Los altos precios de los fertilizantes amenazan la nueva cosecha de cereal
Los agricultores españoles redujeron más del 25% las compras de abonos para la actual campaña de siembras
Javier González es uno de los tres hermanos que, en la localidad burgalesa de Villafuertes, manejan una explotación de unas 1.000 hectáreas, básicamente de cereal, pero también leguminosas y girasol. Durante esta campaña de sementera, González ha optado por una reducción de más de un 25% en el empleo de fertilizantes complejos debido a los precios elevados y a los interrogantes que plantea el sector: “El cuerpo te pedía más, pero no se puede dejar de tirar los abonos si queremos recoger cosecha”.
A 1.000 kilómetros, en Cádiz, Pedro Gallardo regenta una explotación de unas 300 hectáreas....
Javier González es uno de los tres hermanos que, en la localidad burgalesa de Villafuertes, manejan una explotación de unas 1.000 hectáreas, básicamente de cereal, pero también leguminosas y girasol. Durante esta campaña de sementera, González ha optado por una reducción de más de un 25% en el empleo de fertilizantes complejos debido a los precios elevados y a los interrogantes que plantea el sector: “El cuerpo te pedía más, pero no se puede dejar de tirar los abonos si queremos recoger cosecha”.
A 1.000 kilómetros, en Cádiz, Pedro Gallardo regenta una explotación de unas 300 hectáreas. Él también ha optado por una reducción similar, así como por una nueva programación de las siembras. Ambos agricultores dudan sobre si deben comprar más fertilizantes, dado que si la sequía persiste las cosechas se arruinarán y perderán todo el dinero invertido. Mientras tanto, optan por esperar a ver como se desarrollan los cultivos en los próximos meses antes de decidir si deben o no reforzar el crecimiento del cereal con dosis de abonos nitrogenados. Otros muchos agricultores han optado directamente por no abonar en este momento ante el temor a que sea un gasto tirado. El efecto de esta dinámica de altos precios en el fertilizante y sequía puede afectar gravemente a los niveles de producción de cereal en España.
No ha hecho falta esperar a que se aplicara la estrategia comunitaria europea Del campo a la mesa, por la que el sector agrario, en el horizonte de 2030, tendrá la obligación de reducir en un 50% el uso de agroquímicos y en un 20% el empleo de fertilizantes. Han sido suficientes los precios disparados de los abonos y las dudas sobre el futuro de las ventas de las cosechas para que los agricultores, en este momento los cerealistas, hayan optado por cortar por lo sano y abonar lo mínimo o no abonar.
El Ministro de Agricultura, Luis Planas, anunció en una comparecencia este miércoles que el Gobierno está ultimando una nueva legislación en esta materia que se aprobará a principios del próximo año, y destacó que el asesoramiento y las herramientas de gestión son instrumentos fundamentales para evitar el exceso de fertilización. Al mismo tiempo, ha abogado por buscar la autonomía en la fabricación de estos químicos para garantizar el acceso de los agricultores a estos abonos.
Según los datos manejados por el sector, los precios de los fertilizantes se han incrementado una media del 200%. En el caso de los nitrogenados, en el último año pasaron de 190 a 300 euros por tonelada, para dispararse en los últimos meses hasta los casi 800 euros. En los abonos complejos compuestos por nitrógeno, fósforo y potasio, el incremento medio se sitúa en menos del 200%, mientras la urea se ha disparado a los 1.000 euros la tonelada ante los precios prohibitivos del gas natural utilizado para su obtención.
La Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes (ANFFE) sostiene que la caída media en la venta de fertilizantes desde el inicio de la campaña de sementera hasta ahora es del 25%. Esta disminución sigue la tendencia de los últimos años, en los que las ventas han bajado desde los 5,1 millones de toneladas vendidas en 2020 a los 4,8 millones de toneladas de 2021.
El incremento de los precios del gas natural, que se emplea en la producción de estos abonos, ha provocado que en el conjunto de la Unión Europea se haya reducido la producción de fertilizantes en más del 50%. Muchas fábricas tuvieron que cerrar total o parcialmente sus plantas. En el caso de España, no se han registrado cierres, sí ajustes de líneas de producción, pero que en ningún momento ha peligrado la oferta, ya que al mismo tiempo que se reducía la producción caía la demanda debido al encarecimiento de estos químicos.
Reducción de aranceles
Ante esta situación, en los últimos meses Bruselas daba luz verde a una reducción de los aranceles para algunos productos de fertilizantes, circunstancia ante la cual, desde las organizaciones agrarias Copa y Cogeca se demanda hoy la misma reducción para todos los fertilizantes importados, así como una mayor flexibilidad para introducir los abonos fosfatados desde Marruecos, en lugar de mantener la gran dependencia de Rusia.
En este sentido, el ministerio de Agricultura aboga por reducir esta dependencia y “fomentar la autonomía europea en la producción y suministro de fertilizantes”. Luis Planas presentará en el Consejo Europeo del próximo 21 de diciembre una propuesta para garantizar la disponibilidad de estas sustancias a precios asequibles, que destacó que son “imprescindibles” para garantizar la seguridad alimentaria.
En el marco comunitario no se han adoptado otras medidas para favorecer el aumento de las producciones y, sobre todo, para rebajar los precios de venta a los agricultores. Bruselas propuso la posibilidad de que los países pudieran destinar el fondo de reserva de 450 millones en toda la UE para rebajar los precios, pero aún no hay nada concreto. Este fondo se nutre de una serie de retenciones que se aplican a los pagos de la PAC y cada año se devuelve a los beneficiarios si no hay situaciones de crisis que atender en el sector. En el caso de España, se contempla la posibilidad de deducción de un 15% en el IRPF sobre el rendimiento neto por los gastos en fertilizantes de las explotaciones agrarias mientras se concretan nuevas medidas.