Europa apaga las luces en verano para no pasar frío en invierno
El objetivo de la UE es llegar a superar el 90% de la capacidad de las reservas de gas antes de empezar octubre
En un verano en el que se suceden las olas de calor, Europa despliega medidas de ahorro de energía para no quedarse congelada en invierno ni en las casas ni en las empresas; es decir, en la economía. Monumentos y escaparates apagados, aires acondicionados con limitaciones… “La UE ya ha empezado a prepararse para un prolongado y posiblemente total corte de gas de Rusia en cualquier momento”, advertía ...
En un verano en el que se suceden las olas de calor, Europa despliega medidas de ahorro de energía para no quedarse congelada en invierno ni en las casas ni en las empresas; es decir, en la economía. Monumentos y escaparates apagados, aires acondicionados con limitaciones… “La UE ya ha empezado a prepararse para un prolongado y posiblemente total corte de gas de Rusia en cualquier momento”, advertía el documento pactado por los Estados miembros hace algo más de una semana que promueve un ahorro conjunto de gas del 15%. Ese escenario pondría en serios aprietos a países como Alemania, Italia o Hungría. Así que para amortiguarlo, quieren que los tanques de reservas estén más allá del 90% de su capacidad —mejor si es el 100%— cuando bajen las temperaturas. Por ahora han llegado al 71%, significativamente por encima del nivel del año pasado en estas fechas.
Ahorrar gas para un invierno seguro es el elocuente título del primer plan de ahorro energético conjunto de la historia de la UE. Alrededor de él, varios gobiernos europeos han empezado a desplegar medidas para reducir el consumo de energía. Algunos ya lo habían hecho antes y otros las están preparando. España las ha aprobado esta misma semana con disposiciones que cumplir obligatoriamente en el sector privado, algo que no está muy extendido en el continente, donde suele optarse más por las recomendaciones a familias y empresas. También lo hacen otros como Finlandia o Grecia. Bruselas quiere que Europa ahorre entre 45.000 millones y 30.000 millones de metros cúbicos de gas. Se hace por necesidad, no por conciencia ecológica, como deja claro el hecho de que la Comisión Europea acepte que varios países reabran sus plantas de producción eléctrica con carbón. “La guerra ha acelerado la transición hacia una economía menos dependiente de los combustibles fósiles, pero en este contexto puede ser legítimo [recurrir al carbón]”, declaró el viernes el portavoz del Ejecutivo europeo, Eric Mamer.
Otra vez aparecen los espejos de la crisis del petróleo de 1973: la que disparó la inflación; la que acabó con una época prolongada de crecimiento económico; la que trajo rápidas subidas de tipos de interés por los bancos centrales y la que impulsó en Occidente medidas de racionamiento para afrontar la escasez de petróleo. Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos, limitó la velocidad de los coches a 90 kilómetros por hora; el Reino Unido apagó los escaparates de las tiendas por la noche; se impusieron los cambios horarios para ganarle horas de luz al día; las oficinas tenían la mitad de los tubos fluorescentes apagados; se creó la Agencia Internacional de la Energía para asegurar el abastecimiento de crudo… “Aunque usted pueda permitírselo, España no puede” fue el lema con el que se llamaba a ahorrar desde la televisión pública en 1976, en un país ya sin dictador, pero todavía preconstitucional.
Ahora, como entonces, también hay medidas obligatorias y voluntarias, esas que dependen de la conciencia. Aunque lejos de la espectacularidad de las que se adoptaron hace casi medio siglo. Estas son las que se están preparando:
Alemania. La primera economía europea tiene una gran dependencia del gas ruso. La Universidad de Bonn ha calculado que prescindir de él puede suponer una contracción del 0,5% al 3% en su economía. Para amortiguar el golpe, se ha limitado la calefacción en las piscinas privadas durante el invierno, y muchas ciudades (como Berlín o Hannover) han optado por apagar la iluminación de edificios y monumentos. El Gobierno central recomienda duchas cortas, apagar las luces en casa o usar la bici en lugar del coche. Otras administraciones cortan el agua caliente en sus edificios y limitan las calefacciones a 19 grados.
Francia. El presidente, Emmanuel Macron, está preparando los decretos para desarrollar el Plan de Sobriedad Energética, que buscará reducir un 10% el consumo energético los próximos dos años. Por ahora no han trascendido las medidas concretas. A la espera de que el Gobierno actúe, ciudades como París ya obligan a los comercios a cerrar las puertas o los supermercados se han comprometido a apagar las señales eléctricas cuando estén cerrados, rebajar la iluminación a la mitad antes de abrir y en un 30% en los momentos de mayor demanda.
Italia. Por ahora, el país transalpino controla el consumo en el sector público. Su plan contempla la restricción del alumbrado público (farolas de carreteras y extrarradio), adelantos en los cierres de oficinas públicas o apagar monumentos. Varias de estas medidas ya las han puesto en práctica en ciudades como Turín. En la capital, en Roma, se ha llegado a cortar la luz en el Coliseo para concienciar sobre la necesidad de ahorrar.
