El ‘Doctor Cobre’ brilla como nunca
La recuperación económica, la transición energética y diferentes cuellos de botella en la oferta disparan el precio del metal
El mundo se ha inundado de cobre. Está en nuestras casas (tuberías, utensilios de cocina y electrodomésticos), en nuestros sitios de trabajo (ordenadores, móviles y la silla de su oficina contienen este material). Pero también está en nuestros bolsillos (en algunas monedas) y en el transporte: un automóvil tiene hasta un kilómetro de cables de este material y un avión hasta 100 kilómetros. La vida actual sería muy distinta sin este metal resistente, durable, reciclable y con alta conductividad térmica y eléctrica, y que reacciona como un termómetro de la economía. Porque cuando el mundo engull...
El mundo se ha inundado de cobre. Está en nuestras casas (tuberías, utensilios de cocina y electrodomésticos), en nuestros sitios de trabajo (ordenadores, móviles y la silla de su oficina contienen este material). Pero también está en nuestros bolsillos (en algunas monedas) y en el transporte: un automóvil tiene hasta un kilómetro de cables de este material y un avión hasta 100 kilómetros. La vida actual sería muy distinta sin este metal resistente, durable, reciclable y con alta conductividad térmica y eléctrica, y que reacciona como un termómetro de la economía. Porque cuando el mundo engulle mucho más cobre significa que la actividad industrial va por buen camino y, por lo tanto, el PIB se expande, como ocurre ahora. Esto tiene un efecto en el precio del metal, que ha escalado a máximos históricos y se espera que en los próximos años continúe en ascenso gracias al empuje de las energías renovables y el coche eléctrico.
Goldman Sachs ha vaticinado que este metal se convertirá en el nuevo petróleo del mundo verde. “Sin cobre no habrá descarbonización”, dice el banco de inversión en un análisis. Una turbina eólica de tres megavatios, por ejemplo, utiliza hasta 4,7 toneladas del metal. Un vehículo eléctrico, por su parte, requiere aproximadamente 89 kilogramos, que es casi cuatro veces más alto que un vehículo de combustión interna, según la consultora Global X. “Las tecnologías limpias serán el motor de demanda más importante al menos hasta mediados de siglo”, advierte Carsten Menke, experto en materias primas en Julius Baer, banco suizo. Ese apetito tendrá su impacto en el mercado.
Hoy, en la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés) el precio de los futuros del cobre ronda los 9.900 dólares (unos 8.100 euros) por tonelada, un 70% más caro que en igual fecha de 2020. Pero fue en mayo de este año cuando tocó un récord histórico de 10.700 dólares por tonelada. La razón principal del aumento es que la demanda de China y de los países de la OCDE se ha recuperado con fuerza a medida que se están levantando las restricciones de movilidad derivadas de la pandemia, dice Dan Smith, analista de materias primas en Oxford Economics. “Los precios han subido con la recuperación de la industria mundial, ya que el 45% del cobre se utiliza en la construcción y otro 20% en la electrónica”, afirma Ben Laidler, estratega de Mercados Globales de eToro. A ello se suma una debilidad en la oferta. Los mayores productores del mundo (Chile y Perú, con el 40% del mercado) tuvieron el año pasado una reducción debido a la covid-19.
Cuando la crisis sanitaria golpeó China y luego se extendió a todo el mundo, los precios del metal cayeron un 25,8% (entre enero y marzo de 2020). La cuarentena obligó a las minas de cobre de todo el mundo a suspender la producción. “Chile y Perú se convirtieron en un motivo de preocupación en 2020”, argumenta Rohan Reddy, analista de Global X. A mediados del año se produjo un desequilibrio del mercado a medida que algunas economías (asiáticas, principalmente) comenzaron el proceso de reapertura, dejando a la oferta rezagada. A partir de ese momento los precios del metal despegaron. Ahora mismo el precio está menguando y se espera, según un sondeo de Reuters, que siga perdiendo fuerza en la segunda mitad del año luego de que China, responsable del 50% de la demanda mundial, meta el freno a los planes de estímulo económico.
Un respiro
Para algunas casas de análisis la cotización del metal solo está tomando aliento para escalar al próximo peldaño. “Creemos que las previsiones de precios más bajos son demasiado prudentes”, dice Laidler. Las señales son claras: la recuperación del PIB mundial, más fuerte de lo previsto (la OCDE acaba de elevar la previsión para 2021 al 5,8%, frente al 4,2% de diciembre), la demanda ecológica y la larga historia de decepción en la parte de la oferta, resume el experto. Por ejemplo, Commodities World Capital LLP, un fondo de cobertura con sede en Londres, prevé que los precios aumenten hasta los 12.000 dólares en los próximos meses. Bank of America estima que lleguen hasta los 13.000 dólares. A esta ecuación se suman dos variables. La primera: el riesgo de que la inflación vaya en aumento, lo que empujará a algunos inversores a comprar materias primas, especialmente como activos reales y usarlos como cobertura. La segunda: la debilidad del dólar estadounidense. El cobre, al igual que otras materias primas, está denominado en esa moneda y tiende a aumentar a medida que el billete verde se deprecia. Este efecto mejora el poder adquisitivo de algunos mercados como China, lo que puede impulsar la demanda.
Lo que es un hecho es que el hambre por el material no parará de crecer. Goldman Sachs estima que la demanda de cobre se disparará casi un 600%, a 5,4 millones de toneladas, para 2030 debido a la transición verde. Sin embargo, el mercado podría enfrentar una brecha de suministro. “No se ha prestado suficiente atención a asegurar los recursos necesarios para construir una infraestructura energética nueva y sostenible”, dice el banco. En la última década, el desarrollo de nuevas minas ha sido limitado, y las empresas mineras siguen siendo cautelosas a la hora de duplicar los nuevos desarrollos en medio del aumento de los costes. “El gasto de capital de las principales compañías alcanzó su punto máximo entre 2012 y 2013, y como resultado la producción minera se desaceleró”, afirma Michael Widmer, estratega de productos básicos de Bank of America Global Research.
Ello llevó a que la oferta global se mantuviera plana entre 2017 y 2019. La covid-19, dice Smith, de Oxford Economics, ha retrasado las inversiones nuevas en los principales países productores. Esto se ha entremezclado con las propuestas de Chile —donde la minería, principalmente de cobre, representa alrededor del 10% del PIB y el 50% de sus exportaciones— para poner nuevos impuestos a las ventas de este material. Y Perú, donde el virtual ganador de las recientes elecciones, Pedro Castillo, quiere aplicar una medida similar. Esto se adereza con las huelgas que hay en la mayor mina del mundo, Escondida de BHP. Seguir la pista del cobre es poner la mirada en la economía global. “Es el barómetro mundial”, comenta Laidler. No por nada en la jerga bursátil se dice que es la única materia prima con un doctorado. De allí que se le llame Doctor Cobre (Dr. Copper), que hoy brilla como nunca.