Auditores de EY en España denuncian ante sus jefes semanas de trabajo de 84 horas: “Es insostenible”
Jóvenes empleados de la oficina de Barcelona envían un correo electrónico dirigido a los socios donde reclaman cambios en la cultura corporativa
Tras años de abandonos prematuros y quejas en privado, el hartazgo por las condiciones laborales en algunas de las consultoras llamadas big four (PwC, KPMG, Deloitte y EY) parece estar generando fricciones entre directivos y empleados. Los auditores de segundo año de EY en su sede de Barcelona han trasladado a sus superiores a través de un correo electrónico su cansancio ante las largas jornadas de trabajo, que en los moment...
Tras años de abandonos prematuros y quejas en privado, el hartazgo por las condiciones laborales en algunas de las consultoras llamadas big four (PwC, KPMG, Deloitte y EY) parece estar generando fricciones entre directivos y empleados. Los auditores de segundo año de EY en su sede de Barcelona han trasladado a sus superiores a través de un correo electrónico su cansancio ante las largas jornadas de trabajo, que en los momentos más duros rondan las 84 horas semanales —el equivalente a 12 horas al día todos los días de la semana—. El mensaje, enviado el pasado jueves a los socios de dicha oficina, al que ha tenido acceso este diario, también critica la falta de personal, plazos de entrega inalcanzables, una rotación de plantilla exagerada, y ausencia de apoyo para hacer frente al teletrabajo. Todo ello, en un entorno de sueldos congelados de 24.000 euros anuales. “Nos hemos visto desbordados en innumerables ocasiones, trabajando hasta altas horas de forma continuada de lunes a domingo”, reza el texto.
La queja se ha planteado tras terminar la denominada busy season, el agotador periodo de varios meses a comienzos de año en que se cierran las cuentas anuales de grandes empresas y hay que revisarlas contra reloj antes de la presentación de resultados. “Tras una busy season durísima, en la que en algunos casos se han llegado a registrar picos de 84 horas trabajadas por semana (lo que equivale a más de dos semanas de trabajo en una), hemos decidido que es momento de tomar cartas en el asunto”, señala la misiva.
Fuentes de EY aseguran que es la primera vez que reciben una queja colectiva sobre las condiciones laborales, achacan parte de los problemas a la “fatiga pandémica”, e insisten en que se trata de casos puntuales. Además, sostienen que disponen de mecanismos como los días de vacaciones o las horas extra para compensar posibles excesos en la carga de trabajo. Este viernes han convocado una reunión entre el equipo de recursos humanos y los auditores júnior —en torno a una treintena, la mayoría de entre 23 y 25 años— para limar asperezas y diseñar un plan de acción.
Los auditores ven sus actuales condiciones como impropias de una de las cuatro mayores firmas de servicios profesionales del mundo. Y denuncian que dado que la plantilla “es extremadamente corta” y la rotación “exagerada”, han tenido que dedicarse ellos mismos a formar a las nuevas incorporaciones, una tarea para la que no se sienten preparados, e incluso asumir funciones de jefes de equipo que no les correspondían por su rango, por lo que reclaman un bonus que recompense esa anomalía. La conjunción de jornadas de trabajo interminables, plazos cortos, y obligaciones por encima de su puesto en el organigrama, afirman, “han llevado a transformar un ecosistema laboral que ya es duro de por sí en un ecosistema insostenible a largo plazo”, lo que amenaza con causar nuevas salidas y elevar la rotación aún más. La firma, en cambio, ve inviable contratar y formar personal extra solo para los meses de más trabajo.
Dos creencias permitían hasta ahora lidiar a los empleados del sector con la idea de dedicarse a la empresa en cuerpo y alma y aguantar horarios extenuantes: la expectativa de un gran aprendizaje y el convencimiento de que se trata de una fase pasajera que sirve de trampolín para alcanzar una posición mejor que irá acompañada de un alto salario. Para las nuevas generaciones, sin embargo, esas promesas parecen haberse vuelto insuficientes. “Tiene que haber un cambio de cultura, porque las generaciones que estamos y las que vienen no creo que aguantemos tanto el chaparrón”, afirma un joven auditor de EY que prefiere no dar su nombre para evitar represalias. Otro en su misma posición relata haber visto a compañeros llorar, hiperventilando, o con ansiedad. “He llegado a salir a la calle a las diez de la noche y que se me salten las lágrimas de la desesperación, y esa misma noche volver al trabajo”.
Aunque las reivindicaciones se gestaron en Barcelona, el correo ha circulado rápidamente entre los empleados del resto de España, donde hablan de problemas similares, siempre bajo condición de anonimato. Un auditor de segundo año de la oficina de Madrid se molesta cuando alguien dice que es el trabajo que han elegido. “Cuando firmas te crees el lobo de Wall Street, pero cuando van a la Universidad a informarte no te cuentan que vas a tener jornadas de 14 horas o no vas a tener tiempo de comer algunos días. Nadie elige esto. No hay información suficiente. Se hace público que sirve para dar el salto a puestos muy buenos, pero no creo que haya que privar a gente válida de llegar solo porque no es capaz de aguantar física o mentalmente esa exigencia”.
Los auditores dibujan en el correo electrónico un escenario de presión elevada, donde en ocasiones se empieza a trabajar en cuentas de grandes clientes el día 15 y la fecha límite es solo tres días después. Y encuentran dos paradojas: la firma comparte con ellos “trucos para desconectar”, pero a la vez les exige acabar tareas sin apenas margen. Y mientras en Navidad altos directivos comunicaron que la compañía sigue creciendo, la respuesta a las quejas sobre las condiciones laborales sigue fórmulas como “deberíais dar las gracias por tener trabajo” o “debemos ajustarnos el cinturón para no tener que proceder a reducciones de plantilla como otros competidores”.
EY cuenta con casi 5.000 empleados en España. Y los problemas no alcanzan a toda la plantilla. “Yo de momento no me puedo quejar, pero soy consciente de que he tenido suerte con los clientes y los equipos”, dice una auditora de primer año de la oficina de Barcelona. Los propios firmantes del correo electrónico lo concluyen con una mano tendida. “Nos gustaría comentar lo expuesto para solucionar esta situación, pues nuestro trabajo nos gusta”. Una petición que la empresa ha recogido convocando la reunión del viernes.
El fenómeno de las largas jornadas de jóvenes bien formados recién salidos de la Universidad trasciende las fronteras españolas. La llamada de atención de los auditores júnior de EY llega un mes después de que un grupo de empleados del banco de inversión estadounidense Goldman Sachs enviara a la dirección de la firma una presentación en la que denunciaban los problemas de salud que les generaban semanas laborales de hasta 95 horas.