Lagarde pone el acento en la “elevada inflación” pero evita dar señales de la retirada de estímulos
La presidenta del BCE admite que el alza de precios está durando “más de lo esperado” pero prevé que baje en 2022
“Inflación, inflación, inflación”. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha admitido este jueves que el alza de precios ha dominado las discusiones de la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). Y si bien ha reconocido que la “fase de elevada inflación” está durando “más de lo esperado”, la institución que preside sigue previendo que los precios irán moderándose a lo largo de 2022. La entidad continúa atribuyendo el grueso de esa subida al encarecimiento de la energía y sigue de cerca dos fenómenos: los cuellos de botella en la producción y las neg...
“Inflación, inflación, inflación”. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha admitido este jueves que el alza de precios ha dominado las discusiones de la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). Y si bien ha reconocido que la “fase de elevada inflación” está durando “más de lo esperado”, la institución que preside sigue previendo que los precios irán moderándose a lo largo de 2022. La entidad continúa atribuyendo el grueso de esa subida al encarecimiento de la energía y sigue de cerca dos fenómenos: los cuellos de botella en la producción y las negociaciones salariales. Sin embargo, la presidenta del BCE ha considerado que esos atascos en las fábricas y en la distribución irán deshaciéndose en los próximos meses y los precios de la energía relajándose, lo cual permitirá que la inflación también vaya moderándose.
El incremento de la inflación ido desdibujando el relato sobre la recuperación económica que venían sosteniendo las instituciones europeas, que hasta ahora se han mantenido firmes en la tesis de que es mejor pasarse que quedarse corto con los estímulos. En esos parámetros se han movido el Banco Central Europeo (BCE), con su programa de compras de emergencia por la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), y la Comisión Europea, con el fondo europeo de recuperación. La subida de los precios, no obstante, ha metido más presión que nunca al Eurobanco, cuyo consejo de gobierno se ha reunido este jueves en Fráncfort.
Los mercados no esperaban cambios de calado en la política desplegada por el BCE, pero estaban atentos a cualquier referencia que Lagarde pudiera hacer sobre la tasa de inflación, que en España o Alemania ha llegado a cotas jamás vistas desde 1992. “La inflación está aumentando, principalmente a causa del aumento de los precios de la energía, pero también porque la recuperación de la demanda está superando una oferta limitada. Prevemos que la inflación aumente aún más en el corto plazo, pero luego disminuirá en el transcurso del próximo año”, ha sostenido en su intervención posterior al consejo.
Lagarde hasta ahora ha conciliado a halcones, que quieren acelerar el paso en la retirada del programa de emergencia de compras de deuda (PEPP, por sus siglas en inglés) , y palomas, que temen que cualquier paso en falso en la finalización de esas adquisiciones pueda significar un aumento de las primas de riesgo. Por ahora, Lagarde ha echado mano a la diplomacia para tratar de despejar esos miedos. “Las condiciones favorables de financiación son fundamentales para que la economía continúe su recuperación y contrarreste el impacto negativo de la pandemia en la senda inflacionaria”, ha conciliado.
El consejo de gobierno ha decidido mantener las compras de deuda para combatir la pandemia ―dotado con 1,85 billones de euros― hasta finales de marzo de 2022 o, en todo caso, “hasta que considere que la fase de crisis del coronavirus haya terminado”. Eso sí, sin la voracidad de trimestres anteriores, de modo que sigue con su intención de relajar el ritmo de compra de activos, pasando de un volumen mensual de 80.000 millones a una cantidad que los analistas calculan que será de entre 60.000 y 70.000 millones de euros. Igualmente, el BCE ha optado por mantener intactos los tipos de interés en el 0% y la facilidad de depósito, en el -0,5%. “Continuamos considerando que se pueden mantener condiciones de financiación favorables con un ritmo moderadamente más bajo de compras netas de activos bajo el programa de compras de emergencia pandémica que en el segundo y tercer trimestre de este año”, ha añadido.
El BCE elevó en septiembre sus proyecciones de inflación para 2021 al 2,2%, pero consideró que a medio plazo volvería a situarse por debajo el 2%: el 1,7% en 2022 y el 1,5% en 2023. La banquera ha detallado que el alza de la inflación se debe a tres factores: los precios de la energía, que explica la mitad de la subida de precios de septiembre en la zona euro; la recuperación de la demanda por la reapertura de la economía, y el fin de la reducción temporal del IVA en Alemania. Aun así, la presidenta del BCE ha admitido los riesgos que hay en el horizonte: “Si los cuellos de botella persisten y se traducen en aumentos salariales superiores a los previstos o si la economía vuelve más rápidamente a su plena capacidad, las presiones sobre los precios podrían volverse más fuertes”.
“Las comparaciones son odiosas”
En general, Lagarde se mantuvo en el guion. Los analistas esperan que hasta diciembre la institución no decida sobre la suerte del programa de emergencia. La presidenta del BCE todavía no ha querido enseñar sus cartas, pero sí ha advertido de que, pese a que la economía sigue creciendo, el rebote ha perdido fuerza. Y ha rechazado cualquier comparación con Estados Unidos, donde la Reserva Federal ha mandado señales de una retirada de los estímulos más rápida. “Las comparaciones son odiosas”, ha zanjado. “Le ha costado un poco, pero el BCE por fin ha cambiado su discurso oficial sobre la inflación desde el amplio rechazo de las semanas de verano hacia una evaluación mucho más equilibrada”, afirma Carsten Brzesk, de ING.
La marcha de Jens Weidmann ―con quien Lagarde ha dicho que mantenía una “excelente relación”― al frente del Bundesbank descabeza, de momento, a los halcones dentro de la institución. Sin embargo, deja como legado un discurso para el resto del sector ortodoxo de la institución, que en los últimos tiempos se ha visto obligado a bajar el tono por algunas deserciones —como la del finlandés Olli Rehn— y, sobre todo, el enorme golpe de la crisis. No solo los halcones se han pronunciado en pçublico. Mário Centeno, gobernador del Banco de Portugal, ha avisado de los peligros de una retirada a destiempo de los estímulos monetarios. La hora de la verdad llegará en poco menos de dos meses, cuando Lagarde deberá recurrir de nuevo a sus competencias diplomáticas para conciliar las dos almas del consejo y abordar el alza de la inflación sin que descarrile la recuperación económica.