Calviño da prioridad a absorber las subvenciones europeas y deja al próximo Gobierno la decisión sobre los préstamos
La vicepresidenta estima que la economía crecerá por encima del 1,5% en el último trimestre
El Gobierno mantiene abierta la puerta a que España recurra a los 70.000 millones en préstamos baratos que la UE pondrá a su disposición. Pero como adelantó este lunes EL PAÍS, no será pronto. Primero, centrará el tiro en absorber los 72.700 millones en subvenciones. “La prioridad tiene que ser ejecutar las inversiones que se pueden financiar con esas transferencias”, ha afirmado la vicepresidenta Nadia Calviño en una entrevista con Radio Nacional de España....
El Gobierno mantiene abierta la puerta a que España recurra a los 70.000 millones en préstamos baratos que la UE pondrá a su disposición. Pero como adelantó este lunes EL PAÍS, no será pronto. Primero, centrará el tiro en absorber los 72.700 millones en subvenciones. “La prioridad tiene que ser ejecutar las inversiones que se pueden financiar con esas transferencias”, ha afirmado la vicepresidenta Nadia Calviño en una entrevista con Radio Nacional de España. Los empresarios piden al Ejecutivo que utilice todos los fondos a su alcance para relanzar la economía.
Si no hay adelanto electoral de por medio, una de las primeras decisiones de la próxima legislatura puede tomarse mirando a Bruselas. Una pregunta estaba sobre la mesa del Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Debe España recurrir ahora a los créditos en condiciones ventajosas que la UE pone a su disposición? A primera vista, todos los fondos son bienvenidos en tiempos de persiana al suelo y frustración al cielo.
La respuesta es más compleja. Con 70.000 millones de euros en transferencias europeas a fondo perdido esperando proyectos para ser adjudicados en un plazo de tiempo limitado —entre 2021 y 2023—, la vicepresidenta Calviño lo tiene claro: la maquinaria burocrática española trabajará día y noche para encontrarles destino. “Si hace falta más, recurriremos a los créditos, pero para eso tenemos un periodo de seis años”, ha afirmado. En resumen: subsidios sí, préstamos ya veremos.
La oleada de dinero comunitario a disposición de España ha llevado al Gobierno a trazar un plan de dos fases. En la primera, el músculo de las Administraciones Públicas estará enfocado en las subvenciones de la UE, que no computan como deuda pública. En la segunda, entre 2024 y 2026, los préstamos europeos serán un recurso más a tener en cuenta. En un entorno de tipos de interés bajos y financiación barata en los mercados, el instrumento puede ser útil o no serlo, algo que corresponderá decidir al próximo Gobierno, pero en cualquier caso, con la incertidumbre en máximos, no sobra. Nadie sabe cuánto durará la pandemia, y al Ejecutivo no le beneficia en nada desechar de antemano otra bala en la recámara por si vienen curvas en la deuda soberana, ahora aplacada bajo el peso de los estímulos del Banco Central Europeo.
Los empresarios, sin embargo, temen que el aplazamiento en el uso de los préstamos sea solo un primer síntoma del mal que más les preocupa: que los desembolsos europeos no acaben ingresando nunca en la economía real. “No estamos para renunciar a ningún dinero en España”, advirtió este lunes Javier González de Lara, vicepresidente de la patronal CEOE y presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). El directivo afirmó que los más de 140.000 millones asignados a España entre subvenciones y préstamos “se van a quedar cortos”. “Ese dinero lo necesita España”, añadió.
Con el bloqueo en la UE amenazando con retrasar la entrega del dinero, en plena batalla entre la Eurocámara y los Estados miembros, Calviño explicó que si bien los Presupuestos incorporan 27.000 millones de los fondos comunitarios, el Ejecutivo parte de la premisa de que no estarán listos a comienzo de año, por lo que los adelantará de su bolsillo. “Son transformaciones urgentes y no podemos permitirnos esperar”.
Indicadores positivos
Tras el potente rebote de la economía al abandonar la fase de confinamientos más estrictos, la ministra espera que se produzca una estabilización. Aunque todavía no se conoce la cuantía exacta del salto hacia adelante de la actividad en el tercer trimestre —el Gobierno espera en torno al 13%—, Calviño ya da pistas de lo que sucederá en el cuarto: anticipa que el PIB crecerá por encima del 1,5%. “Nuestras previsiones son superiores, pero es evidente que el cuarto trimestre tiene que tener un crecimiento menor por el efecto rebote [del tercero]”.
La titular de Economía ha citado varios ejemplos para respaldar su optimismo ante el cierre del año: la semana pasada los pagos con tarjetas de crédito crecieron con fuerza, las exportaciones de vehículos a Alemania y Francia han mejorado, y el mercado laboral mantiene un “comportamiento dinámico” con la salida de trabajadores de los ERTE. Para la vicepresidenta, la decisión de rebajar en 15.000 millones de euros las emisiones de deuda previstas para este año lanza un mensaje positivo a los inversores. “Estamos haciendo una gestión rigurosa y responsable”. Calviño achaca las malas previsiones del FMI a la dependencia del turismo, y defiende la respuesta del Ejecutivo. “Nuestra acción ha sido de las más ágiles y efectivas de Europa”.