Opinión

Orgullo fuera de lugar

La obsesión de Rajoy con el estigma de un rescate no ha servido para calmar a los mercados

Defender que la eurozona intervenga y ayude a recapitalizar los bancos españoles debería haber sido una tarea de tontos. España está en un lío en el que se ha metido sola, pero el reto de arreglar su economía se ha visto magnificado por la crisis. En cuanto a la eurozona, tiene los instrumentos y el dinero necesarios para ayudar a Madrid a recapitalizar su banca y dejar que el Gobierno se ocupe de sus asuntos. El posible mini-rescate de este fin de semana podría y debería haber sido una sencilla y directa intervención rápida llevada a cabo hace semanas. En lugar de eso, se ha perdido el tiempo...

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Defender que la eurozona intervenga y ayude a recapitalizar los bancos españoles debería haber sido una tarea de tontos. España está en un lío en el que se ha metido sola, pero el reto de arreglar su economía se ha visto magnificado por la crisis. En cuanto a la eurozona, tiene los instrumentos y el dinero necesarios para ayudar a Madrid a recapitalizar su banca y dejar que el Gobierno se ocupe de sus asuntos. El posible mini-rescate de este fin de semana podría y debería haber sido una sencilla y directa intervención rápida llevada a cabo hace semanas. En lugar de eso, se ha perdido el tiempo por el orgullo fuera del lugar del presidente español, Mariano Rajoy, y porque la disfuncional familia del euro ha sido incapaz de ofrecer su propio fondo de rescate para ello.

Rajoy dice que no sabe cuánto dinero necesitan los bancos, por lo que no tiene sentido recurrir al fondo de rescate. Pero la cifra concreta no es el problema principal por ahora. La banca española podría necesitar desde 40.000 hasta 100.000 millones de euros. Lo que importa es que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera responda. Y si la primera ronda no basta siempre habrá tiempo para añadir más después.

Durante demasiado tiempo, el escollo ha sido la duda de si al FEEF o a su sucesor, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, se le debería permitir rescatar bancos directamente, o indirectamente a través de los Gobiernos. Rajoy ha sido categórico al afirmar que España no necesita un rescate completo como el de Grecia, y puede que tenga razón. Pero obsesionarse con el estigma de la ayuda no ha servido para calmar los mercados.

La cifra de la ayuda no es el problema y si no basta con una primera ronda, se añade más después 

La obsesión simétrica de Alemania —las condiciones— también ha sido un impedimento importante a la hora de alcanzar un acuerdo. Rajoy no estaba dispuesto a que su Gobierno, que ya está haciendo mucho para salir del atolladero, se viese obligado a aceptar unas condiciones humillantes.

Se ha dedicado demasiada energía a intentar no herir los sentimientos de nadie. Siempre es posible encontrar hojas de parra. El FEEF podría, por ejemplo, prestar dinero al fondo bancario español FROB, si la recapitalización directa de los bancos sigue sin aceptarse bajo ninguna circunstancia. En cualquier caso, las “condiciones” deben limitarse a la supervisión del sector bancario por parte del Gobierno. Cualquier intento de someter a España a una austeridad aún mayor no cuadraría con el objetivo de la propia Comisión Europea de darle al país más tiempo para cumplir sus objetivos de reducción del déficit. Parece que las partes se están acercando a un rescate. Si se hubiese planificado mejor, podría no haber llamado apenas la atención. Ahora es inevitable que se le dé importancia.

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