Multicapitalismo
La desigualdad es la principal amenaza de la estabilidad social, como relata el exministro popular Juan Costa en su último libro
En las últimas cuatro décadas el mundo ha vivido el periodo de mayor avance del desarrollo humano de la historia: reducción de pobreza extrema, del analfabetismo, de la mortalidad infantil, aumento de la esperanza de vida, etcétera. Sin embargo, el descontento social es elevado en diferentes países, de diferentes continentes pero especialmente en el mundo desarrollado.
Branco Milanovic mide el PIB por percentiles de renta y ayuda a explicar esta paradoja. El 80% de la población mundial ha mejorado su nivel de renta desde 1980, pero un 20% la ha empeorado. Estamos hablando de más de 1.50...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
En las últimas cuatro décadas el mundo ha vivido el periodo de mayor avance del desarrollo humano de la historia: reducción de pobreza extrema, del analfabetismo, de la mortalidad infantil, aumento de la esperanza de vida, etcétera. Sin embargo, el descontento social es elevado en diferentes países, de diferentes continentes pero especialmente en el mundo desarrollado.
Branco Milanovic mide el PIB por percentiles de renta y ayuda a explicar esta paradoja. El 80% de la población mundial ha mejorado su nivel de renta desde 1980, pero un 20% la ha empeorado. Estamos hablando de más de 1.500 millones de personas, denominados los perjudicados de la Globalización. En 1941 el premio Nobel Paul Samuelson y Wolfgang Stolper desarrollaron el modelo que lo fundamenta. Un país intensivo en empleo tiene salarios más bajos y cuando exporta aumenta el bienestar de los consumidores, pero tiene un impacto a la baja sobre los salarios de los trabajadores de su competencia en el país de destino. Es lo que ha sucedido con China, que tiene más población que EE UU y la Unión Europea juntos y ha afectado al salario promedio mundial, ayudando a explicar que el descontento sea sistémico y generalizado.
Juan Costa acaba de publicar Multicapitalismo, un libro de recomendable lectura. Costa es un liberal que ya sorprendió en 2010 publicando La Revolución Imparable, donde alertaba de los riesgos del cambio climático y la necesidad de actuar. En este nuevo libro continúa esa tesis y añade otra clave que da más consistencia a sus argumentos: la desigualdad. La desigualdad es el colesterol que deteriora las arterias de las instituciones y la principal amenaza de la estabilidad social, condición necesaria para el desarrollo del sistema capitalista.
Costa considera condición necesaria el capitalismo financiero, el paradigma que ha dominado el mundo desde los años 80, pero critica que es insuficiente. Propone añadir en las decisiones el capital social y el capital ambiental. Si el PIB crece provocando un deterioro del capital social y ecológico, la sociedad se empobrece y pone en riesgo la democracia y las instituciones.
Hay un problema de medición en los balances de las empresas y la valoración de estos intangibles en la toma de decisiones, como ha comprobado Costa desde su atalaya siendo socio global de sostenibilidad de EY. Pero el libro tiene un potente discurso político, adaptando la tercera vía de Blair a la nueva realidad y eso permite pasar del relato y el activismo a la acción.
El libro empieza citando el discurso de Kennedy en Berlín en 1963: “Hay gente que no comprende la diferencia entre el mundo libre y el mundo comunista. Dejad que vengan a Berlín”. E inmediatamente cita el discurso de Margaret Thatcher ante la Asamblea de Naciones Unidas en 1989, el día antes de caer el Muro de Berlín: “El crecimiento no puede saquear el planeta hoy y dejar que nuestros hijos hagan frente a las consecuencias mañana”. La líder del liberalismo de los años 80 dio la clave hace tres décadas: “el mercado debe tener un fin”.