Netflix se desmorona en Bolsa casi un 40% ahogada por la competencia y las contraseñas compartidas
La plataforma se deja más de un tercio de su valor en solo unas horas tras perder 200.000 clientes en el primer trimestre
Ten cuidado con lo que deseas, porque los anhelos a veces se cumplen. Hace cinco años, sumida en la convicción de que crecer en espectadores era el camino más rápido hacia el éxito, Netflix animaba en redes sociales a que sus suscriptores compartieran las contraseñas para acceder a sus contenidos. Es una fórmula habitual: compañías como Amazon han cimentado su expansión en precios bajos, con la premisa de que no es grave perder dinero al principio si a cambio obtienes clientes fieles en el futuro. La plataforma de streaming descubre ahora una cruel realidad detrás de esa estrategia: hay...
Ten cuidado con lo que deseas, porque los anhelos a veces se cumplen. Hace cinco años, sumida en la convicción de que crecer en espectadores era el camino más rápido hacia el éxito, Netflix animaba en redes sociales a que sus suscriptores compartieran las contraseñas para acceder a sus contenidos. Es una fórmula habitual: compañías como Amazon han cimentado su expansión en precios bajos, con la premisa de que no es grave perder dinero al principio si a cambio obtienes clientes fieles en el futuro. La plataforma de streaming descubre ahora una cruel realidad detrás de esa estrategia: hay 100 millones de hogares que ven sus series y películas gratis usando las claves de amigos y familiares. Y mientras eso sucede, su capacidad de captar nuevos abonados se atasca. El resultado se ha hecho evidente este miércoles: la compañía ha llegado a desplomarse en torno a un 40% en Bolsa tras presentar sus peores números en una década. Por primera vez en ese tiempo pierde suscriptores, concretamente 200.000. Y las expectativas no son buenas, calcula que se quedará sin otros dos millones en el segundo trimestre.
La empresa con sede en California ha visto esfumarse unos 60.000 millones de valor en Bolsa solo unas horas después de dar a conocer esas cifras. Y tras señalar entre los culpables a los que usan sus servicios sin ser clientes, no son pocos los que ahora recuerdan a Netflix esos tiempos en los que llegó a compartir un mensaje en Twitter diciendo “amar es compartir una contraseña”. Tampoco faltan los que la invitan a buscar más en su propio seno las raíces de sus problemas: concretamente en la calidad de sus contenidos y en unas tarifas que han subido de precio.
En su lugar, Netflix apunta a que el fenómeno de las claves comunes está complicando mucho sus progresos en algunos mercados. En EE UU y Canadá se localizan 30 millones de los 100 millones de hogares que no pagan. Y aunque en una carta a los accionistas la firma reconoce que el porcentaje de cuentas compartidas no ha cambiado demasiado, ahora la situación se está volviendo más visible porque ha terminado la ola de crecimiento desenfrenado que la impulsó durante los encierros pandémicos, cuando uno de los mayores entretenimientos para matar el tiempo de millones de ciudadanos de todo el planeta fue hurgar en el catálogo de Netflix.
Suavizadas las restricciones y recuperada la libertad de cenar fuera, viajar o ir al cine en buena parte del planeta, la competencia por el tiempo se vuelve más feroz. Y eso no solo lo sufre Netflix. 2022 ha visto otros cataclismos bursátiles de entidad como el de Meta. La dueña de Facebook, Instagram y WhatsApp señaló en febrero que Facebook perdió usuarios en el último trimestre del año pasado, algo que no sucedía desde hace 18 años. Y la desbandada de inversores no se hizo esperar. Otras, como la popular aplicación de videoconferencia Zoom, llevan tiempo arrastrando el estigma de que su gloria fue pasajera y fruto de la pandemia: en un año ha perdido dos tercios de su valor en Bolsa.
Netflix está muy cerca de imitarla. Se ha dejado un 60% en 12 meses. Sus anteriores resultados trimestrales ya fueron recibidos con caídas del 20% ante la ralentización de suscriptores que recogían. Ahora llueve sobre mojado. Y sus competidores no parecen tener motivos para celebrarlo: los títulos de Disney retrocedían este miércoles más de un 4%, y los de Warner Bros Discovery, propietaria de HBO Max, más de un 5%.
Precisamente la proliferación de plataformas es el otro gran motivo que esgrime Netflix para justificar su crisis. Disney+, HBO Max, Apple TV+ o Amazon Prime son solo algunos de los nombres que batallan por el dinero del suscriptor en un sector cada vez más sobrecargado. En ocasiones, los usuarios optan por contratar varios para tener acceso a más contenidos, pero en un entorno de alta inflación que reduce los ahorros, esa posibilidad pierde atractivo, e incluso se puede prescindir de alguna de las suscripciones para centrarse en una sola.
Ahora, con Netflix rondando una valoración cercana a 100.000 millones de dólares, muy lejos de codearse con las mayores empresas de EE UU como solía hacer antes, la pregunta es si la compañía será capaz de retomar la velocidad de crucero que la colocó entre 2010 y 2021 como un claro ejemplo de éxito. Los 221 millones de clientes con que todavía cuenta son una base importante desde la que operar. Y como anunció su consejero delegado, Reed Hastings, los anuncios pueden ser una nueva fuente de ingresos.
El año pasado, la empresa probó también la autenticación en dos pasos antes de que los usuarios iniciaran sesión en un dispositivo distinto al del propietario de la cuenta. Pero parece claro que deberá ir más allá para tratar de monetizar los usuarios que no le reportan ingresos, una de las goteras que buscará tapar para recuperar el brío perdido. El amor ya no es una contraseña compartida.