Opinión

¡Que coman carbón!

De las 50 grandes empresas del mundo, 22 contribuyen al cambio climático

Los países del G-7 (EE UU, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Japón) queman cantidades industriales de carbón. El carbón es la principal causa del cambio climático. Las centrales térmicas de carbón del G-7 emiten el doble de anhídrido carbónico procedente de combustibles fósiles que el conjunto de África (Oxfam). En su reciente cumbre alemana han manifestado su voluntad política de rectificación en relación a este problema y quieren paliar la contradicción entre depender del carbón y eliminar su uso.

Que el cambio significativo y duradero de los patrones del clima es el pr...

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Los países del G-7 (EE UU, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Japón) queman cantidades industriales de carbón. El carbón es la principal causa del cambio climático. Las centrales térmicas de carbón del G-7 emiten el doble de anhídrido carbónico procedente de combustibles fósiles que el conjunto de África (Oxfam). En su reciente cumbre alemana han manifestado su voluntad política de rectificación en relación a este problema y quieren paliar la contradicción entre depender del carbón y eliminar su uso.

Que el cambio significativo y duradero de los patrones del clima es el principal problema de la humanidad, que se produce como consecuencia del aumento de la temperatura, y que es debido a la acción del hombre, ya no lo discute nadie. Que el grueso de la emisión de gases de efecto invernadero proviene de la quema de combustibles fósiles para el transporte, el uso de las fábricas, y para la producción de energía mediante la emisión de dióxido de carbono, también es aceptado en la teoría, pero produce resistencias en la práctica, ya que su eliminación significaría un cambio de modelo productivo para el que los países no se han preparado. Según la clasificación Global 500, de la revista Fortune (citada por Fuhem Ecosocial), de las 50 mayores empresas del mundo, en términos de ingresos, 15 de ellas son compañías petroleras o gasísticas, y siete, automovilísticas. Si el cambio climático reside en las emisiones derivadas de los combustibles fósiles, la solución chocará con el modelo de negocio de estas empresas tan grandes e influyentes.

A finales de año tendrá lugar en París una decisiva cumbre del clima de la ONU, que tiene que aprobar el protocolo que sustituirá al de Kyoto a partir de 2020. El G-7 ha pretendido impulsar políticamente esa cumbre, dando carta de naturaleza a tres puntos: que el calentamiento global no sobrepase dos grados centígrados con respecto a los valores preindustriales —lo que demanda desde hace bastante una comunidad científica que ahora empieza a considerar que el máximo debería ser 1,5 grados, no dos—; que en 2050 la reducción de gases esté en una horquilla —demasiado flexible— entre el 40% y el 70%, aunque no ha especificado el reparto entre países, e impulsar el Fondo Verde del Clima, de 100.000 millones de dólares al año, que ayude a los países más afectados por el problema para que todos puedan firmar el poskioto.

Una de las cuestiones es sensibilizar a la opinión pública de que el cambio climático es un problema global —no sucede sólo en lugares ignotos— y de “realidad presente”, no de “posible futuro”. En los sondeos del CIS es casi inexistente para los encuestados.

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