Los hoteles de Barcelona disfrutan el tirón turístico con unas tarifas un 10% más altas
Los precios superan la etapa precovid y el optimismo se traslada al mercado de compraventa
El bullicio turístico ha vuelto al centro de Barcelona en forma de colas en algunas tiendas de lujo y, de golpe, el optimismo se ha instalado en los hoteles. La mejor señal de ese nuevo panorama es que reservar una habitación en la capital catalana cuesta ahora ya más que hace dos años, antes de que la covid cortara de raíz las visitas internacionales y que buena parte de las puertas de los establecimientos tuvieran que ser tapiadas en previsión de un largo parón. Según una en...
El bullicio turístico ha vuelto al centro de Barcelona en forma de colas en algunas tiendas de lujo y, de golpe, el optimismo se ha instalado en los hoteles. La mejor señal de ese nuevo panorama es que reservar una habitación en la capital catalana cuesta ahora ya más que hace dos años, antes de que la covid cortara de raíz las visitas internacionales y que buena parte de las puertas de los establecimientos tuvieran que ser tapiadas en previsión de un largo parón. Según una encuesta interna que elabora el Gremio de Hoteles de Barcelona, el precio medio pagado en junio, en los primeros suspiros de la campaña estival, fue de 192 euros, un 10% más que en 2019 y un 24% superior que el mismo mes de 2018. Previsiblemente esas tarifas hayan sido más altas en julio y lo serán en agosto, los meses más preciados y caros del año.
Los precios fueron más altos, pese a que la ocupación era todavía ligeramente inferior a la de aquellos años. Y ese alza se explica básicamente por el tirón que están teniendo los establecimientos de mayor gama. Todas las categorías han subido las tarifas, pero ninguna tanto como los 44 establecimientos de gran lujo y cinco estrellas que hay en la ciudad (de los 437 hoteles existentes en su totalidad). Y todo a pesar de que uno de los mayores de ese segmento, el Juan Carlos I, con sus 500 habitaciones, continúa cerrado a raíz de sus problemas financieros y a la espera de que sus propietarios, los saudís Ben Nasser, hallen comprador.
La recuperación de los precios contrasta con la guerra de precios en la que entraron los hoteles que permanecían abiertos el verano de 2020, con descuentos medios del 50%. Entonces iban a la caza del posible turismo nacional que pudiera recalar en la ciudad. Con todo, el incremento de precios barcelonés está por debajo de la media española, según los datos del INE. En ese caso las tarifas hoteleras se han disparado un 18% respecto al verano de 2019.
“La recuperación ha sido muy repentina, a partir de abril”, apunta Manel Casals, director general del gremio, quien explica esa recuperación básicamente por un par de motivos. Por una parte, tras dos años de escasos ingresos, tenían que recuperar capacidad de caja para afrontar los créditos que asumieron para renovar y hacer nuevos proyectos y pagar los créditos ICO que demandaron en plena pandemia para resolver sus problemas de tesorería. Los hoteleros se han beneficiaron de la recuperación del turismo de negocios, lo que ayudó a elevar las tarifas por el modelo singular de los hoteleros: la reserva se encarece a medida que se piden más habitaciones y no al revés. En segundo lugar, la necesidad de repercutir el encarecimiento de los precios de la energía y de la comida y las bebidas, influidos por el encarecimiento de las materias primas y los precios.
El precio de Barcelona como destino vacacional es relevante. La ciudad capta más de un 15% de los visitantes internacionales que llega a las ciudades españolas en verano, convirtiéndose en el principal destino urbano español. Según datos del INE, en junio pasado pasaron por ella 585.600 turistas extranjeros que pasaron noche, muy por delante de Madrid (429.900). Antes de la covid, en 2019, esa cifra de junio fue de 656.000.
El presidente del consorcio público-privado Turisme de Barcelona, Eduard Torres, admite que la temporada será buena, aunque advierte que los datos de reservas de agosto no parecen vender tanto optimismo como junio o julio. “Consideramos que este verano el turismo dejará unos ingresos equivalentes al 85% de lo que se logró en 2019, pero hay que tener en cuenta que en 2020 ese porcentaje fue del 15% y en 2021, del 35%. Está claro que el gasto medio ha funcionado muy bien”.
El tirón de la temporada se ha extendido a otras actividades vinculadas al sector hotelero, como el de la inversión. A raíz de la caída de los ingresos y la incapacidad de afrontar el endeudamiento, muchos propietarios decidieron poner activos a la venta, hasta situar las operaciones en niveles nunca vistos antes. Los libros de venta continúan a la orden del día, pero no las prisas por cerrar operaciones. “Las negociaciones en marcha se han ralentizado a raíz de la recuperación de las reservas desde finales de marzo”, señala Juan Gallardo, socio de 3 Capital Real State, “ya que las propiedades, algunas de ellas con severas tensiones de tesorería tras dos años de pandemia, han visto reforzada su posición y, o bien han retirado sus activos del mercado o bien dilatan el proceso de venta para aprovechar un verano que, de seguir la tendencia actual, superará los mejores resultados históricos del sector hotelero barcelonés”. Es posible que cuando se retomen las ventas, los precios de las operaciones incluyan esa mejora del mercado.
Gabriel Jené, presidente de Barcelona Oberta, la asociación que aglutina al comercio turístico de la ciudad, coincide con Casals en que la afluencia turística se nota desde abril, lo que habría situado los niveles de facturación “en niveles prepandemia o casi”. “Hay una diferencia, porque mientras las tiendas enfocadas al turismo han visto como las ventas en domingo subían mucho, las enfocadas al público local no se han beneficiado tanto porque la demanda interna está como está”, en referencia a la incerteza sobre la evolución económica.
“El problema”, dice Casals, “es que nos es muy difícil leer el mercado y tenemos la preocupación sobre cómo será a partir de octubre”. Se refiere a la evolución de la economía con la inflación y la guerra de Ucrania como fotografía de fondo. “Tenemos claro que viene una caída de demandas”.