamente en cooperativas rebosantes, almazaras desbordadas a ambos lados de las fronteras y con los dueños del aceite haciendo hasta negocio: además del autoconsumo, lo envían a familiares de otras provincias o lo venden, como confiesa alguno, “de estraperlo” en esos garajes o tiendas donde abundan los carteles anunciando el género.

América González, del conocido restaurante España, tiene producción propia de 250 árboles y ha pasado de vender los cinco litros, etiquetados y correctamente, de 30 euros a 45: “Este año no habrá casi nada por la sequía y porque las lluvias de junio tiraron todas las flores y no han salido olivas”. Ni siquiera las últimas precipitaciones han traído optimismo, pues apenas hay frutos que engordar. “En mi finca producimos 2.000 litros en 2022 y 8.000 otros años, no creo que en 2023 se cubra gasto y mucha gente ni lo recogerá”, calcula González, y cita vecinos con excedentes de otras temporadas y dispuestos a venderla estos meses para multiplicar la ganancia. Especulación entre aceitunas. Aunque los excedentes, tras dos años de reducción de cosechas, se están acabando.

La pírrica cosecha aterra a Marujo, alias de José Peños, de 76 años. Marujo, con 500 olivares, enseña sus terrenos, donde unas flacas aceitunas arrugadas cuelgan lánguidas de ramas antaño tan cargadas que vencían hasta el suelo por el peso. “¡El aceite de mi jubilación!”, bromea el hombre, en la bodega donde custodia unas 12 garrafas de cinco litros, reservas de otras campañas, entre barricas de vino cuya reciente fermentación se deja notar al olfato. Sobre la mesa, un crucifijo que pocos milagros ha traído a la cosecha. “¡Este año no tengo ni para freír un huevo!”, calcula el zamorano, pues pronto esos bidones custodiados se vaciarán y tendrá que volver al supermercado a por ello: “Llevo 30 años sin comprar aceite”.

-¿Ha leído que en Andalucía han robado aceite de cooperativas o almacenes?

-”Tengo siete perros”.
 

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