El PIB de EE UU acelera su crecimiento en el segundo trimestre del año y enfría el temor a una recesión
El aumento del gasto y una fuerte inversión empresarial empujan la economía pese a la continuada subida de tipos
La economía de EE UU creció inesperadamente en el segundo trimestre, impulsada por un consumo mayor de lo previsto y una fuerte inversión empresarial. El producto interior bruto (PIB) subió a un ritmo anualizado del 2,4%, tras el 2% de los tres meses anteriores, según la estimación inicial del Departamento de Comercio publicada este jueves (en términos intertrimestrales, el incremento fue del 0,6%, frente al 0,5% del primer tri...
La economía de EE UU creció inesperadamente en el segundo trimestre, impulsada por un consumo mayor de lo previsto y una fuerte inversión empresarial. El producto interior bruto (PIB) subió a un ritmo anualizado del 2,4%, tras el 2% de los tres meses anteriores, según la estimación inicial del Departamento de Comercio publicada este jueves (en términos intertrimestrales, el incremento fue del 0,6%, frente al 0,5% del primer trimestre).
Los consumidores siguieron gastando a pesar de la subida de tipos y de la advertencia de una hipotética recesión, que los últimos datos parecen contrariar. El gasto aumentó a un ritmo del 1,6%, más lento que en el primer trimestre pero aún sólido. Gran parte de ese crecimiento se debió al gasto en servicios, como viajes de vacaciones, restauración y ocio, incluidas entradas para los conciertos de Taylor Swift.
Además del consumo, la inversión empresarial repuntó en el segundo trimestre, y el aumento del gasto de los Gobiernos estatales y locales contribuyó también al crecimiento.
El dato se conoce un día después de que la Reserva Federal subiese de nuevo los tipos de interés hasta su nivel más alto en 22 años, en la horquilla del 5,25%-5,5%. Su presidente, Jerome Powell, no aclaró este miércoles si habrá una nueva alza en septiembre, o bien una nueva pausa como la de junio, la primera en más de un año de subidas continuadas.
La resistencia de la economía ha sorprendido a los economistas, muchos de los cuales pensaban que la elevada inflación —y los esfuerzos de la Reserva Federal por acabar con ella mediante agresivas subidas de los tipos de interés— provocarían una recesión, o al menos una clara desaceleración en el primer semestre del año. Durante meses, pareció que iban a tener razón: las tecnológicas despedían a decenas de miles de trabajadores, el mercado de la vivienda se hundía y una serie de quiebras bancarias hacía temer una crisis financiera.
Sin embargo, los despidos se limitaron a un puñado de industrias, la crisis bancaria se controló e incluso el mercado inmobiliario ha empezado a estabilizarse pese al encarecimiento de las hipotecas por el aumento del precio del dinero. La economía estadounidense muestra por tanto mayor fortaleza de la esperada por los economistas hace solo unos meses. Aunque los analistas no se ponen de acuerdo sobre las probabilidades de recesión, la fortaleza del mercado laboral, la tendencia del gasto de los consumidores y la relajación de la inflación han alimentado las esperanzas de que Estados Unidos evite una recesión.
La persistente fortaleza del mercado laboral, con una tasa de desempleo en mínimos (3,6% en junio), sigue siendo una fuente clave de apoyo para la economía. Otra estadística publicada este jueves muestra que la solicitud de prestaciones por desempleo ha retrocedido al nivel más bajo desde finales de febrero, lo que apunta a que los estadounidenses en paro pueden encontrar con facilidad y rapidez un nuevo trabajo. El fenómeno de la Gran Renuncia, en el que decenas de miles de personas salieron voluntariamente del mercado laboral, se bate según los expertos en franca retirada.
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