Morosidad contenida

El deterioro para la banca europea es menos pronunciado del que se anticipaba hace un año

La rentabilidad de la banca en Europa ha mejorado durante el primer trimestre de 2021.

La gran paradoja observada en los sistemas bancarios europeos, y especialmente el español, ha sido el buen comportamiento que ha mostrado la morosidad en 2020, que se mantiene contenida en el inicio de este año. Que en un contexto de caída del 11% del PIB, la ...

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La gran paradoja observada en los sistemas bancarios europeos, y especialmente el español, ha sido el buen comportamiento que ha mostrado la morosidad en 2020, que se mantiene contenida en el inicio de este año. Que en un contexto de caída del 11% del PIB, la morosidad bancaria incluso se redujese ligeramente, es algo que rompe todos los modelos estadísticos tradicionales que relacionan actividad económica y morosidad.

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Las razones que explican dicha paradoja se hallan en las medidas tomadas en los albores de la crisis, tanto en apoyo de los deudores —moratorias y avales— como en un alivio transitorio en el tratamiento contable y regulatorio por parte de las entidades de crédito, lo que no impidió que llevasen a cabo esfuerzos anticipados de reconocimiento de deterioros futuros, provocando una caída significativa de la rentabilidad en la banca europea, y muy especialmente la española, que fue la que acometió mayores esfuerzos en el saneamiento de sus balances.

En este sentido, los datos publicados esta semana por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) correspondientes al primer trimestre de 2021, arrojan algunas pautas interesantes para lo que puede ser la evolución de la banca en el contexto actual. En cuanto a la morosidad, los datos de la EBA ponen de manifiesto una evolución todavía muy contenida, pero apuntando a un ligero incremento en las entidades con mayor exposición a los sectores más afectados por la pandemia. Las provisiones registran un notable descenso frente al extraordinario esfuerzo del primer trimestre de 2020, cuando se reconocieron mayores deterioros en un contexto de absoluta incertidumbre sobre la intensidad y duración de la pandemia.

Fruto de ese descenso en saneamientos, la rentabilidad de la banca en el primer trimestre mejora de forma sustancial en toda Europa, y muy especialmente en el caso español, que incorpora mejoras en su eficiencia, así como el efecto contable derivado de la integración de Bankia en Caixabank.

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En ese marco de inflexión respecto a 2020 (comienza a subir la mora, aunque de forma muy moderada, al tiempo que las entidades reducen sus provisiones extraordinarias) es evidente que las cuentas de resultados del primer trimestre tampoco pueden tomarse como representativas de lo que va a ser una velocidad de crucero en los dos o tres próximos años, periodo que consideramos razonable para una completa digestión de los efectos de la pandemia.

Es por ello que, más allá de las cuentas de un trimestre, cobra relevancia un ejercicio de aproximación con “luces largas”, como es el test de estrés que está realizando la EBA y cuyos resultados se conocerán a final de julio; o el que acaba de culminar la Reserva Federal estadounidense, y del que se deduce un escenario potencial de deterioro menos adverso de lo que cabía anticipar hace un año.

Ángel Berges y Jesús Morales son profesores de AFI-Escuela de Finanzas.

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