España. El lunes, el Consejo de Ministros aprobó el plan español en el que se recogen los límites en los termostatos de lugares públicos (19 grados de máximo en las calefacciones y 27 de mínimo en el aire acondicionado), el cierre de las puertas de los establecimientos o el apagado de escaparates a partir de las diez de la noche. También hay un plan de reparación y puesta a punto de calderas y, además, Pedro Sánchez llegó a lo anecdótico al aconsejar a los hombres, como ya hiciera Miguel Sebastián siendo ministro de Industria socialista, que no llevaran corbata. El plan español es de los más detallados entre los conocidos hasta ahora.
Benelux. Uno de los pasos más importantes dados por el Gobierno belga es la decisión de prolongar por otros 10 años la vida de sus centrales nucleares para así evitar depender más del gas. El primer ministro, Alexander de Croo, todavía está negociando con las empresas, que quieren que el Ejecutivo entre en la gestión e invierta lo necesario para garantizar la seguridad. Además, en julio anunció un plan de ahorro sin dar muchos detalles, algo que negocia con las autoridades regionales y locales. En él también se recoge la posibilidad de reforzar la regasificadora de Zeebrugge para exportar gas a países de la UE. Holanda, por su parte, lanzó en mayo la campaña Zet ook de knop om (”También se puede usar el interruptor”, en holandés), en colaboración con empresas, para concienciar sobre la necesidad de reducir el consumo energético y dando consejos como las duchas cortas o secar la ropa en el tendedero y no con secadoras. En Luxemburgo, el Gobierno está preparando medidas para optimizar el ahorro en los edificios públicos y negocia con patronales cómo reducir el consumo en las empresas.
Portugal. A finales de este mes, se conocerá el plan en el que ya trabaja la Agencia de Energía y el Ministerio de Medioambiente, y que podría extenderse hasta finales de 2023. En él se puede incluir la reducción del consumo en edificios públicos y una campaña de concienciación.
Croacia. El país balcánico desplegó esta semana una guía para ahorrar energía con recomendaciones. Los consejos de Zagreb pasan también por fijar una temperatura máxima de 21 grados para las calefacciones y una mínima de 25 para el aire acondicionado. Además, se pide el uso de bombillas LED y de transporte público.
Grecia. El Gobierno de Kyriakos Mitsotakis ha anunciado un plan que contempla apagar un 10% del alumbrado público y los monumentos desde las tres de la mañana. Como en España, limita la temperatura mínima del aire acondicionado a 27 grados y pide apagar los ordenadores de las oficinas al acabar la jornada laboral.
Finlandia. El operador de distribución eléctrico, controlado por el Estado, anunció a comienzos de mes que si en los meses más fríos hay problemas, podría haber cortes breves de luz para regular el suministro. Como en el caso luso, el plan concreto se conocerá a finales de este mes.
Dinamarca. Copenhague ya había adoptado medidas de ahorro energético antes de que la UE pactara el plan comunitario. Entre sus propósitos está aumentar el uso de gases de procedencia renovable en los edificios públicos y también cuadruplicar el uso de energía generada sin combustibles fósiles.
Irlanda. Su dependencia de los combustibles fósiles rusos apenas llega al 3%. No obstante, ya en abril puso en marcha un plan para reducir el uso de petróleo y de gas, que suponen un 45% y un 34% de la energía primaria que consume la isla. Para eso, se centra sobre todo en las calefacciones, que son el principal foco de consumo, y también en el transporte, incentivando el público.
Países bálticos. El trío de pequeños Estados septentrionales todavía no ha presentado planes de ahorro pese a su dependencia de Rusia en el caso estonio o el corte de gas a Letonia que Moscú anunció la semana pasada. Riga aseguró que el país podría pasar el invierno con el combustible que llega de las regasificadoras de las vecinas Estonia y Lituania. Esta última ha reducido su uso de gas un 30% desde comienzos de año y ahora prepara medidas para la Administración como teletrabajo o límites en calefacciones.
Austria. Ciudades como Linz ya apagan monumentos y puentes para ahorrar energía, y Viena busca medidas para ahorrar en el alumbrado público. Se han adelantado al Gobierno federal, que ha anunciado un plan que impulse la reducción del consumo en hogares y empresas. A cambio se limitarán los precios de la electricidad.
Polonia. Moscú anunció hace ya meses que cortaba el gas a Varsovia. Las autoridades polacas anunciaron entonces que estaban listas porque los contratos que tenían con Rusia vencían en septiembre y que antes de acabar el año iba a entrar en funcionamiento un gasoducto para que llegara combustible desde Noruega. El Gobierno de Mateusz Morawiecki no ha expuesto sus planes tras el acuerdo europeo, aunque en sus negociaciones advirtió de que el país lleva aplicando desde 2015 un programa de diversificación energética para no depender del vecino del este.
Hungría. El Gobierno de Viktor Orbán fue el único que rechazó el acuerdo europeo, pero ya a mitad de julio había aprobado un plan que entró en vigor el 1 de agosto. Pasa por ampliar la vida de las centrales nucleares y limitar los precios del gas. No obstante, Hungría está mostrando mucha cercanía a Rusia durante la guerra, hasta el punto de que su ministro de Asuntos Exteriores viajó hace un par de semanas a Moscú para tratar de aumentar el envío de gas. Su dependencia de este combustible, y de otros bajo el control del Kremlin, es de las mayores de la UE.