El G20 prorroga seis meses más su alivio de la deuda a los países más pobres
A pesar de su compromiso de hacer las vacunas accesibles para todos, la Cumbre de Riad no concreta cómo va a financiar ese esfuerzo
Las 20 mayores economías del planeta han reiterado este domingo su compromiso de hacer accesibles las vacunas de la covid-19 a todos los países y prorrogar su plan para aliviar la deuda de los más pobres hasta junio de 2021. Tras dos días de reunión telemática organizada por Arabia Saudí, la cumbre del G20 ha decepcionado sin embargo ...
Las 20 mayores economías del planeta han reiterado este domingo su compromiso de hacer accesibles las vacunas de la covid-19 a todos los países y prorrogar su plan para aliviar la deuda de los más pobres hasta junio de 2021. Tras dos días de reunión telemática organizada por Arabia Saudí, la cumbre del G20 ha decepcionado sin embargo las expectativas de quienes demandaban la condonación de ese pasivo, al menos para el medio centenar de naciones que se encuentran en una situación más delicada. Sus miembros contemplan, no obstante, ampliar la exención de pagos otros seis meses, a la espera de cómo evolucione la recuperación económica.
“Estamos comprometidos en poner en práctica la Iniciativa de Suspensión del Servicio de Deuda (ISSD), incluida su prórroga hasta 2021, permitiendo que aquellos países elegibles para ello suspendan el pago de los intereses de la deuda bilateral oficial”, afirma el comunicado final de la cumbre. El foro también asegura que ampliará otros seis meses la medida si en esa fecha “la situación económica y financiera lo requiere”. Según el documento, hasta el 13 de noviembre, 46 países habían solicitado beneficiarse de esa posibilidad, lo que supone retrasar el pago de 5.700 millones de dólares (unos 4.800 millones de euros) de principal e intereses que vencían este año.
Diversas voces, incluido el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, lo consideran insuficiente. “Hace falta más alivio de la deuda”, declaró antes de la cumbre en referencia a la necesidad de condonar esas cargas a los países menos desarrollados. Los críticos estiman también que el marco es demasiado limitado: se aplica sólo a quienes solicitan la ayuda, se someten a las prescripciones del Fondo Monetario Internacional y demuestran que no pueden hacer frente a su deuda. Además, no alcanza a los acreedores privados que detentan casi una quinta parte de la deuda exterior de los 73 países más pobres.
De hecho, seis países han incumplido el pago de sus bonos este año (Zambia, Argentina, Belize, Ecuador, Líbano y Surinam). Otros 38 tienen calificaciones crediticias que indican su incapacidad para hacer frente a los pagos que les esperan en los próximos meses, una situación que el ISSD difícilmente puede solucionar.
La declaración final de la Cumbre de Riad incluye un listado de los retos que afronta el planeta tras la pandemia: salud, recuperación económica, lucha contra la desigualdad o asegurar un futuro sostenible. El medido lenguaje técnico-diplomático intenta transmitir que hay consenso en el diagnóstico, sin embargo, los enunciados fían su desarrollo a organismos y acuerdos previos. En sus 12 folios, hay escasas medidas o propuestas nuevas. Incluso en el tema que inevitablemente ha constituido el eje central de la cita: la lucha contra la pandemia. “No vamos a ahorrar esfuerzos para asegurar el acceso asequible y equitativo [a las vacunas]”, señala el texto consensuado por los Veinte sin explicar cómo van a hacerlo.
Durante su intervención, la canciller alemana, Angela Merkel, anunció que los países del G20 van a distribuir 2.000 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus en todo el mundo. También el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que su país se va a asegurar de que las vacunas lleguen a todos los países, especialmente a los más pobres.
Desde el inicio de la pandemia, el G20 ha contribuido con 21.000 millones de dólares (17.700 millones de euros) a respaldar los sistemas sanitarios y el desarrollo de vacunas, pero no se han anunciado nuevos fondos. La Unión Europea calcula que garantizar el acceso a la vacuna de los países en desarrollo que no puedan permitirse su compra requerirá 37.200 millones de dólares (31.400 millones de euros).
El comunicado constata que “los sistemas sanitarios inclusivos y resilientes son imprescindibles para avanzar hacia la cobertura universal”, sin plantear ni vías ni modelos para lograrlo. El apartado dedicado a la economía digital reconoce que “es fundamental una conectividad universal segura y asequible”, pero no expone qué va a hacerse para conseguirlo. Los miembros del G20 aseguran que van a continuar su “cooperación hacia un sistema de impuestos internacional justo, sostenible y moderno” y a “acelerar los esfuerzos para acabar con la pobreza y hacer frente a las desigualdades”. Y no olvidan la obligada mención al empoderamiento de las mujeres, muchas de las cuales han resultado “desproporcionadamente afectadas por la crisis”.
“Ha sido un reto excepcional, pero también un honor ocupar la presidencia durante este año tan difícil”, admitió el príncipe Mohamed Bin Salmán, poco después de que su padre clausurara la cumbre y pasara el testigo a Italia. El heredero y gobernante de facto de Arabia Saudí, que presidió la segunda sesión, se ha esforzado por utilizar el foro para rehabilitar su imagen, muy dañada después del espeluznante asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul hace dos años.
El G20 está integrado por las mayores economías de los cinco continentes: Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, el Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea. España tiene estatuto de “invitado permanente” a pesar de ocupar el puesto 13º del ranking global. Además, acuden a las cumbres del foro las principales organizaciones internacionales y otros países a los que invita el anfitrión y entre los que este año estaban Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Singapur y Suiza.
El clima opone a EE UU y China
El clima evidenció este domingo las diferencias entre Pekín y Washington. Mientras el presidente chino, Xi Jinping, pedía a sus homólogos que impulsen “la aplicación plena y efectiva” del Acuerdo de París, el estadounidense Donald Trump defendió haber sacado a su país del pacto que calificó de “injusto y parcial”. Ambos mandatarios intervenían en la conferencia paralela titulada Salvar el planeta: la economía circular del carbono. “El Acuerdo de París no se concibió para salvar el medio ambiente. Se concibió para matar la economía americana”, justificó Trump, que la víspera se fue a jugar al golf tras la ceremonia inaugural de la cumbre y no participó en las sesiones. La retirada de EE UU se hizo efectiva a principios de este mes, pero su sucesor, Joe Biden, ha prometido regresar a ese pacto, firmado en 2015 por 195 países con el objetivo de limitar por debajo de 2ºC el aumento de la temperatura. Xi aseguró que “China va a cumplir sus compromisos” de reducir su pico de emisiones de CO2 para 2030 y ser un país neutro en carbono para 2060.