España aumenta su dependencia del girasol del exterior
La invasión de Ucrania disparó las siembras un 26%, pero la sequía diezmó las producciones
La invasión de Ucrania provocó una fuerte subida de los precios de la pipa y del aceite, lo que ha disparado las siembras de girasol en España un 26% durante la campaña de este año. Sin embargo, la sequía ha diezmado la producción, sobre todo en las zonas de secano, por lo que las importaciones de estos productos desde Turquía, Bulgaria, Francia o Sudáfrica también se han incrementado.
En esta campaña, las simbras crecieron un 26%, pasando de las 762.000 hectáreas en 2021, a las...
La invasión de Ucrania provocó una fuerte subida de los precios de la pipa y del aceite, lo que ha disparado las siembras de girasol en España un 26% durante la campaña de este año. Sin embargo, la sequía ha diezmado la producción, sobre todo en las zonas de secano, por lo que las importaciones de estos productos desde Turquía, Bulgaria, Francia o Sudáfrica también se han incrementado.
En esta campaña, las simbras crecieron un 26%, pasando de las 762.000 hectáreas en 2021, a las 962.000 hectáreas durante 2022. El aumento de los precios en los mercados exteriores, como consecuencia del frenazo en las exportaciones desde Ucrania y la flexibilización acordada por la Administración comunitaria sobre las rotaciones de cultivos o los índices de barbecho, sirvieron como aliciente para incrementar el cultivo de girasol.
Desde el propio sector señalan que estos alicientes contribuyeron a que muchas tierras no aptas para el cultivo, como las de secano, se sembraran de girasol. La falta de lluvias en los últimos meses y la vulnerabilidad de estas tierras frente a la falta de agua, complicó el desarrollo de las plantaciones. Para Pedro Gallardo, agricultor de Asaja en Cádiz y responsable del grupo de oleaginosas en el Copa-Cogeca de la UE, las producciones medias se reducirán: pasarán de estar por encima de los 1.000 kilos hectárea, a quedarse en una media de entre 700 y 800 kilos. Esto último equivale a unas 740.000 toneladas de pipa. Con unos rendimientos medios de entre un 40% y un 44%, la producción de aceite de girasol sólo se situaría en unas 340.000 toneladas.
Pese al aumento de las superficies sembradas, la baja producción se comenzó a reflejar ya en los inicios de campaña con un incremento de los precios desde los 0,50 euros el pasado año, hasta los 0,66 euros en 2022. Una cifra que ha ido subiendo a medida que avanzaba la recolección, hasta situarse en cotizaciones por encima de los 0,80 euros en óleos de calidad estándar. Para las partidas de mejor calidad se alcanzaron precios superiores. Otro dato que avalaría la rentabilidad de los cultivos es que el girasol tiene menores costes de abonado que el cereal.
En cuánto a la demanda interior, la Asociación de Envasadores estima que los hogares y la restauración reclaman unas 350.000 toneladas. A esa cifra se sumaría una demanda de la industria de otras 350.000, lo que supone un total de unas 700.000 toneladas. Las cifras de producción de los agricultores asociados no llega a las 300.000 toneladas. Este desajuste histórico se viene cubriendo por medio de la importación de unas 230.000 toneladas de pipa y otras 600.000 de aceite durante 2020.
En este contexto, los precios finales del aceite de girasol experimentaron, en los últimos meses, fuertes subidas hasta su venta en la distribución: pasaron desde una media de 1,40-1,50 euros, a una media de 2,60-2,70 euros por litro. Pese a estas cotizaciones, el volumen de las ventas de girasol registró un incremento de casi un 3% con respecto al mes de septiembre del año pasado, según datos de los envasadores. A pesar de ello, el girasol sigue sin ser la alternativa al consumo de aceite de oliva y las ventas de este último durante el mismo periodo registraban un descenso de casi el 7% debido a la fuerte subida de precios.