A toda velocidad y sin frenos

La deuda pasa factura a Codere, que negocia la entrada de un socio en América

Pantallas de seguimiento del juego en la sede de Codere.

Crecer al 20% anual es un ejercicio arriesgado para cualquier empresa, pero más aún si ese crecimiento tiene lugar en medio de la crisis, vía adquisiciones, con deuda y a costes financieros elevados, a veces por encima del 9%. Justo el caso de Codere, la segunda compañía española del sector del juego y la única en Bolsa. El grupo madrileño, una potencia del juego presente en España, Italia y seis países de Latinoamérica, entre ellos Argentina, México o Panamá, ha pasado estos días a engrosar la lista de los posibles damnificados por la crisis. Las noticias de que Codere estaría teniendo proble...

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Crecer al 20% anual es un ejercicio arriesgado para cualquier empresa, pero más aún si ese crecimiento tiene lugar en medio de la crisis, vía adquisiciones, con deuda y a costes financieros elevados, a veces por encima del 9%. Justo el caso de Codere, la segunda compañía española del sector del juego y la única en Bolsa. El grupo madrileño, una potencia del juego presente en España, Italia y seis países de Latinoamérica, entre ellos Argentina, México o Panamá, ha pasado estos días a engrosar la lista de los posibles damnificados por la crisis. Las noticias de que Codere estaría teniendo problemas para renegociar una línea de crédito de 60 millones de euros con BBVA, Barclays y Credit Suisse y de que un grupo de bonistas estaría preparando una demanda contra ella por ocultación de información y riesgo de impago, llevó a Moody’s el pasado lunes a bajar el rating de la compañía a Caa3,dos escalones por encima del impago.

Ese mismo día, el título de Codere se desplomaba un 22,1%. Para frenar el deterioro, la compañía envió un hecho relevante a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) donde afirmaba “no tener conocimiento de la demanda” ni de “que exista información relevante que no haya sido comunicada a los mercados”. Respecto de la deuda, Italo Durazzo, su director de marketing y comunicación, reconoce que “estamos renegociando esa línea de crédito, de la que debemos solo 34 millones, y como es normal en estos procesos, sí hay diferencias”. La gran pregunta es si el grupo se enfrenta a una crisis grave o a meros problemas coyunturales. Para Durazzo, lo que sucede “es ante todo un problema de liquidez, provocado por la prohibición de repatriar beneficios, vigente en Argentina, y por la caída del negocio ahí debido a la entrada en vigor de la ley antitabaco”.

Pero, no parece que sea solo eso. Para empezar, Codere tiene una deuda importante, superior a 1.220 millones de euros (unos 200 en créditos y 1.000 en bonos). Los pagos de esta deuda empiezan a enfilarse peligrosamente. Además de la renegociación de la línea de crédito, la compañía tendrá que refinanciar un préstamo en Argentina (29 millones de euros) y pagar el cupón anual de su deuda en euros, otros 30 millones. Lo peor llegará en 2015, cuando vence la deuda por valor de 760 millones de euros, una suma ingente. Y esto no es todo. A esos 1.220 millones habría que añadir, reconoce Durazzo, deudas adicionales en los países en los que opera la compañía. El fuerte incremento de los costes financieros contribuyó ya a la entrada de Codere en números rojos el año pasado (104,7 millones de euros).

El grupo de juego se desploma en Bolsa tras el deterioro de sus resultados

Esta deuda es producto de la compra de decenas de empresas por parte de Codere, que dispersa su actividad por cinco áreas, máquinas tragaperras, salas de juego, casinos y bingos, hipódromos, locales de apuestas y juego online. “Esta es una empresa que ha crecido muy rápido y con mucha fuerza”, reconoce Durazzo, “lo que exige muchas inversiones, que se financiaron en parte con deuda”. Entre 2005 y 2012, Codere subió como la espuma: pasó de 95 a 186 salas de juego y casinos; de 41 a 1.379 casas de apuestas y de 38.200 a 56.500 tragaperras. Y sus ingresos se multiplicaron casi por cuatro, de 455 a 1.664 millones de euros. La empresa, que empezó en 1980 con máquinas tragaperras en los bares, es hoy el mayor operador de salas de juego en México y en Argentina.

Si pudo financiarse en el mercado es porque hasta hace poco mostraba una progresión positiva en ingresos y en resultado de explotación. Pero el año pasado este creció solo el 5,1% y los ingresos el 21,1%, lo que ha acentuado la desconfianza. Las caídas del resultado de explotación fueron especialmente fuertes en Italia (22%), donde se enfrenta a subidas impositivas, o en España (19%), donde ha reducido las máquinas y ha hecho una reestructuración. Solo creció en México.

La imposibilidad de vender su negocio en Argentina le lleva a buscar socio

Estos percances, que han empezado a manifestarse abiertamente, explican que la acción, pese al fuerte aumento de los ingresos, haya sido muy castigada en Bolsa. Codere, controlada por la familia Martínez Sampedro, salió al parqué en 2007 a 21 euros y hoy vale 1,6 euros: es decir, un total de 90 millones de euros, una cifra ridícula teniendo en cuenta que solo una de sus últimas inversiones, un hotel casino en Montevideo, ha supuesto una inversión de 60 millones. La situación, ya delicada en 2012, se ha agravado en 2013. Por primera vez en varios años, en el primer trimestre sus ingresos han caído de 403,3 a 397,6 millones, al tiempo que las pérdidas se duplicaban, de 11 a 21 millones, consecuencia del fuerte aumento de los gastos operativos (de personal) y de los costes financieros (de 25 a casi 34 millones). Costes que Durazzo atribuye a que “el año pasado hicimos una emisión de bonos en dólares, en EE<TH>UU, para comprar Icela en México”. La caída del negocio es brutal en Argentina, donde el resultado de explotación ha cedido un 42%, por la ley antitabaco, la subida de impuestos, la enorme inflación y la devaluación del peso, lo que ha llevado a la dimisión del responsable de la filial.

La compañía lleva meses estudiando soluciones. Descartada la posibilidad de una ampliación de capital, dada su situación en Bolsa, la primera opción era vender la división de Argentina. Pero se ha revelado casi imposible. Sabedores de que Codere necesita dinero desesperadamente, los posibles interesados (se habla de seis), han hecho ofertas al estilo de los ‘inversores buitre’, inasumibles por la empresa. Y lo más probable es que el grupo no resolviera nada vendiendo este negocio ya que, según Durazzo, “¿de qué serviría vender si luego no puedes repatriar el dinero?”. Codere considera otras alternativas, la primera “ha sido poner en marcha un proceso de reestructuración financiera con visión de largo plazo, que lleva a cabo un banco de negocios” y que incluye “una valoración de los activos de la compañía y de las posiciones de la familia Martínez Sampedro (que tendrá que ceder parte de su paquete a causa de deudas propias), dado que estamos estudiando la posible separación del negocio en América para dar entrada ahí a un socio minoritario”.

En el caso de que estas negociaciones no culminaran, a Codere siempre le quedará, tal como especulan muchos medios en Latinoamérica, la posibilidad de vender la división de México, donde no hay limitaciones a la transferencia de divisas. Pero esto requiere tiempo, y no está claro que se lo concedan fácilmente.

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