El calzado se levanta: “Tenemos un convenio con uno de los salarios más bajos y una de las mayores cargas de trabajo”
Los empleados del sector volverán a la huelga el 14 de diciembre si no se alcanza un acuerdo en la negociación de sus condiciones
Casi medio siglo después de sus últimas movilizaciones, el sector español del calzado, que suma unos 30.000 empleados, fue el pasado jueves a la huelga, convocada por UGT y CC OO. Tras una primera jornada que tuvo un seguimiento irregular, los sindicatos han anunciado este miércoles una nueva movilización para el 14 de diciembre, si no se llega a un acuerdo en la negociación del convenio colectivo que se celebrará un día antes. Las reivindicaciones son las mismas: los trabajadores d...
Casi medio siglo después de sus últimas movilizaciones, el sector español del calzado, que suma unos 30.000 empleados, fue el pasado jueves a la huelga, convocada por UGT y CC OO. Tras una primera jornada que tuvo un seguimiento irregular, los sindicatos han anunciado este miércoles una nueva movilización para el 14 de diciembre, si no se llega a un acuerdo en la negociación del convenio colectivo que se celebrará un día antes. Las reivindicaciones son las mismas: los trabajadores del calzado siguen tratando de actualizar un convenio “con uno de los salarios más bajos y con una de las mayores cargas de trabajo” de toda la industria española, asegura Félix Lara, empleado de una fábrica de suelas ilicitana. Y lastrado, además, por la economía sumergida y la nula renovación de las plantillas, según todas las partes implicadas.
Lara trabaja como inyectador. Está a cargo de una máquina de la que “tras ocho horas seguidas con unos alicates en la mano sacando suelas” salen unos 500 pares diarios. “Es un trabajo duro”, afirma, por el que cobra “poco más que el salario mínimo interprofesional”, pese a que su puesto exige “una gran especialización para manejar maquinaria muy cara”. Él reconoce tener suerte, en su empresa negociaron “la jornada de ocho horas” para tres turnos diarios, “no como en el resto del sector, que suele ser de 12 horas”. Tampoco es habitual que los poco más de 40 empleados de su empresa “estén dados de alta”. En estas condiciones, “los jóvenes que entran a trabajar” en el calzado no duran: “Prefieren ir a la hostelería, donde ganan más”. Y veteranos como la mujer de Lara, que estuvo trabajando 30 años en una fábrica, “también lo dejan, porque no les pagan lo que les tienen que pagar”. “No pedimos algo exagerado”, señala, “solo un sueldo aceptable”.
A lo largo de 2022, patronal y sindicatos han participado en “ocho reuniones, más una en el Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje (SIMA)”, cuenta el negociador y portavoz de la comisión empresarial, José María Escrigas, representante de la Federación de Industrias del Calzado (FICE) y de la Asociación Española de Empresas de Componentes y Maquinaria para el Calzado y la Marroquinería (AEC). “Se han alcanzado acuerdos parciales en igualdad retributiva y no discriminación”, continúa Escrigas, “el trabajo a distancia, permisos de dos días de paternidad o formación profesional”, entre otros aspectos. Pero la inflación ha enquistado los avances en las dos principales reclamaciones de los trabajadores, un convenio que garantice el poder adquisitivo de la plantilla y una reducción de jornada.
“Los sindicatos proponen un incremento de salarios del 15% acumulado en cuatro años”, explica el representante de los empresarios, cuya última oferta es de “una subida garantizada del 12,5% y una revisión topada del 2,5%” en el mismo periodo. La inflación es el arma que esgrimen ambas partes. “Puede que el IPC acumulado alcance el 20%”, sostiene Escrigas, “y los empresarios exportadores temen que Estados Unidos haya enfriado la economía y que Alemania y otros mercados europeos entren en recesión”. En el otro lado, defienden que el alza de los precios rebaja el poder adquisitivo de los empleados, cuyos sueldos, “de unos 1.100 euros de media”, no han subido en 2021, manifiesta Carmen Palomar, secretaria general de CC OO en las comarcas del Vinalopó y Vega Baja, que acaparan la producción zapatera alicantina. También responden que el sector se revitalizó tras la pandemia y que las exportaciones de la industria alicantina, calzado incluido, no dejan de crecer. Un 25% en los primeros ocho meses del año, según la dirección provincial de Comercio.
“El calzado es un sector envejecido, con plantillas de 55 años de media”, subraya Palomar, “con mucho empleo externalizado y precario”, traducido en la gran masa de empleadas, las aparadoras, “que trabajan en talleres y casas particulares sin ser dadas de alta”, y que últimamente fueron reivindicadas por la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz. La fabricación de zapatos “tampoco puede ser totalmente mecanizada, porque hay muchas labores que solo se pueden hacer a mano”, prosigue la representante sindical. “No se hacen turnos de ocho horas, sino de 12, en algunos sitios solo firman seis meses de contrato anual”, lamenta Palomar. “La patronal tiene un problema, el sector no es atractivo y se han ganado a pulso que no consigan renovar la mano de obra”, concluye.
“Falta mano de obra cualificada y relevo generacional y las condiciones de trabajo son de muchas horas, mal pagadas y con mucha inestabilidad”, ratifica Beatriz Lara, periodista ilicitana, coautora junto a Gloria Molero de Aparadoras. Las mujeres que fabrican tus zapatos, una recopilación de entrevistas publicada por la editorial Libros.com. También critica la abundancia de subcontratas para que las fábricas “puedan sacar adelante la producción que necesitan”. Aunque, a su juicio, el gran problema, al menos en la provincia de Alicante, que suma hasta 18.000 trabajadores del sector, es la economía sumergida. “Las aparadoras trabajan en casa, ponen las máquinas y algunas, hasta el hilo”, sostiene. Realizan funciones “que no se pueden automatizar, cobrando a destajo y por par”, remarca. “Así que los sindicatos pueden luchar por el convenio, que recoge el contrato domiciliario, pero a ellas, que trabajan en negro, no les afecta”. En estas condiciones, “es un empleo a extinguir”.