El BCE cifra en 70.000 millones las pérdidas de la gran banca ante una crisis climática
El organismo cree que la banca europea no está preparándose como debe frente al riesgo climático
El Banco Central Europeo mira hacia un futuro donde el impacto del cambio climático sobre la economía será mucho mayor, y el examen a 104 entidades financieras para saber cómo se están preparando al respecto arroja una conclusión: los bancos no están haciendo los deberes para hacer frente a los riesgos que se avecinan. Los resultados de la prueba de estrés, publicados este viernes, indican que no están invirtiendo lo suficiente en recabar los datos que necesitan para medir la magni...
El Banco Central Europeo mira hacia un futuro donde el impacto del cambio climático sobre la economía será mucho mayor, y el examen a 104 entidades financieras para saber cómo se están preparando al respecto arroja una conclusión: los bancos no están haciendo los deberes para hacer frente a los riesgos que se avecinan. Los resultados de la prueba de estrés, publicados este viernes, indican que no están invirtiendo lo suficiente en recabar los datos que necesitan para medir la magnitud de la crisis, no han integrado el riesgo climático en sus análisis internos y pueden sufrir pérdidas de hasta 70.000 millones de euros en caso de que la transición sea desordenada y se produzcan fenómenos climáticos extremos como sequías o inundaciones.
“Los bancos carecen de estrategias sólidas más allá de la tendencia a reducir su exposición a los sectores más contaminantes y apoyar negocios con bajas emisiones de carbono”, critica el texto. El aviso va acompañado de una batería de datos en los que se dibuja un retrato poco favorecedor para el sector. Un 65% de los bancos obtuvo una puntuación “pobre” en el test, aunque no se han hecho públicos los resultados banco por banco ni por países.
El varapalo se debe, entre otras cosas, a que solo un 20% de las entidades tiene en cuenta el factor climático a la hora de conceder préstamos, y a que un 60% carece de un marco de pruebas de estrés climático. “Los bancos de la zona euro deben redoblar urgentemente los esfuerzos para medir y gestionar el riesgo climático, solventando las lagunas de datos actuales y adoptando las buenas prácticas que ya están presentes en el sector”, ha reclamado Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del BCE.
La dependencia de actores contaminantes también es patente. Los cálculos de Fráncfort tras encuestar a las entidades dicen que casi dos tercios de los ingresos de los bancos de clientes corporativos no financieros provienen de industrias intensivas en gases de efecto invernadero. Y, en muchos casos, se concentra en un pequeño número de grandes empresas, lo que aumento los riesgos de transición.
El BCE pidió a 41 de los bancos que proyectaran las pérdidas que sufrirían en caso de que se produjeran eventos climáticos extremos. Y la prueba de estrés muestra que las pérdidas crediticias y de mercado en caso de una transición desordenada y de desastres derivados de sequías, olas de calor e inundaciones rondarían los 70.000 millones de euros, aunque matiza que la cifra real sería mucho mayor porque los datos disponibles son escasos y rudimentarios, y se excluyen posibles impactos colaterales como recesiones económicas.
Los efectos de sequías, olas de calor e inundaciones dependerían en gran medida de los sectores a los que cada banco esté expuesto y a si los países donde tengan el grueso de su actividad las sufren con especial virulencia. El regulador europeo entiende que golpearían a la actividad agrícola, a la construcción, al sector inmobiliario y al crédito.
“Históricamente, las inundaciones fluviales han sido una fuente importante de riesgo en Europa, y con el aumento de las lluvias asociado al clima climático, se espera que este riesgo se incremente, provocando pérdidas a los bancos por los daños graves y la destrucción de inmuebles”. Según el escrito, España, como Italia, Portugal o Grecia, estaría especialmente expuesta a crisis climáticas. “La sensibilidad al riesgo de sequía y calor es heterogénea en toda Europa, con los países del sur de Europa en general como los más afectados”.
El BCE enviará a cada banco un comentario personalizado sobre su desempeño climático, y espera que tras ese mensaje tomen nuevas medidas, pero el examen no tendrá consecuencias directas en términos de capital dado que se trata de un ejercicio exploratorio, de “aprendizaje” para ambas partes, que sobre todo pretende empujar al sector a desarrollar una metodología efectiva para medir los riesgos climáticos, de la que ahora mismo carece. En el lado positivo, el BCE destaca que los bancos también presentaron información “innovadora” cualitativa y cuantitativamente. La entidad presidida por Christine Lagarde tiene previsto publicar una guía con las mejores prácticas en el último trimestre de este año.
Francisco Uría, responsable global de Banca de KPMG, cree que el BCE se mantendrá vigilante. “Los bancos han avanzado mucho en estos años pero les queda mucho trabajo por hacer en retos tan importantes como mejorar la calidad de los datos de que disponen, su conocimiento de los sectores a los que están prestando financiación y, sin ninguna duda, veremos a lo largo de los siguientes meses una acción muy decidida por parte del supervisor bancario para asegurarse que las entidades progresan”.
El año pasado, el Banco de Francia fue el primero entre los bancos centrales en realizar una prueba de estrés climático a los bancos y aseguradoras. Le siguió el Banco de Inglaterra, que concluyó que los bancos y las aseguradoras que no lograsen gestionar los riesgos climáticos como un problema de “primer orden” podrían enfrentar un impacto del 10-15% en sus beneficios anuales y mayores requisitos de capital.
La preocupación sobre la alta inflación —del 8,6% en la zona euro—, y las discusiones sobre cómo de agresiva deben ser las próximas subidas de tipos de interés para atajar la escalada de precios sin provocar una recesión marcan la actividad del BCE a corto plazo, pero la entidad no esquiva en su agenda las luces largas, y ahí la cuestión del cambio climático —junto a otras como el euro digital— está llamada a ser central por su potencial impacto económico.