Opinión

Sin viento de cola en Latinoamérica

La región debe seguir impulsando las reformas para asegurar el crecimiento a largo plazo

No había nada más desesperante y temido para un navegante entre los siglos XVI y XVIII que quedarse atrapado sin vientos por semanas en la zona de calmas ecuatoriales (los doldrums de los ingleses). Y era especialmente frustrante si esto se producía después de días de buen viaje con potentes vientos de popa. Muchas veces los marineros buscaban en la superstición la salida al problema, a veces agravando su condición.

¿Ha perdido América Latina sus vientos de cola? Las perspectivas hacia adelante apuntan a unas condiciones financieras menos holgadas que las que disfrutaba la regi...

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No había nada más desesperante y temido para un navegante entre los siglos XVI y XVIII que quedarse atrapado sin vientos por semanas en la zona de calmas ecuatoriales (los doldrums de los ingleses). Y era especialmente frustrante si esto se producía después de días de buen viaje con potentes vientos de popa. Muchas veces los marineros buscaban en la superstición la salida al problema, a veces agravando su condición.

¿Ha perdido América Latina sus vientos de cola? Las perspectivas hacia adelante apuntan a unas condiciones financieras menos holgadas que las que disfrutaba la región hasta antes de mayo. Asimismo, no se espera que los precios de las materias primas sigan aumentando como en los últimos siete u ocho años sino, por el contrario, que se ajusten hacia unos niveles de largo plazo más bajos que los actuales. Así pues, la región dependerá mucho más de sus fuentes de crecimiento propias, que ya mostraron resistencia durante la crisis global de 2008.

Este entorno exterior menos favorable que hace un año, junto con una desaceleración de la demanda interna, ha motivado una sucesiva reducción de las perspectivas de crecimiento en la región. Las últimas previsiones de BBVA Research apuntan a un aumento del crecimiento del 2,4% en 2013 al 3,1% en 2014, pero aún por debajo del 5% promedio en 2011-2012, después de la crisis de Lehman Brothers.

En este contexto, puede resultar tentador tratar de mantener el crecimiento a través de impulsos fiscales o monetarios. Pero dos elementos desaconsejan esa ruta. En primer lugar, la región no ha recompuesto del todo el espacio de las políticas monetarias y fiscales que se usó —con éxito— en 2009, y solo en algunos países hay margen para nuevos impulsos. Es importante mantener ese margen de maniobra en caso de que sea realmente necesario ante un posible shock externo. En segundo lugar, aún subsisten elementos que apuntan a estrecheces por el lado de la oferta, reflejados en mercados laborales aún boyantes, cuellos de botella en infraestructuras, expansión de déficits externos y, en algunos casos, presiones sobre la inflación. El uso de políticas expansivas en este contexto puede exacerbar aún más estos desequilibrios, especialmente el externo.

En la época de la navegación a vela el único remedio frente a las calmas ecuatoriales era esperar que regresaran los vientos. No es el caso en América Latina. Frente al amaine de los vientos de cola en América Latina deben seguir impulsándose las reformas, para aliviar las estrecheces por el lado de la oferta y aumentar la productividad, que asegure el crecimiento de largo plazo. Serán clave la reducción de la informalidad y el aumento del ahorro, este último para financiar la necesaria inversión en infraestructuras, educación y salud.

Juan Ruiz es economista jefe para América del Sur de BBVA Research

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