Bruselas relaja las normas de ayudas de Estado para facilitar el rescate de las grandes energéticas
La Comisión Europea acepta también subvenciones para las empresas que reduzcan su consumo de energía, según la actualización del marco de ayudas de Estado al que ha tenido acceso EL PAÍS
Bruselas ultima un cambio muy relevante del marco legal para relajar las normas sobre ayudas de Estado y permitir el rescate de las grandes energéticas en apuros por la crisis, demasiado estratégicas para caer en plena guerra económica por el gas y el petróleo. La Comisión Europea, que ya reformuló su regulación en marzo para hacer frente a las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania, trabaja ahora aceleradamente para adaptar ese marco temporal a los altísimos precios del gas y la electricidad, resultado de la batalla energética del Kremlin contra la Unión Europea. Con ese escenario de ...
Bruselas ultima un cambio muy relevante del marco legal para relajar las normas sobre ayudas de Estado y permitir el rescate de las grandes energéticas en apuros por la crisis, demasiado estratégicas para caer en plena guerra económica por el gas y el petróleo. La Comisión Europea, que ya reformuló su regulación en marzo para hacer frente a las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania, trabaja ahora aceleradamente para adaptar ese marco temporal a los altísimos precios del gas y la electricidad, resultado de la batalla energética del Kremlin contra la Unión Europea. Con ese escenario de fondo y la perspectiva de un invierno complicado, Bruselas prevé ahora que los países puedan inyectar ayudas de Estado no solo a empresas en apuros, sino también a empresas insolventes, si se considera que su salida del mercado va a provocar una gran disrupción, según un borrador de la normativa al que ha tenido acceso EL PAÍS.
El texto, que abre la puerta a los grandes rescates, incluye también bajo ese paraguas a compañías que no sean energéticas pero sí industrias estratégicas que tengan un problema crucial con el coste de la energía —papeleras, compañías de producción de vidrio, cementeras, firmas de producción y procesado de aluminio y algunos químicos—. Y llega justo cuando Alemania acaba de aprobar un paquete multimillonario de ayudas a sus empresas que ha despertado una catarata de críticas entre los socios europeos, incluido el Gobierno español, porque ponen en peligro el mercado único y dan una ventaja sobresaliente a las compañías germánicas.
En la Gran Recesión, Bruselas suspendió cuando hizo falta las reglas de ayudas de Estado para salvar bancos “demasiado grandes para caer”: aquella era una crisis financiera. Ahora, en plena crisis energética, Bruselas vuelve a hacer lo mismo, esta vez con un sector energético que de nuevo es demasiado estratégico para caer. El argumento es el mismo: la banca tenía potencia hace 15 años para provocar una depresión, y el derrumbe del músculo empresarial en materia de energía podría arrastrar ahora al resto de la economía. La decisión de la Comisión Europea llega, además, en medio de un formidable revuelo político por las multimillonarias ayudas de Berlín a sus empresas energéticas, incluida la nacionalización de Uniper, la mayor compañía importadora de gas del país, extremadamente tocada por la crisis energética, con el argumento que su caída afectaría a toda la economía del país.
Países como Polonia, España o Bélgica han criticado con dureza el plan de salvamento de empresas alemanas, de 250.000 millones para un fondo de subsidios energéticos (más del 5% del PIB de Alemania). Lejos de recoger el guante de esas críticas, Bruselas abre la mano con las ayudas. Al cabo, la Comisión es consciente de que se avecina una recesión en Alemania, que sería aún peor sin esos planes de estímulo, con potencial para arrastrar a toda la eurozona hacia las rocas de la recesión.
Berlín defiende la medida y asegura que no es mayor que la aprobada por otros Estados miembros, como Países Bajos, pero la lluvia de millones también ha planteado las dudas del comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, que anunció que examinaría si el paquete distorsionaba el mercado único.
El movimiento de Bruselas, no obstante, en el marco de la cartera de Competencia —a cargo de la danesa Margrethe Vestager y por encima en el escalafón de la de Mercado Interior — avala los planes de Berlín y abre la puerta a que otros países puedan hacer lo mismo. Aunque nadie en Europa tiene el espacio fiscal de Alemania. La Comisión Europea planea aplicar estas reglas excepcionales —ya flexibilizó la normativa para recapitalizar empresas en apuro por la crisis de la covid-19— agrupadas en el llamado Marco Temporal de Crisis para las ayudas estatales hasta finales de 2023, según el borrador que ahora debaten la Comisión y los Estados miembros.
Los altísimos precios de la energía, dice la Comisión Europea, están perjudicando a la economía y al poder adquisitivo de los ciudadanos de la UE, en particular de los más vulnerables. El Banco Central Europeo estimó que el PIB real se contraerá un 0,1% en el último trimestre de 2022 y que se mantendrá estable en el primer trimestre de 2023, principalmente debido al impacto de las interrupciones del suministro energético, el aumento de la inflación y la consiguiente caída de la confianza. La crisis energética también ha derivado en que empresas de gas y electricidad obtengan beneficios jamás soñados por los precios desorbitados. Bruselas, con medidas inéditas de intervención del mercado, ha tratado de poner coto a esos beneficios caídos del cielo con tasas para sufragar ayudas a los hogares y empresas más vulnerables. Ahora trata de equilibrar la balanza y busca no dejar caer a las compañías más perjudicadas por la crisis energética e, incluso, a energéticas que lo están pasándolo mal; muchas, por su dependencia el gas ruso.
Así, con esos mimbres, la Comisión Europea también ampliará el techo máximo de las subvenciones desde el medio millón de euros a los 750.000 euros por empresa en cualquier sector afectado por la crisis, incluidas la agricultura y la pesca.
La ayuda podrá concederse en forma de subvenciones directas, ventajas fiscales y de pago u otras formas, como anticipos reembolsables, garantías de préstamos y acciones, siempre que el valor nominal total de tales medidas no supere ese límite máximo global de 750.000 euros por empresa (cifras brutas, antes de cualquier deducción de impuestos u otros cargos).
Con el nuevo marco, actualizado en verano para facilitar las inversiones en energías renovables, los gobiernos podrán reembolsar hasta el 70% de los costes a las empresas industriales que consumen mucha energía, pero sin superar los 50 millones de euros al año. Como los planes de ahorro de energía y de reducción de costes, el marco de temporal de crisis tiene en cuenta el horizonte del año que viene, con una guerra de Rusia en Ucrania que se prevé larga y una batalla energética espoleada por el Kremlin.
Bruselas plantea también, como ya apuntó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ayudas para la reducción adicional del consumo de electricidad, y reclama que las empresas se comprometan a no compensar la reducción de consumo de electricidad con el aumento del de gas.