Los ‘noodles’ de Udon llegan a América

La cadena de comida asiática inicia su internacionalización con la apertura de un restaurante en Miami, al que seguirán otros en Puerto Rico y República Dominicana

Restaurante de la cadena Udon, que abrió su primer local en 2004.

Un daruma es una figura japonesa sin extremidades, pues representa a un maestro que estuvo años sentado en una cueva meditando y al que se le secaron las piernas de no usarlas. Tiene dos ojos vacíos que sirven como amuleto: cuando uno tiene un objetivo, pinta un ojo, y si consigue cumplirlo en el tiempo que se ha fijado, puede pintarle el otro. Esta figura, tan extendida en Japón como el gato de la suerte, es muy habitual encontrarla en entornos empresariales como una motivación para conseguir resultados. Jordi Vidal y Jordi Pascual, fundadores de ...

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Un daruma es una figura japonesa sin extremidades, pues representa a un maestro que estuvo años sentado en una cueva meditando y al que se le secaron las piernas de no usarlas. Tiene dos ojos vacíos que sirven como amuleto: cuando uno tiene un objetivo, pinta un ojo, y si consigue cumplirlo en el tiempo que se ha fijado, puede pintarle el otro. Esta figura, tan extendida en Japón como el gato de la suerte, es muy habitual encontrarla en entornos empresariales como una motivación para conseguir resultados. Jordi Vidal y Jordi Pascual, fundadores de la cadena de comida asiática Udon, tienen uno en sus oficinas de Barcelona. “Pintamos el primer ojo durante la pandemia y pintaremos el otro cuando termine el año si hemos salido bien”, explica Pascual. La previsión que tienen es cumplir el objetivo con holgura, porque no esperan solo salir de la crisis, que han capeado con éxito, sino llevar a cabo su plan de expansión internacional, que ya ha empezado: la cadena de restaurantes, que nació en Barcelona en 2004, abrirá su primer local en Estados Unidos, en Miami, e inau­gurará otros dos en Puerto Rico y República Dominicana.

Udon nació como una idea de colaboración entre las dos familias. Un día el padre de Jordi Pascual, importador y distribuidor de los productos tecnológicos de Honda, volvía de un viaje de negocios en Japón y llamó a su hijo. Espontáneamente, explica este, le dijo que, en lugar de buscar trabajo, lo que tenía que hacer era abrir un restaurante de noodles, los fideos japoneses que se encuentran en cada rincón de la calle, para llevar o tomar rápidamente en una barra. El padre de Pascual tenía un amigo de promoción de la escuela de negocios de Esade, cuyo hijo trabajaba en la hostelería. Se citaron para cenar los cuatro juntos. “Decidimos que valía la pena estudiarlo, y Jordi y yo nos pusimos a hacer un plan de negocio. Siempre lo pensamos como una cadena de restaurantes, no como uno solo. Jordi siempre decía que nunca montaría un restaurante por lo sacrificado que es, y mira, ha acabado montando una cadena”, explica Pascual.

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Tras estudiar el mercado y la viabilidad del negocio, abrieron el primer restaurante en el barrio del Born de Barcelona en 2004. Inau­guraron en los años siguientes cinco locales propios más y en 2010 firmaron la primera franquicia. Actualmente, la cadena consta de 67 restaurantes, 6 de ellos propios y el resto franquiciados. En total son 850 empleados. “Necesitamos algunos locales propios porque son como laboratorios de ideas, donde probamos si los productos nuevos funcionan. Pero trabajamos muy bien con franquiciados”, explica Pascual.

El modelo de franquicia es precisamente el que se empleará en la expansión internacional. Udon tiene restaurantes en las principales ciudades españolas, y también en Portugal y Andorra. Pero es el salto a América lo que, según Pascual, los motiva y, a la vez, les da vértigo. “En el futuro veremos si hemos sido unos visionarios o unos kamikazes”, dice, aunque las franquicias previstas en algunos países empezaron a fraguarse antes de la pandemia. El plan estratégico de la empresa centra el crecimiento internacional en Estados Unidos, México, Panamá, Colombia y Chile, con el objetivo de alcanzar los 100 establecimientos en todo el mundo en 2024.

Jordi Pascual, cofundador de la cadena de fideos Udon.©Consuelo Bautista

La internacionalización que emprende la compañía es una “hoja en blanco” que abren con el objetivo final de “ser referentes en el ámbito de los restaurantes de temática asiática”. La gran baza de Udon es el producto, centrado en los fideos y sus variantes. Pascual insiste en que no es cocina tradicional japonesa, aunque está inspirada en ella, sino que construyen un menú basado en elementos diversos de la cocina asiática. “Es muy reconocible en todas las gastronomías. La cocina asiática es el nuevo italiano, es muy fácil de exportar”, explica. La ventaja sobre sus competidores es, según Pascual, la innovación y la sostenibilidad de su cocina. No obstante, admite que sobre Udon pesan dos clichés: el primero es que el concepto de cadena o franquicia está menos valorado que el de un restaurante; el segundo, que al tener muchos locales en centros comerciales, se percibe como una cadena de comida rápida, pese a tener un tique medio en carta de unos 18 euros por persona (el menú diario es de 10,95). “Estamos trabajando para transmitir mejor nuestros valores y alejarnos de estos prejuicios”, añade Pascual.

Sin deuda

Pese a la nueva etapa, descartan cambiar la composición del accionariado o vender el negocio, que está a partes iguales entre las dos familias. Tampoco tienen previsto endeudarse. “Hemos aguantado sin deuda por el producto, que lo resiste todo, y por nuestra red de multifranquiciados, que es muy sólida”, explica Pascual. Udon tuvo un sonado conflicto laboral en 2015, cuando los trabajadores reclamaron el cumplimiento del convenio y animaron al boicoteo a los restaurantes. “Fue mucho menos de la repercusión que tuvo”, destaca. Desde entonces, aseguran que no han tenido nuevos conflictos.

Pascual se siente muy orgulloso de que en plena pandemia pueda dar una buena noticia de crecimiento. La crisis sanitaria y las restricciones han afectado mucho a la restauración, cerrada a cal y canto o con limitaciones horarias durante meses en muchas ciudades. En 2019, Udon facturó 40,5 millones de euros, y en 2020, el año de la pandemia, las ventas cayeron hasta los 24,5 millones de euros. “Ha sido un año muy difícil y, aunque nuestro producto es perfecto para el reparto a domicilio, que ha crecido mucho, la facturación global se ha visto muy afectada. El elemento clave para sobrevivir ha sido la capacidad financiera, porque las ayudas públicas han sido muy escasas”, razona el fundador. La previsión que tienen para este año es ir recuperando lentamente las ventas: “No es muy complicado, porque venimos de donde venimos, pero es un proceso muy lento. Poco a poco se van abriendo las restricciones, y la llegada del turismo y la vacunación ayudarán”.


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