Opinión

Reformas con aprobado, con cero y con mala nota

España ha aprobado el examen europeo sobre su reforma financiera. Bien.

¿A quién se debe? Sin demérito para sus ejecutores locales, hay que destacar que se trata de una reforma muy directamente tutelada por la Unión Europea.

Eso siempre ayuda a cumplir, más si es a riesgo de no recibir los tramos de dinero pendiente del paquete concedido, de hasta 100.000 millones de euros.

La tutela europea se manifiesta en tres vertientes: la pauta, el control y la intervención. En efecto, la reforma estaba pautada al milímetro, mediante las 32 condiciones financieras del MoU (...

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España ha aprobado el examen europeo sobre su reforma financiera. Bien.

¿A quién se debe? Sin demérito para sus ejecutores locales, hay que destacar que se trata de una reforma muy directamente tutelada por la Unión Europea.

Eso siempre ayuda a cumplir, más si es a riesgo de no recibir los tramos de dinero pendiente del paquete concedido, de hasta 100.000 millones de euros.

La tutela europea se manifiesta en tres vertientes: la pauta, el control y la intervención. En efecto, la reforma estaba pautada al milímetro, mediante las 32 condiciones financieras del MoU (Memorandum of Understanding) del 20 de julio, detalladas y con un calendario preciso.

Está controlada, a través de visitas y llamadas de la troika Comisión-Banco Central Europeo-FMI. Y está intervenida, porque en la modificación de los mecanismos, estatus y supervisión del Banco de España, que fue exigida por esa troika, participan miembros de otros bancos centrales de la eurozona.

Más allá del lío fenomenal que se armó con la anticipación del polémico informe de los inspectores (EL PAIS, 5 de enero) la reforma diseñada para la supervisión es bastante verosímil, en la línea de endurecerla, de aproximar la lupa a todas las entidades supervisadas y de hacerla más responsable. Tiene oportunidad de abrirse paso.

Están condenados los cambios sin tutela europea y sin visiones plurales

¿Por qué? Porque los cambios no se cocinaron desde la endogamia. A su discusión y redacción se incorporaron otras perspectivas: las de banqueros centrales de Holanda y Francia, de anteriores responsables de la supervisión, y de otros expertos.

En el método radica buena parte del éxito. La pluralidad de contribuciones y sensibilidades es capital para una reforma de calado, porque facilita un mínimo consenso, clave para su aceptación y su sostenibilidad. Puede sustituir el método, siempremás lento, de elaboración de Libros blancos preparatorios a cargo de comités de sabios ad hoc.

Por desgracia, el resto de grandes propuestas del plan de reformas español, a medio ejecutar, y que tanto coincide con las recomendaciones emitidas por el Ecofin el 21 de julio, ni va al mismo ritmo, ni está consiguiendo los mismos resultados.

Hay situaciones distintas. Algunas medidas de corto plazo, más que propiamente reformas, ya fueron adoptadas: el alza del IVA o el fin de la desgravación por vivienda. Otras, como la reforma de la jubilación, van sin prisa y con pausas. O circulan a medio gas, como la liberalización de las profesiones liberales. O exhiben escasa ambición: el déficit de tarifa eléctrico, que sigue reproduciéndose.

Y de algunas se sospecha que pudieran yacer en el limbo. Como la creación de una oficina presupuestaria independiente para controlar la política fiscal. O como la adopción de “medidas adicionales para aumentar la eficacia de las políticas activas de empleo”, por ejemplo, reforzando la cooperación entre el INEM y sus homólogos autonómicos. Quizá porque no hay bastantes parados que recolocar.

Inquietud aparte merecen las decisivas reformas laboral y administrativa. Está en juego su calidad y resultados. Amenazan con el cero o la mediocridad.

La reforma laboral, que debió ser retocada por defectos de carácter técnico nada más redactada, pretendía acabar con el ajuste laboral sempiterno a costa del empleo y no de los salarios: ha guillotinado ambos, obvio en una etapa recesiva. Buscó acabar con el dualismo fijos/temporales, también sin éxito. Pretendió sajar la litigiosidad, y la ha multiplicado. Su pecado original estribó en ser concebida sin una mínima sintonía de las partes, justo lo contrario de lo que acaba de ocurrir en Francia.

Y la reforma de las Administraciones se gestó el 26 de octubre creando una comisión. Con mal augurio: un problema tan arduo, poliédrico, recurrente y politizado será otra vez insoluble, por culpa del método. Todos los miembros de la comisión pertenecen al Gobierno. Este se convierte así en juez y parte, contra municipios y autonomías. Sin la coartada de cooptar algún profe despistado. Eso sí, ha creado un buzón de sugerencias. Ahí va su dirección, http//run.gob.es/cora, por si esta columna yerra, y por si sirviese de algo.

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