Análisis

La transición energética, también en Latinoamérica

La región latinoamericana debe avanzar hacia un patrón de producción y consumo energético bajos en carbón

Rafael Ricoy

La primera revolución industrial (1784) fue posible gracias a la invención de la máquina a vapor, la segunda (1870) se caracterizó por la generación eléctrica a gran escala, concomitantemente con la invención del motor de combustión interna, la tercera (1969) por la electrónica y las tecnologías de la información y la cuarta, la actual, por los sistemas físicos cibernéticos (big data, Internet de las cosas, smart cities y la inteligencia artificial).

Entre las fuentes primarias de energía, así como en la matriz de las fuentes ...

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La primera revolución industrial (1784) fue posible gracias a la invención de la máquina a vapor, la segunda (1870) se caracterizó por la generación eléctrica a gran escala, concomitantemente con la invención del motor de combustión interna, la tercera (1969) por la electrónica y las tecnologías de la información y la cuarta, la actual, por los sistemas físicos cibernéticos (big data, Internet de las cosas, smart cities y la inteligencia artificial).

Entre las fuentes primarias de energía, así como en la matriz de las fuentes energéticas, han tenido y siguen teniendo una gran preponderancia aquellas de origen fósil, superando el 80% de las mismas. Hoy el mundo produce unos 12.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo de energía, es decir 218 millones de barriles de petróleo, de los cuales el 81% se obtienen del carbón, del petróleo y el gas natural. No obstante, las grandes tendencias apuntan hacia una reconversión de la matriz energética, debido a tres factores fundamentales, la reconfiguración del mercado energético y el Acuerdo de París contra el Cambio Climático (COP21), además de los llamados Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS/2015).

Pese al empeño de los escépticos y de los “mercaderes de la duda”, que es como los denominan Naomi Oreskes y Erik Conway, encabezados por Trump, en negar el cambio climático, cada día la convicción es mayor sobre la necesidad de encararlo a riesgo de abocar al mundo a su autodestrucción. Por fuerza de las circunstancias, la comunidad internacional arribó en la COP21 al consenso en el sentido que “el mundo debe alcanzar la ‘neutralidad’ de las emisiones de gases de efecto invernadero en la segunda mitad de este siglo”. Y para ello, es menester impulsar el objetivo 7 de los ODS como meta para 2030. Se trata de que la energía sea asequible y no contaminante, con lo cual se le abre un espacio enorme al desarrollo de las energías renovables y limpias. Como afirma el director de Greenpeace Internacional Kumi Naidoo, la COP 21 y los ODS “ponen a la industria de los combustibles fósiles en el lado negativo de la historia” y a las compañías petroleras “en el lado equivocado de la historia”.

El mensaje es claro y ello explica el giro que viene dando la Unión Europea. En el viejo continente, especialmente, está haciendo furor el motor eléctrico en reemplazo del motor de combustión interna, a tal punto que nos podemos aventurar a afirmar que los días de este último están contados. Holanda ya se impuso la meta de cerrarle el paso a los vehículos con motores de combustión en 2025 y ya el 2.5% de los vehículos nuevos matriculados en ese país están dotados de motor eléctrico, Noruega se fijó esa misma meta y el 35% de los automóviles nuevos ya son propulsados por motores eléctricos. La canciller alemana Ángela Merkel ya le dio un ultimátum a la industria automovilística de su país: a partir del año 2030 saldrán de la circulación los vehículos con motores de combustión convencional.

En este sentido parece pertinente el llamado que hizo la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) Alicia Bárcena, cuando afirmó, refiriéndose a Latinoamérica, que “las inversiones en energías renovables y en otros proyectos medioambientales están en la base de la propuesta de la CEPAL de potenciar el desarrollo de la región con un gran impulso medioambiental, para avanzar hacia un patrón de producción, energía y consumo bajos en carbón”.

La transición energética global es una realidad incontrastable y tiende a descarbonizar la economía al mayor ritmo posible. Por ello, en perspectiva, las energías de origen fósil están comenzando a vivir su último cuarto de hora. De hecho, recientemente, en el marco de la COP23 un grupo de 20 países, encabezados, por Canadá, Holanda, Portugal, Italia, Francia, Reino Unido y Chile, conformaron la Alianza para el abandono total del carbón.

Amylkar D. Acosta es docente, investigador y escritor especializado en temas energéticos. Entre otros cargos que ocupó fue ministro de Energía y Minas de Colombia y presidente del Congreso colombiano.

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