El Banco de España propone un fondo de reconstrucción que pueda comprar deuda pública
El supervisor español admite que se puedan imponer condiciones a los países siempre que estén ligadas al crecimiento
El Banco de España entra de lleno en el debate europeo con la propuesta de un fondo de recuperación. Esta básicamente tiene dos patas: una de inversiones públicas como el acuerdo francoalemán. La otra consiste, y ahí radica la novedad, en un brazo inversor que pueda hacer compras de deuda pública de países en dificultades durante tiempo. Además, admite que haya una condicionalidad, es decir, que los países tengan que cumplir con reformas a cambio de...
El Banco de España entra de lleno en el debate europeo con la propuesta de un fondo de recuperación. Esta básicamente tiene dos patas: una de inversiones públicas como el acuerdo francoalemán. La otra consiste, y ahí radica la novedad, en un brazo inversor que pueda hacer compras de deuda pública de países en dificultades durante tiempo. Además, admite que haya una condicionalidad, es decir, que los países tengan que cumplir con reformas a cambio de las ayudas. Eso sí: siempre que sean en favor del crecimiento. El fondo debería estar dotado con una cifra entre uno y 1,5 billones de euros.
La UE necesita que haya una acción rápida y suficiente ante la pandemia. Las respuestas hasta ahora han sido efectivas a corto plazo. Sin embargo, la crisis causada por la covid-19 ha dejado en evidencia que faltan instrumentos comunes con los que hacer frente a los retos que pueden vislumbrarse en un horizonte próximo. “Se encuentran en riesgo sus principales aspiraciones de prosperidad económica y cohesión social”, sostiene el papel del Banco de España.
En otros países, el banco central sirve como prestamista de último recurso para los Estados. Pero en la zona euro no hay uno. El Banco Central Europeo no tiene ese mandato. De haberlo tenido, la zona euro no habría sufrido las tensiones soberanas de hace una década. Además, el BCE cada vez tiene menos margen político para financiar todo lo que haga falta y por el tiempo que haga falta, como demuestra la sentencia del Constitucional alemán.
Por otra parte, se desconoce si para esta crisis funcionará la red creada como seguro de última instancia. Esta consiste a grandes rasgos en que cualquier país que esté en apuros pueda pedir ayuda financiera al mecanismo de rescate europeo, el Mede. Y este a su vez se encuentra reforzado con la llamada OMT del BCE, el sistema de compras directas e ilimitadas de deuda que inventó Mario Draghi y que hasta ahora nunca se ha utilizado. Una vez se pide el Mede y se aplica una condicionalidad, el país puede beneficiarse de estas compras si el consejo del BCE lo aprueba. El principal inconveniente de este sistema es que los países quieren evitar que les impongan desde fuera un paquete de ajustes y reformas. Y en el tira y afloja la economía puede deteriorarse mucho, tal y como se vio en Grecia. Hace falta otra vía. Y en este contexto el Banco de España hace su aportación sobre cómo debería configurarse el fondo de recuperación o reconstrucción.
En opinión del supervisor español, este fondo debería movilizar recursos con el fin de asegurar unas condiciones de financiación adecuadas para la deuda pública. Serviría para respaldar a los Estados, que han asumido el coste fiscal de ser la primera línea de defensa contra la crisis del coronavirus. Sería una especie de colchón de última instancia e implica que pueda adquirir títulos directamente de los Gobiernos. Así se evitaría una gobernanza diabólica basada en acuerdos intergubernamentales y que puede complicarse mucho cuando los países se resisten a los rescates. Además, el músculo financiero del Mede es pequeño: es un bombero con capacidad de acción limitada, nunca probado para una economía grande y que los países quieren evitar.
Poder comprar deuda pública permitiría desactivar escenarios de riesgo, máxime cuando en los próximos meses los tesoros nacionales van a tener que acudir a los mercados para levantar cantidades de financiación “muy cuantiosas”, afirma el documento.
El Banco de España añade que el fondo debe “eliminar el riesgo de transferencias permanentes, ser suficiente y solidario". Y dado que tiene comprar deuda a largo, lo lógico es que tenga una vigencia amplia y que pueda convertirse en un instrumento permanente, respaldado con el Presupuesto de la UE, con recursos adicionales de los Estados miembros y con ingresos procedentes de nuevas figuras tributarias comunitarias como los impuestos verdes, la tasa Google o una nueva base armonizada del impuesto de Sociedades.
Aunque la UE tenga un tamaño similar a Estados Unidos o China, posee un marco institucional que dificulta la movilización conjunta de recursos, algo que al final va en detrimento de su capacidad de crecimiento porque no se aprovechan “unos recursos que, puestos en común, son muy superiores a la suma de las acciones de los Estados miembros por separado”, subraya el Banco de España. Y este fondo podría endeudarse con un activo supranacional de la máxima calificación crediticia aprovechando los bajos tipos de interés y que el BCE podría comprar hasta un 50% de sus emisiones. En el fondo, se trata de una especie de eurobono pero con la diferencia de que los Estados siguen siendo completamente responsables de pagar su deuda. Las compras de bonos del fondo solo se harían para evitar “procesos de desestabilización” como los de la anterior crisis de deuda soberana.
Las medidas aprobadas hasta ahora permiten ganar tiempo, dice el Banco de España. Y ese margen debe aprovecharse para poner en marcha una estrategia de recuperación y crecimiento. Tal y como también propone el Consejo de la UE, esta estrategia debería basarse, por un lado, en inversiones productivas en retos comunes como la lucha contra el cambio climático, la digitalización, el sistema sanitario o una reestructuración del tejido productivo ahora dañado. Una parte tendría que destinarse a proyectos paneuropeos que permitan a la unión competir fuera y crecer de forma cohesionada. Otra debe repartirse en función del daño del coronavirus y por tamaño, evitando transferencias ilimitadas.
Por otro lado, las ayudas del fondo deben estar ligadas a reformas que impulsen el crecimiento. El Banco de España recuerda que algunos países tuvieron crecimientos más fuertes gracias a ellas. De hecho, al igual que la propuesta francoalemana, señala que tendrían que vincularse a las recomendaciones fiscales y de reformas del llamado Semestre Europeo, el sistema creado para evaluar a los países. Para compartir más recursos fiscales hace falta más responsabilidad fiscal y retomar la senda de convergencia mediante reformas, sostiene.
Y alerta de que en la zona euro se ha dado una divergencia en los crecimientos que puede agravarse con la actual crisis. ”No todos los ciudadanos europeos afrontan el futuro con la misma capacidad y expectativas de prosperidad económica”, apostilla el organismo que dirige Pablo Hernández de Cos. Y añade que hay países donde la crisis sanitaria está siendo más intensa y siguen presentes las cicatrices de la anterior crisis. Al menos deberían poder financiarse en unas condiciones comparables, defiende.
El tamaño del fondo debería ser suficiente para todos estos fines. Y dado que los déficits presupuestarios de los Estados van a aumentar unos 8 puntos de PIB este año y dos el siguiente, el Banco de España sugiere una dotación entre uno y 1,5 billones de euros, cifra superior al medio billón de la propuesta francoalemana. Es importante recobrar unos niveles de inversión similares a los que había antes de la crisis financiera, recalca el supervisor español. Con una estructura de capital de 150.000 millones se podría llegar a una capacidad de endeudamiento por valor de 1,5 billones, explica.
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